Yo estuve allí
Hay determinados problemas que padecemos las personas, que solamente pueden ser comprendidos plenamente por alquien que ya pasó por eso.
Esa es la razón por la que se crearon los grupos de autoayuda, que están conducidos por personas que padecen la misma enfermedad, la misma adicción, el mismo trauma, etc.
Es el caso de las asociaciones de alcoholicos anónimos, o de mujeres golpeadas, o de adultos sobrevivientes de abuso sexual, etc.
Cuando alguien se acerca a esos grupos buscando apoyo lo hace confiado sabiendo que quienes están sentados allí escuchándolo, un día estuvieron parados donde él está.
Ellos ya estuvieron allí.
La mayoría de las personas ocultan sus secretos familiares. Casi no hablan del tío estafador que estuvo preso ni de la tía abuela prostituta.
Hay cosas de las que no se habla ni siquiera en las reuniones familiares; mucho menos cuando participan personas ajenas a la familia.
Me sorprendió una reflexión de Max Lucado. Él escribió que Jesús se preocupó especialmente por que todos pudiéramos ver las manzanas podridas de su árbol familiar en el primer capítulo del Evangelio de Mateo.
Y te digo que me sorprendió, porque nunca había entendido así esa larga lista de parientes que antecedieron a Jesús. Me enseñaron que el cuidadoso detalle que hace Mateo está buscando mostrarnos a quienes leemos que el Mesías es descendiente de Abraham y del rey David.
Pero es mucho más que eso.
Y Dios se preocupó para que cualquiera que lea la historia de Jesús, se encuentre en la primera página del Nuevo Testamento con sus antecedentes familiares.
Apenas empezás el Evangelio de Mateo cuando te das cuenta de que Jesús tiene en su genealogía muchas historias de las que ni vos ni yo nos sentiríamos orgullosos con tales antecedentes familiares.
Rahab, era una ramera de Jericó.
Jacob era un tipo tan tan tramposo y hasta estafador que si estuviera entre nosotros hoy en día, seguramente habría pasado una temporada en la carcel.
David, el gran rey, el que mató a Goliat, el autor de bellísimos Salmos, fue también el que de puro aburrido sedujo a la esposa de su capitán y lo hizo matar para quedarse con ella. No me gustaría mucho contarte que un pariente mío hizo eso.
Sin embargo Jesús se preocupó especialmente por mostrarnos desde el principio que eran parientes.
¿Por qué Jesús colgaría la ropa sucia familiar en el tendedero del vecindario?
Es hermoso y conmovedor ver lo que dice al respecto Lucado.
Jesús necesitó especialmente mostrarnos su pasado… justamente porque nuestras familias tienen algunas historias así también.
Un tío con antecedentes penales.
El papá que se fue de casa y nunca volvió.
El abuelo que abusó de su nieta.
Si nuestro árbol familiar tiene frutos podridos, Jesús quiere decirnos hoy a vos y a mí:
"Yo pasé por eso".
Al que se droga, al que sufre soledad, al deprimido, a la mujer violada, al que purga el delito de asesinato en una carcel. Al que pasa hambre. Al perseguido.
"Yo pasé por eso".
Él no eligió nacer en una gran ciudad. En aquella época Belén era un caserío olvidado, humilde y anticuado. Una pequeña villa del poderoso imperio romano.
Esta ciudad hoy tiene 30.000 habitantes… ¿pero cuántos tendría entonces?
¿Porqué no nacer en Jerusalem, la ciudad de David?
Imaginate una aldea polvorienta y tranquila. Nazaret. Un lugar que haría decir a la gente:" ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? "Un pueblo nada impresionante.
¿Dónde encontraríamos hoy tal lugar? ¿Irak? ¿Afganistán? ¿Camboya? Elegí el que quieras. Encontrá una región semidesértica, basada en la agricultura y alejada de cualquier gran ciudad comercial. Uno de esos pueblos a los que hay que llegar en una camioneta de 4x4.
Subite al vehículo, cerrá los vidrios por el polvo del camino y buscá allí una familia como la de Jesús.
Y no nació en una casa bonita con ladrillos a la vista. José era carpintero de barrio. Gente humilde.
Necesitamos un hogar modesto con una madre soltera y un artesano. Los vecinos de Jesús lo recordaban a Él como un obrero. "¿No es este el carpintero?"
Jesús tenía manos callosas, camisas manchadas por el sudor y, aspecto común. Cierro los ojos y puedo confundirlo con cualquier muchacho de 20 años saliendo de la empresa constructora donde trabaja como obrero.
Con una historia familiar llena de manchas. Nacido y criado en una nación olvidada, entre gente oprimida de una aldea perdida. Hoy podría ser un pueblito de nuestra querida patagonia.
Un hogar humilde. Un peón común y corriente con apariencia ordinaria.
¿Podrías imaginarlo?
¿Ves la casa de adobe con el techo de pajas?
Sí, esa, la que tiene gallinas en el patio y el adolescente desgarbado que ayuda al papá arreglando sillas en el taller.
Jesús pasó por eso.
