YO, SAULO
Decía el famoso físico Albert Einstein que es insensato pensar en obtener resultados diferentes si hacemos las cosas siempre del mismo modo.
He estado hablando en este último tiempo con pastores y líderes cristianos de nivel nacional, con mujeres y hombres cristianos de negocios, con profesionales.
Estoy convencido que no estamos siendo eficientes como Iglesia. Estamos errando las estrategias, los procedimientos, y fundamentalmente estamos tan ocupados en mantener la bandera de nuestros dogmas de hombres que nos hemos olvidado de consultar a Dios. Hemos perdido comunión con Él, no somos sensibles a lo que el Espíritu quiere mostrarnos para este tiempo.
Probablemente estemos ocupados (demasiado ocupados) haciendo para Él. ¿Pero este hacer viene orientado por nuestra coinonía espiritual?
Hace unos dos años mi pastor me sorprendió con una cita bíblica que sigue desafiandome. Un texto conocido del Evangelio de Marcos:
Mc. 3:14 Y ordenó a doce, para que estuviesen con Él , y para enviarlos a predicar
Una vez que lo leimos juntos cerré mi Biblia y me preguntó:
-¿Qué leíste?
Me sorprendió su pregunta, el versículo parece bastante obvio.
Me volvió a preguntar y entonces le dije:
-El texto dice que Jesús ordenó a sus doce discípulos para enviarlos a predicar.
Él sonrió lleno de cariño porque se dio cuenta que yo estaba respondiendo como él mismo respondió cuando por primera vez lo confrontaron con este versículo.
-Este es el problema que estamos teniendo (me dijo).
Cuando me quedé en silencio para que no me dejara con la duda de lo que estaba leyendo mal, me volvió a leer el versículo. El texto dice: “ordenó a doce PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL y para enviarlos a predicar” (mayúsculas agregadas por mí)
Antes que salir a servirlo a Jesús, antes de trabajar en su Obra, había un paso previo: “ESTAR CON ÉL”.
Después hablando con otros líderes y siervos de iglesias volví a repetir una y otra vez la experiencia y en todos los casos la respuesta fue la misma que yo había dado.
Estamos más cómodos, nos significa menos comprometido el hacer que el sentarnos a sus piés como María solamente para estar cerca de Jesús, solamente para adorarlo, para escucharlo, para aprender de Él.
En nuestra omnipotencia y soberbia de hombres queremos cometer el primero de los pecados que cometió el hombre: “ser como dioses”
Genesis 3:4 al 7 Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis.
Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.
Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió.
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
“Ser como Dios”. El primer pecado. Seguimos cayendo una y otra vez en él. Recientemente he sido confrontado por el Padre y tuve que pedirle perdón lleno de sorpresa porque no había caído en cuentas de él.
De alguna forma me siento omnipotente y termino creyendo que puedo hacer “como Dios quiere” las cosas.
Cuando me preguntan: ¿Cómo puedo estar seguro?
Termino respondiendo “siempre se hizo así”. ¿Porqué no va a seguir funcionando hoy? ¿No es que la Palabra es inalterable? ¿no es que Dios no se contradice a sí mismo?
Claro, por supuesto que sí.
Su Palabra permanece para siempre. Pero los métodos cambian, las estrategias deben ser distintas. La forma en que tenemos que actuar debe ser revisada porque definitivamente no estamos dando en el blanco.
Pretendemos, ansiamos, reclamamos cambios en nuestras congregaciones y en la forma en que la Iglesia de Cristo se comporta en el mundo, pero queremos seguir haciendo lo mismo de siempre en la forma en que siempre lo hicimos.
Creo que estamos siendo desafiados, empujados, impulsados a un cambio radical. Creo también que la búsqueda de la Voluntad del Padre para este tiempo no se puede lograr en reuniones de pastores, de ministros o de empresarios.
