Un objetivo claro
(*) Se publica el presente testimonio con autorización expresa de su protagonista. Su nombre ha sido cambiado a los efectos de preservar su privacidad.
Hoy escuché un testimonio de vida que me conmovió. Un joven que habiendo vivido casi toda su vida en Buenos Aires, Argentina, con tan sólo veinte años de edad decidió volver a su provincia natal Mendoza, lejos de sus padres, a unos 1.000 kilómetros de distancia.
A su regreso, golpeó puertas de parientes y familiares. Todos le negaron ayuda y ninguno le recibió en su hogar. Conoció entonces “amigos” que lo llevaron por caminos de la droga y el alcohol.
Un amigo, un buen amigo lo encontró un día durmiendo en una plaza. Lo rescató y lo llevó a su casa donde comenzó a recuperarse.
Otro de sus buenos amigos lo ayudó a obtener un empleo con el que pudo costearse sus estu-dios y rentar un departamento. “No tenía un sólo mueble, dormía en el piso, pero el día en que me fui a vivir a mi departamento lloré”, recordaba emocionado.
Andrés (*) también dijo que cuando ya tenía planes serios de casarse y formar una familia, descubrió que su novia lo engañaba con un amigo en común. Fue un golpe durísimo.
Hoy Andrés (*) es un diseñador gráfico talentoso y con creciente éxito. Sus trabajos ya han trascendido las fronteras de su propio país, Argentina. ¡Es verdaderamente brillante!
Andrés (*) tenía objetivos claros en su vida. El quería estudiar y progresar en su vida. Esa certeza, esa “brújula”, ese sueño; sumados a un gran poder de resolución, férrea voluntad, una gran dosis de optimismo y decisión le infundieron ánimo para salir adelante a pesar de las dificultades, derrotas y reveses.
Tal vez al momento de escribir estas líneas, no pueda recordar todo ni en el orden preciso en que lo relató, pero abrir su corazón de esta manera me emocionó, me motivó, me hizo re-flexionar. ¡Qué tremenda cosa es cuando alguien nos contagia de su entusiasmo y nos carga de esa “energía” vital para emprender el camino hacia la realización de nuestros sueños!
No puedo dejar de ver la Mano de Dios en todo lo que le pasó. Andrés (*) dice que cree en los ángeles y yo creo que el Señor le mandó uno para cuidarlo. Pero tampoco puedo dejar de ver una realidad objetiva: que cuando tienes un propósito noble en tu vida y lo persigues con pa-sión, con voluntad y optimismo sin importar el esfuerzo, la victoria te espera al final de la batalla.
Estimado/a amigo/a: sin importar por lo que estás pasando hoy, si tienes un sueño, no lo dejes. Todas las personas tenemos sueños relacionados con metas y propósitos que nos gustaría al-canzar. A algunas de ellas esos sueños les sirven de “motor”, estímulo e inspiración para con-cretar y hacer realidad importantes logros en sus vidas. Otras en cambio, viven soñando y finalmente se duermen esperando que un “golpe de suerte” de repente cambie sus vidas.
Si tienes un gran sueño, tienes un tremendo “motor” o un poderoso somnífero.
Autor: Luis Caccia Guerra