ALZA TUS OJOS Y MIRA
Pastor, dígame, ¿cuándo voy a estar a cargo de un ministerio en la congregación?
¿sabe qué pasa? Es que… ¡quiero hacer algo, sentirme útil!
Hace 15 años que estoy en la iglesia, pastor. ¿No cree que estoy preparado para ser lider?
Yo ya hice la escuela de liderazgo, la escuela de servidores, la escuela bíblica en teología, pastor.
¿cuándo me va a poner a cargo de una célula?
Mire… si no me pone a cargo de alguna actividad, me voy a terminar aburriendo y me voy a otra congregación donde valoren lo que puedo dar.
Es que, ¿sabe? Siento que me estoy secando aquí.
Isaías 60:1-5
1 Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor,
porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti.
2 La oscuridad cubre la tierra,
la noche envuelve a las naciones,
pero el Señor brillará sobre ti
y sobre ti aparecerá su gloria.
3 Las naciones vendrán hacia tu luz,
los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer
4 Levanta los ojos, y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tus hijos vendrán desde lejos;
tus hijas serán traídas en brazos.
5 Tú, al verlos, estarás radiante de alegría,
tu corazón se llenará de gozo;
te traerán los tesoros de los países del mar,
te entregarán las riquezas de las naciones.
Es que… ¡hay tanto por hacer! Es que… están esperando que de una vez por todas nos decidamos a ponernos de pie.
Siempre que como cristianos logramos ponernos de pie y dar nuestro auténtico mensaje, aquel que el Señor sembró en nuestro corazón, aquellos que están a nuestro alrededor detienen su marcha para observarnos, para escucharnos.
Es que… hay cientos de personas a nuestro alrededor que simplemente… están esperando que levantemos los ojos y miremos a nuestro alrededor.
Isaías 9:2
2 (1)El pueblo que andaba en la oscuridad
vio una gran luz;
una luz ha brillado
para los que vivían en tinieblas.
El pueblo, un pueblo, nuestro pueblo, que anda en oscuridad, que se está destruyendo porque no encuentran la luz que ilumine, están esperando que la luz se encienda, que la luz brille iluminando el camino.
Es que nosotros seguimos buscando inutilmente fósforos dentro de nuestras congregaciones. Seguimos buscando velas en nuestros templos.
Ya es tiempo de entender que la luz que los demás están esperando está… ¡dentro nuestro!
Vos y yo podemos ser los transmisores de la luz que los demás necesitan para dejar la oscuridad en la que viven.
¿Hasta cuándo seguiremos en la comodidad de nuestras bancas? ¿Hasta cuándo seguiremos en la comodidad de nuestros asientos dominicales en el templo?
Isaías 58:8-12
8 Entonces brillará tu luz como el amanecer
y tus heridas sanarán muy pronto.
Tu rectitud irá delante de ti
y mi gloria te seguirá.
9 Entonces, si me llamas, yo te responderé;
si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: ‘Aquí estoy.’
Si haces desaparecer toda opresión,
si no insultas a otros
ni les levantas calumnias,
10 si te das a ti mismo en servicio del hambriento,
si ayudas al afligido en su necesidad,
tu luz brillará en la oscuridad,
tus sombras se convertirán en luz de mediodía.
11 Yo te guiaré continuamente,
te daré comida abundante en el desierto,
daré fuerza a tu cuerpo
y serás como un jardín bien regado,
como un manantial al que no le falta el agua.
12 Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas
y afianzará los cimientos puestos hace siglos.
Llamarán a tu pueblo ‘reparador de muros caídos’,
‘reconstructor de casa en ruinas’.
Entonces… ¿cuándo es entonces? ¿es necesario que responda a esta pregunta? Creo que no.
Creo que solamente necesitamos volver a leer Isaías 58 verso 8 en adelante.
Cuando nos decidamos a ponernos de pie, cuando nos decidamos a abrir los ojos y mirar, cuando podamos darnos el permiso de ser sensibles a la terrible necesidad de los que están padeciendo a nuestro alrededor, de los que están quebrados por la angustia, de los que se sienten envueltos en la más profunda de las soledades.
Cuando podamos entender de verdad el hambre de los que tienen hambre (del cuerpo, del alma y del espíritu) y reconocer que somos portadores del alimento que necesitan, cuando podamos entender que llevamos con nosotros el agua fresca necesaria para regar la tierra reseca y resquebrajada, recién entonces podremos darnos cuenta que el agua debe ser derramada allí donde la tierra está seca. El pan debe ser servido allí donde hay verdadera hambre. La Palabra debe se sembrada allí donde no ha sido predicada.
¿Hasta cuándo seguiremos evangelizándonos a nosotros mismos? ¿Dándonos codazos para ganar el púlpito como si fuera el único lugar donde podemos de verdad expresarnos?
Apoc 21:23
23La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la alumbra el resplandor de Dios, y su lámpara es el Cordero.
¿Qué es “la ciudad” en esta cita de Apocalipsis? La respuesta está tan dentro tuyo como mío. La ciudad es LA IGLESIA DE CRISTO. El texto, tremendamente contundente, dice que la ciudad no necesita luz de la luna ni del sol (ni de ninguna fuente material, agregaría yo) porque está iluminada por el resplandor de Dios, porque su lámpara, la lámpara de la Iglesia es el Cordero.
¿O es que seguimos predicando dentro, autoevangelizándonos, porque es más cómodo? ¿O porque adoramos los puestos destacados y sentarnos en los primeros lugares?
¿O es que en realidad necesitamos el púlpito para sentirnos alguien?
ALZA TUS OJOS Y MIRA, porque la cosecha está lista pero es necesario que haya obreros que tomen la hoz para la ciega. Es necesario que los obreros, que ya han sido debida y suficientemente preparados, se decidan a salir puertas afuera de sus templos porque allí es donde está la cosecha.
Es que tenemos que entender que la verdadera tarea está en las calles, en los supermercados, los ministerios, los bancos, los restaurantes, los bares. Es que tenemos que entender que ya no tenemos que seguir buscando encendedores o fósforos para iluminar el interior de nuestros templos. Nuestros templos no necesitan que los ilumine ninguna luz, los ilumina el resplandor de Dios, los ilumina la luz del Cordero.
SALMO 27
1 El Señor es mi luz y mi salvación,
¿de quién podré tener miedo?
El Señor defiende mi vida,
¿a quién habré de temer?
2 Los malvados, mis enemigos,
se juntan para atacarme y destruirme;
pero ellos son los que tropiezan y caen.
3 Aunque un ejército me rodee,
mi corazón no tendrá miedo;
aunque se preparen para atacarme,
yo permaneceré tranquilo.
4 Solo una cosa he pedido al Señor,
solo una cosa deseo:
estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida,
para adorarlo en su templo
y contemplar su hermosura.
5 Cuando lleguen los días malos,
el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca!
6 Entonces podré levantar la cabeza
por encima de mis enemigos;
entonces podré ofrecer sacrificios en el templo,
y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.
7 A ti clamo, Señor: escúchame.
Ten compasión de mí, ¡respóndeme!
8 El corazón me dice:
"Busca la presencia del Señor."
Y yo, Señor, busco tu presencia.
9 ¡No te escondas de mí!
¡No me rechaces con ira!
¡Mi única ayuda eres tú!
No me dejes solo y sin amparo,
pues tú eres mi Dios y salvador.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos, Argentina
tiempodevocional@hotmail.com
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