A su tiempo
A veces las circunstancias de la vida nos agotan, nos agobian. Clamamos por una liberación, por una salida a nuestros pesares y parece que en lugar de mejorar las cosas, aún empeoran más. La decepción, la frustración, la desesperanza se hacen presentes y ahora en vez de tener un problema, ya tenemos dos. El que estaba antes y ahora, la más absoluta falta de respuestas a nuestro clamor.
Esto me recuerda la gesta libertadora de Moisés. Su pueblo estaba oprimido, sometido a esclavitud en Egipto. Sólo bastó que se presentara ante Faraón a pedir por la libertad de su pueblo, para que muy lejos de suceder esto, la opresión, el maltrato se multiplicaran. Los sucesivos reclamos de Moisés no hacían más que empeorar las condiciones de vida de su pueblo.
Sin embargo, Dios les estaba enseñando una lección formidable: la acción de Dios irrumpe cuando toda esperanza humana se ha hecho pedazos.
Tal vez pasas por circunstancias tristes, te va de mal en peor y tu vida no hace más que añadir depresión, sumirse en la desesperación y la desesperanza.
Nunca olvides que Dios escucha y responde, pero a su tiempo, no al nuestro, toda vez que El conoce tu vida y sufrimiento.
La Tierra Prometida es más grande y fructífera cuanto mayores son los padecimientos que nos preparan para gozarla, saber administrarla y finalmente disfrutarla en plenitud.
Autor: Luis Caccia Guerra