Durante tres años, nuestro Señor vivió conspicuamente, y enfáticamente "vino al mundo." Él fue visto por los hombres de manera tan cercana que pudo ser visto con los ojos, contemplado, tocado y palpado con las manos. Él tenía el propósito de ser un modelo, y por lo tanto, era necesario que fuera visto. La vida de un hombre que vive en absoluto retiro puede ser admirable para sí mismo y aceptable para Dios, pero no puede ser ejemplar para los hombres: por esta razón el Señor vino al mundo, para que todo lo que iba a hacer, influenciara a la humanidad. Su enemigos tuvieron permiso para vigilar cada una de Sus acciones, y se les permitió que se esforzaran para sorprenderle en alguna palabra, para probarle. Sus amigos le veían en privado, y sabían lo que hacía en la soledad. Así, su vida entera pudo ser reportada: fue observado en la fría ladera de la montaña a medianoche, así como en medio de la gran congregación. Esto fue permitido para que la verdad fuera conocida, pues cada acción de Su vida era verdad, y contribuía a establecer el reino de la verdad en el mundo. Spurgeon |