Divorcio es una palabra que mueve muchos sentimientos en nosotros.
¿Qué pensamientos y sentimientos despierta en vos ?
Si estás casado hace más de 10 años estoy seguro que en algún momento el fantasma que representa estuvo en medio de tu pareja.
¿Estás felizmente casado, en esos tiempos en que parece que todo va sobre ruedas? ¿y te parece que el divorcio no es una opción?
Entonces es posible que quieras negarte a hablar de esto, porque el temor del perder eso hermoso te asusta. Es como esas personas que no quieren ni siquiera hablar de un tema determinado porque sienten que se mueven cosas en ellos muy íntimas con las que no quieren enfrentarse.
¿En este momento tu matrimonio está en problemas, y algo adentro tuyo te dice que el final está cerca?
Entonces posiblemente te encuentres confundido, enojado, deprimido o lleno de pena. Es ese momento en que decís ¡después de todo lo que vivimos! ¡Después de todos estos años! ¿y los chicos? ¿qué sería lo mejor para ellos?
O por ahí la situación se puso tan caótica que pensar en una separación te de una sensación de paz, y pensás que este es el final necesario de una relación desagradable que ya no puede seguir… después de todo, no es razonable que convivan bajo el mismo techo en medio de tantas discuciones y en un mundo en el que no logran ponerse de acuerdo. ¿eso te está pasando? ¿es así?
Por ahí para vos esta idea no esté tan lejos de tu pensamiento porque tus padres se han divorciado cuando eras un niño y probablemente te acuerdes de peleas tremendas durante tu niñez, y ya no quieras que eso se repita con tus hijos. Y con la experiencia de tus padres sabés que eso es posible y termina resultando bueno.
En 1979 me casé con una mujer maravillosa. Es amable, sensible, hermosa, amorosa, inteligente, divertida, talentosa . . . mi mejor amiga. Construimos una familia a partir de estar estrechamente unidos y de ser conscientes de que estábamos sólos y que lo que pasara con nuestro matrimonio dependía sólo de nosotros.
Mi esposa me enseñó mucho sobre el amor, la bondad, la sensibilidad, la comunicación. Debo gran parte de lo que pude construir en mi empresa a ella. Tiene una orientación clara, y esa capacidad de discernimiento tan característica de las mujeres.
Sin embargo, estos casi 30 años que llevamos juntos no fueron excentos de miles de discuciones, de situaciones de frustración, de enojo, de dudas. Hace unos años me enojé tanto que cargué una valija y me fui de casa por varios días. Luego, un par de años después fue ella la que me hechó y volvimos a vivir esa sensación de “final del juego”, “game over”.
Como ves, esto de lo que hablo hoy con vos tiene también que ver conmigo y con la historia de mi pareja.
Como todo lo que comparto con vos, no lo hago desde el profesionalismo o el análisis teórico sino a partir de mi propia búsqueda.
¿Pero qué dice la Biblia acerca del divorcio? ¿Puede un cristiano hablar de divorcio?
¿Hay alguna circunstancia en que podamos recomendar a alguien que se divorcie?
¿Cómo ayudar a un amigo que está pasando por esta experiencia? ¿Es el divorcio una solución o una forma de escaparse sin resolver?
Trato de apoyarme en esto que pensamos juntos, en la Biblia. Es que podrían haber puntos de vista bien distintos y los parámetros de referencia se desdibujarían. Podrás estar de acuerdo o no, y ciertamente lo respeto, pero aunque no coincidas plenamente ¿me dejarías que viéramos qué dice Dios al respecto?
Moisés, explicó que Dios hizo el primer hombre y la primera mujer para que tuvieran una fuerte vinculo. "Por tanto", escribió Moisés en Génesis, "dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". (Génesis 2:24)
Miles de años después, unos líderes religiosos preguntaron a Jesús acerca del divorcio. Jesús citó a Moisés y agregó (según el relato de Mateo): "Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". (Mateo 19:6)
Jesús tenía en gran estima el matrimonio: "Lo que Dios juntó", declaró, "no lo separe el hombre".
Pero, si el divorcio está mal -- respondieron estos líderes religiosos varones -- ¿por qué Moisés habló de cómo manejar ciertas situaciones de divorcio complicadas? Jesús explicó: "Moisés les permitió divorciarse de su esposa por lo obstinados que son. Pero no fue así desde el principio". Continuó diciendo: "Les digo que, excepto en caso de infidelidad conyugal, el que se divorcia de su esposa, y se casa con otra, comete adulterio". (Mateo 19:8, 9).