Su Palabra vendrá directo a nuestro corazón cuando como decía Marcos, estemos dispuestos a estar “con El” y no hacer nada, parar todo, quedarnos quietos hasta ese momento, porque no tiene ningún sentido que hagamos si su Espíritu no nos está acompañando.
Me reviso y te pido que te revises, querido amigo.
¿Sentís que tenés que ir a visitar un enfermo?
¿sentís que hay una persona en la cárcel que te necesita?
¿un llamado a servir en misiones cristianas?
¿el deseo de estudiar en un seminario bíblico?
¿buscar espacio para enseñar o predicar este fín de semana?
Nada de todo esto sirve si no te acompaña la presencia de Dios, tomando Él el protagonismo.
El que te pudieras bajar de tu ego inmenso y entender que solamente somos vos y yo una herramienta que en sí misma es inutil.
Un martillo o una sierra no pueden construir ningún mueble por sí mismas. Es necesaria la mano del carpintero que los empuñe y utilice para que sean útiles.
Creo que estamos cometiendo el pecado de omnipotencia al creer que podemos solos.
Y esto nos lleva al viejo pecado de sentirnos dioses.
Aunque te lo pidan, aunque la indicación venga de tu lider, de tu esposa, de tu pastor. Aunque la necesidad sea tan grande que no puedas esperar, te pido (y me pido a mi mismo) que no hagamos nada sin estar prrimero “Con Él”.
Un cristiano que lleva tiempo sirviendo en la iglesia sabe cómo orar sobre un enfermo. Sabe qué palabras decir, dónde hacer énfasis, cómo imponer las manos.
¿Pero le preguntamos a Dios qué quiere Él hacer y cómo quiere hcerlo?
¿Cuántos milagros de sanidad relatan los Évangelios? ¿Cuántos métodos usó Jesús?
Nuestro Maestro es un creativo. Estoy seguro que para cada una de aquellas sanidades en el cuerpo, en el alma o en el espíritu de las personas había una estrategia a seguir para que los cambios fueran duraderos.
¿Porqué nosotros insistimos en hacer las cosas siempre del mismo modo? ¿Por qué así aprendimos? ¿Por qué siempre se hizo así?
1Timoteo 1:17 al 19 Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único sabio Dios, sea honor y gloria por siempre jamás. Amén
Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las pasadas profecías acerca de ti, milites por ellas la buena milicia; reteniendo la fe y buena conciencia, la cual desechando algunos, naufragaron en cuanto a la fe.
¿Estás dando honor y gloria a Dios con tu ministerio?
Dios nos está pidiendo que revisemos nuestro proceder a partir de buscar comunión con Él.
No somos efectivos en nuestro militar porque no estamos escuchando la voz del Lider (que no es ningún hombre sino Dios mismo).
Paremos todo y quedémonos quietos hasta volver a escuchar la Voz del Padre hablándonos directo al corazón.
No desechemos Su Palabra, porque nos estamos equivocando y como dice Pablo a timoteo, ya muchos naufragaron por no escucharlo.
Tomate tiempo, no hay apuro (aunque las circunstancias parezcan imponerlo). Buscalo, volvé al PADRE.
Te encontrarás con dos brazos abiertos que buscarán limpiarte de tanta religiosidad que ensució tu alma, ponerte las mejores joyas y sentarse a comer juntos la mejor comida.
Es necesario pedir perdón por nuestra soberbia, bajarnos del caballo donde sentimos que estamos subidos… y te aviso por experiencia propia, que si no lo hacemos nos van a tirar de él.
Y cuando estemos en el piso revolcados, llenos de barro, ciegos y avergonzados una voz dirá
“Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Dura cosa te es seguir dando coces contra aguijones”
¿Cuándo te he perseguido, Jesús mío?
¿Cuándo me he convertido en Saulo?
La respuesta está en tus manos.
En nombre de Jesús espero que estas palabras te conmuevan como me están conmoviendo a mí.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos, argentina
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