"Era necesario que fuera en todo como nosotros sus hermanos, pues sólo así podía ser misericordioso y fiel sumo sacerdote nuestro ante Dios al espiar los pecados del pueblo. Y puesto que Él mismo experimentó lo que es sufrimiento y tentación, sabe lo que esto significa y puede socorrernos maravillosamente en nuestros sufrimientos y en nuestras tentaciones".
¿Sos pobre? Jesús sabe cómo se siente.
¿Estás en el escalón más bajo de la escala social? Él te entiende.
¿Sentiste alguna vez que otros se aprovechan de vos? Jesús pasó por eso, Él comprende el significado de la oscuridad.
Pero, ¿y si la vida que llevás no es oscura?
¿Y si vos sos empresario, profesional, un predicador que habla a multitudes, un docente?
¿Podría también pensar que Jesús me entiende?
Por supuesto. Él reclutó gente y supervisó su propia organización.
Setenta hombres, además de diversas mujeres, lo acompañaban formando el grupo que estaba armando.
Jesús te entiende. Sabe que el liderazgo no es fácil.
Su grupo incluía un celote que odiaba a los romanos y un recaudador de impuestos que había trabajado para ellos. Jesús comprende el estrés del liderazgo.
¿Te sentiste alguna vez con deseos de escapar? A Jesús le pasó. "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba".
¿Tuviste alguna vez tantas exigencias que no tuviste tiempo suficiente para almorzar?
Jesús sabe de qué hablo.
"Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun Jesús y los discípulos tenían tiempo para comer".
¿Tenés muchos correos electrónicos que contestar, o muchas llamadas que hacer en un día?
Cristo pasó por eso. Claro que no tenía computadora pero…"Se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos, y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó".
¿Te acusaron alguna vez falsamente?
Los enemigos de Jesús lo llamaron glotón y borracho. La noche antes de morir, "dos principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte".
¿Te decepcionaron tus amigos? Cuando Jesús necesitó ayuda, sus amigos se durmieron. "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?".
¿Sos una persona insegura del futuro? Jesús lo estuvo.
En relación con el día final de la historia, explicó:" el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles, sino sólo mi Padre".
¿Puede Jesús ser el Hijo de Dios y no saber algo? Puede, si decide que así sea.
Al saber que nosotros enfrentariamos lo desconocido, decidió enfrentar lo mismo para poder entendernos.
Jesús ha pasado por eso.
Experimentó"sufrimiento y tentación".Cristo se enojó tanto que purgó el templo, tuvo tanta hambre que comió granos crudos, se entristeció tanto que lloró en público, era tan amante de las diversiones que lo llamaron borracho, fue tan encantador que atraía a los niños, se cansó tanto que durmió en una barca balanceada por la tormenta, fue tan pobre que durmió sobre el suelo y pidió prestada una moneda para ilustrar un sermón, fue tan radical que lo echaron del pueblo, fue tan responsable que cuidó de su madre, fue tan tentado que conoció el aliento de Satanás, y tuvo tanto miedo como para sudar gotas de sangre.
¿Porqué todo esto? ¿Por qué el Hijo del Dios altísimo todo poderoso soportó el más severo dolor terrenal? Para que vos y yo supiéramos que Él puede entender el grito desesperado de quienes padecen sufrimientos, pruebas y tentaciones.
Sea lo que fuere que te toque vivir, Jesús sabe cómo te sentís. No tengas dudas. Él estuvo allí.
Dice Max Lucado que:
“Hace un par de días veinte mil personas corrimos por las calles de San Antonio con el fin de levantar fondos para las investigaciones del cáncer de mama. La mayoría lo hicimos por generosidad, felices de correr casi cinco kilómetros y de donar algunos dólares a la causa. Algunos corrieron para recordar a un ser querido, otros en honor de un sobreviviente del cáncer. Corrimos por razones distintas. Pero ningún corredor estaba más apasionado que alguien que encontré. Un pañuelo cubría su cabeza sin cabello, y un par de círculos oscuros le ensombrecían los ojos.
Esa mujer tenía cáncer.
Mientras nosotros corríamos por generosidad, la mujer lo hacía por convicción.
Ella sabía cómo sienten las víctimas de cáncer, porque ella había pasado por eso.
Jesús puede entender el grito desesperado de aquellos que padecen sufrimientos, pruebas y tentaciones. Puede entender mejor que nadie el rostro lleno de sombras y la mirada triste de quien traiciona al amigo.
Cuando desesperado te acercás a Jesús por ayuda, Él corre para ayudarte.
¿Por qué? Él sabe cómo te sentís. Él pasó por eso.
Así como nunca dudó en llamar familiares a sus antepasados, nunca dudaría tampoco en reconocerte como hermano. No importa lo que hayas hecho. Él tampoco se va a avergonzar de vos, "porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos, por la cual no se avergüenza de llamarlos hermanos"
Jesús no se avergüenza de vos. Nada de lo que hagas o hayas hecho lo puede asombrar.
Sabe que no sos un santo con aureola arriba de la cabeza.
Es hermoso que podamos recurrir a él… después de todo, somos parte de su familia.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos
Argentina
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net
(Basado en un texto de Max Lucado, que adapté. )