Hasta los teólogos discuten sobre si Dios permite el divorcio, y bajo qué circunstancias. La pareja debe iniciar el matrimonio para toda la vida, "hasta que la muerte nos separe". Si surgen divisiones, la reconciliación siempre debe ser el primer objetivo. Si fracasa la reconciliación, veo dos bases bíblicas para el divorcio y el nuevo casamiento: el adulterio de un cónyuge y el abandono. El adulterio o el abandono no obligan al divorcio, pero lo permiten.
Por difícil que parezca este tema, recordemos que Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros
Sé que estás sufriendo ahora mismo, Él también lo sabe y quiere abrazarte, ser tu amigo y ayudarte a manejar tu más profunda desilusión.
Tengo que decirte que en mi experiencia personal, de todas las situaciones, aún las más complicadas, pudimos salir como pareja.
Todas aquellas en que parecía que no hubiera ningún escape y ninguna solución, esos momentos en que los mejores amigos, los que más nos querían pensaban en que lo mejor sería una ruptura, también tuvieron un final “al estilo de Dios”.
Las soluciones vinieron a partir de confiar en el otro, de no dudar de que a pesar de lo muy mal que estuviéramos nunca dejamos de amarnos. De que aún en las paredes más gruesas Dios puede abrir una puerta.
Me doy cuenta de que no puedo asumir la responsabilidad por todas las personas que ahora están escuchando. Que podés estar llen@ de dolor, que posiblemente no encuentres con quien hablar del tema o cuando lo intentaste no recibiste palabras que realmente ayudaran.
Pero quisiera ofrecerte esperanza.
Quisiera que pudieras comprender que Jesús me ayudó con mi dolor. Y que estoy completamente seguro que puede ayudarte a vos con el tuyo.
Jesús puede ayudarte con tus lágrimas y tu cansancio. Él dijo: "Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma". (Mateo 11:28, 29).
Por ahí no estoy mostrando lo que realmente te pasa.Por ahí estés enojad@ con tu pareja o con Dios.
Conozco quienes prometieron a Dios que lo seguirían si Él restauraba su matrimonio. Y a sus ojos Dios no cumplió con la oración levantada.
Tal vez estés en medio de una gran depresión porque te das cuenta de que el final parece cierto.
¿Qué fue lo que me ayudó en mi viaje a través del dolor?
- Buscar apoyo en personas en quienes podía confiar y abrir mi corazón.
- Creer que Dios realmente "dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman". (Romanos 8:28)
Busqué caminar cerca de Él. Pedí perdón muchas veces a mi esposa por mis muchas fallas. La perdoné y me perdoné. Recibí su pedido de perdón.
Y algunos amigos me ayudaron a ponerme de pie. Aunque tengo que admitir que no siempre los amigos dan el mejor consejo.
Si vos sos un seguidor de Jesús, seguramente querrás buscar sabiduría divina. Cada situación es diferente, y una disputa marital puede ser explosiva. La madre de Jesús una vez tuvo un sabio consejo que se aplica bien a estas situaciones. Dijo según relata el Evangelio según Juan: "Hagan lo que Jesús les ordene". (Juan 2:5).
Lo cierto es que no me sentí nunca solo. Ni aún en las horas más oscuras.
Hubo quienes se mantuvieron cerca, me hicieron saber que yo les importaba, me preguntaron cómo podrían ayudar, hicieron arreglos para que pasáramos tiempo juntos. Me ayudó a dejar de pensar en mis problemas, relajarme y disfrutar de estar con otras personas.
Algunos recomendaron libros, se encontraron conmigo para almorzar o a cenar. Llamaban para ver cómo me iba, cuando me sentía especialmente solo o agobiado. Aquellos que entendían con el corazón de Dios el problema, aprendieron que ayudarme era reconstruir mi alma, aún más allá de la ruptura matrimonial. Y lo mismo hicieron con mi esposa. Una vez que esas heridas fueron restauradas ya dolería menos que pudiéramos hablar nuevamente de restaurar la pareja.
Anoche cuando revisaba con mi esposa este bosquejo que hoy comparto con vos, ella me sugirió que te comparta (y lo haré aunque sea brevemente) que hay otras formas de divorcio que no tienen que ver necesariamente con la pareja. Formas de divorcio que hasta son completamente aceptables y bíblicas también. Por ejemplo la ruptura que es necesario hacer consciente con mis padres en el momento en que uno mi vida a mi esposa. Por ejemplo, el divorcio que es indispensable hacer cuando comienzo una nueva vida en la que las decisiones se toman de a dos, el futuro se toma de a dos, la familia se planifica de a dos.
Debo renunciar y separarme de pensar haciendo centro en mí mismo, debo divorciarme de la idea de hacerle caso a mi ego más allá de las necesidades de mi cónyuge.
No sé dónde es que esto que comparto con vos toca en tu corazón. Pero si estoy a tiempo, quiero ofrecerte una mano tendida. Quiero decirte en nombre de Dios que se puede salir adelante, que no está todo perdido. Que en la mayor parte de las separaciones el problema no es de la pareja sino un cúmulo de situaciones personales que uno arrastra hasta el matrimonio.
Si sentís que esto que comparto tiene que ver con vos, es el momento justo para que salgas a buscar ayuda. ¡Ya mismo!
Dios pone esto en tus oídos porque vos necesitabas hoy una puerta que se abra.
Quiero anunciarte que esa puerta está abierta en este momento, y tenés la oportunidad de que comiences el camino hacia un futuro hermoso y fresco para tu pareja.
¿Te cuento una historia para que sigamos hablando del tema?
El artista le dio los últimos toques a su cuadro. Había dedicado mucho esfuerzo en él. Le había puesto un título, «Girasoles». El cuadro estaba lleno de trazos coloridos, enérgicos y seguros. Era realmente bellísimo y distinto.
Pero el artista, debido a su extremada pobreza y a una enfermedad que lo consumía, había sucumbido ante una profunda depresión. Lo cierto era que su demencia y su muerte no estaban lejanas.
Acercándose a un amigo, le dijo tristemente: «Nadie me lo quiere comprar. Ojalá me dieran 500 francos por él.» Quinientos francos, allá por 1890, año de la muerte del artista, representaban aproximadamente 500 pesos.
En marzo de 1987, una compañía japonesa adquirió ese mismo cuadro, «Girasoles», por la suma de cerca del equivalente a ciento veinte millones de pesos.
¿Quién era el artista? El gran Vicente Van Gogh.
El maravilloso artista nunca pudo vender ninguno de sus cuadros en vida.
Éste, por supuesto, no podía advertir, desde su momento en la historia, lo increíblemente famoso que llegaría a ser.
Van Gogh no puso sólo pintura sobre la tela. Vertió en ella su alma. Él fue uno de los más grandes pintores impresionistas de todos los tiempos. Sabía cómo plasmar en el lienzo, con una habilidad natural, la combinación exacta de luces y sombras y colores.
Pero Van Gogh fue un desventurado toda su vida. Hijo de un pastor protestante holandés, su vida transcurrió en medio de dolores, frustraciones, errores y fracasos. Como pintor, fue supergenial; como ser humano, nunca aprendió a vivir. Casi demente ya, concluyó su vida en París, suicidándose.
Ese cuadro, que ni en 500 pesos Van Gogh pudo vender, en el transcurso de los años llegó a valer casi 40 millones de dólares. ¿Qué había en su cuadro «Girasoles» que le dio tanto valor? Creación, arte, genio y amor.
Así como el «Girasoles» de Van Gogh, nuestras parejas son un lienzo que, con la ayuda de Dios hemos ido pintando trazo a trazo, pincelada a pincelada.
Es posible que estemos mal viendo lo que vemos de eso que es una obra maravillosa, y pensamos que no vale nada. Queremos rematar nuestro matrimonio por poco, para quitarnos esa imagen de los ojos.
Pero ese cuadro que representa tu pareja tiene un valor que ni te imaginás. Eso que vos querés sacarte de encima, que te pone mal y te deprime es obra tuya y de tu esposa, pero las manos que lo pintaron fueron movidas por Jesús… y Él sólo pinta obras maestras.
Cristo vierte, en tu matrimonio, todo el poder del cielo. Lo que antes era fracaso Él lo transforma en victoria.
Esa relación conyugal que moral y socialmente valía muy poco, después de ser tocada por el poder de Jesús o vale tanto como vale la vida eterna. Por lo tanto, si te sentís afligid@, porque sentís que ese amor que una vez parecía muy valioso hoy no vale nada, cobrá ánimo. Cristo puede infundirnos su amor divino. Permitile a Él que pueda darle a tu marimonio una nueva vida y un nuevo sentido de valor.
HECTOR SPACCAROTELLA
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