El trigo y la cizaña
Pastor Tony Hancock
¿Alguna vez has confundido una cosa con otra? Recuerdo algo que sucedió en un campamento, algunos años atrás. Uno de los líderes, después de un día largo de supervisar y guiar a los jóvenes, llegó a su cuarto para acostarse después de que se habían apagado todas las luces. En la oscuridad, sacó su cepillo de dientes y el tubo de pasta dental para limpiarse la boca.
Sólo que el tubo que sacó del botiquín no era un tubo de pasta dental. Más bien, ¡resultó ser un tubo de medicina para las hemorroides! El pobre hombre se dio cuenta tan pronto metió el cepillo a la boca de que había confundido una cosa con la otra.
Jesús nos contó una historia acerca de una confusión también. Se trata de la confusión entre dos plantas que se parecen mucho. Como sucede con todas las historias que contó Jesús, no se trata simplemente de una historia interesante. Más bien, tiene cosas muy importantes que enseñarnos.
Por lo tanto, te invito a preparar tu mente y tu corazón para comprender la verdad que Dios te enseña en su Palabra, y ponerla en práctica en tu vida. Abre tu Biblia conmigo en Mateo 13, y leamos los versículos 24 al 30:
Jesús les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña. Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo ha hecho esto". Y los siervos le dijeron*: "¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?" Pero él dijo*: "No, no sea que al recoger la cizaña, arranquéis el trigo junto con ella. "Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: 'Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.'"
Jesús nos cuenta la historia del dueño de un campo, que decidió sembrar semillas de trigo en su terreno para tener una buena cosecha. Sin embargo, mientras todos dormían, un enemigo llegó sigilosamente y sembró otras semillas entre el trigo. Las semillas que el enemigo sembró eran de una mala hierba que se llama cizaña.
La cizaña, cuando brota, se parece mucho al brote de trigo. A simple vista, es casi imposible distinguir entre los dos. Cuando la planta es más madura, entonces empiezan a aparecer las diferencias. Sin embargo, para esas alturas, las plantas de cizaña y de trigo ya se han entrelazado las raíces al crecer juntas.
Los siervos del dueño del campo vieron crecer las plantas juntas, y pronto se dieron cuenta de que había cizaña sembrada entre el trigo. Le fueron a avisar al dueño de lo sucedido, y él pronto se dio cuenta de que era un enemigo el que le había venido a arruinar la cosecha.
Sus siervos le preguntaron si él quería que ellos pasaran por el campo, arrancando todas las plantas de cizaña. Como ya estaba grande, se distinguía la diferencia entre las plantas de cizaña y las de trigo. Pero el dueño se dio cuenta de lo que podría suceder. Como las plantas ya habían crecido y sus raíces se habían entretejido, muchas de las plantas de trigo se arrancarían juntamente con la cizaña. Por esto, les dio instrucciones a sus siervos de esperar.
Las dos plantas crecerían juntas, pero en el día de la cosecha, se separarían. Los segadores juntarían la cizaña en manojos y la quemarían, y después recogerían el trigo para guardarlo en el granero. Aunque las dos plantas crecerían juntas durante algún tiempo, llegaría el momento en que se separarían.
Leamos ahora la explicación que nos da Jesús de esta parábola, en los versos 36 al 43 del mismo capítulo:
Entonces dejó a la multitud y entró en la casa. Y se le acercaron sus discípulos, diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Y respondiendo El, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno; y el enemigo que la sembró es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERAN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga. Mateo 13:36-43
Jesús nos explica el significado de los detalles importantes de la parábola. Como en la mayoría de las parábolas, no todos los detalles son importantes. Por ejemplo, en esta parábola, Jesús no les da ningún significado a los siervos del dueño. Sólo son parte de la historia para que sea más real.
Otra cosa que es importante es que cada parábola tiene su propia interpretación, y los detalles de diferentes parábolas no siempre significan lo mismo. Por ejemplo, en la parábola que estudiamos la semana pasada - la parábola del sembrador y los suelos - la semilla representaba la Palabra del reino. En esta parábola, en cambio, la semilla representa personas. En las diferentes parábolas, la semilla representa cosas diferentes. Por esto, tenemos que interpretar cada parábola por su propia cuenta.
Aquí están los detalles importantes. El sembrador de la buena semilla es Jesús, el Hijo del Hombre. El campo es el mundo. Ahora, en este detalle, hay algo muy interesante. En la historia que Jesús contó, el sembrador es el dueño del campo. Esto indica que Jesús, el sembrador, es también el dueño del campo. En otras palabras, Jesús es el dueño legítimo del mundo. Este detalle implica que Jesús es Dios, porque Dios es el dueño de todo.
La buena semilla, la semilla de trigo, representa a los hijos del reino. En otras palabras, representa a las personas que pertenecen al reino de Dios. La cizaña representa a los hijos del maligno, y quien los siembra es el diablo. En esto también hay algo muy interesante. En este campo, sólo hay dos cosas sembradas.
En este mundo, sólo hay dos clases de gente: los que pertenecen al reino de Dios, y los que siguen bajo el poder de Satanás. ¿Te parece chocante esta idea? ¡No lo digo yo; lo dijo Jesús! Muchos dirán: "Bueno, yo no soy una persona religiosa, pero no soy tan malo. Quizás no pertenezca al reino de Dios, pero tampoco soy de Satanás. ¡Qué idea!"
Pero Jesús no nos deja un término medio. O pertenecemos a su reino, o seguimos bajo el poder de Satanás. O nos entregamos a Jesucristo, o seguimos viviendo bajo las mentiras de Satanás, manejados sin saberlo por sus tentaciones e intrigas. ¡No hay otra opción!
Pero hay algo muy bueno aquí. La cizaña nace cizaña, y cizaña se queda. El trigo nace trigo, y trigo es. Sin embargo, tú y yo podemos cambiar. Podemos dejar de pertenecer al reino del maligno y entrar al reino de Jesucristo. Por la gracia de Dios, podemos arrepentirnos y aceptar a Cristo como Señor y Salvador. ¡Qué buena noticia!
Pero un día, será muy tarde. Jesús nos dice que viene un día en que se separarán finalmente el trigo y la cizaña. Al fin del mundo, los ángeles recogerán a todos los pecadores y los que hacen pecar a otros. Ellos recibirán su castigo, y no tendrán parte en el reino de Dios. Entonces los justos, los que han sido justificados por la fe en Jesús, brillarán como el sol en el reino de su Padre.
Hay dos lecciones importantes que podemos sacar de esta enseñanza. En primer lugar, nos ayuda a comprender el mundo en el que vivimos. A veces nos preguntamos por qué Dios no saca a todos los malos del mundo. Jesús nos dice que, un día, esto sucederá. Sin embargo, si Dios lo hiciera ahora mismo, se perderían muchos que podrían llegar a salvarse.
Mientras tanto, a veces es difícil distinguir entre los hijos del reino y los hijos del maligno. Así como se parecen el trigo y la cizaña, a veces también se parecen los hijos de Dios a la gente del mundo. A nosotros no nos toca juzgar. Es fácil decir: "Yo creo que tal persona no puede ser creyente. ¡Mira lo que hace!" Sin embargo, no conocemos su corazón. Tampoco sabemos cuáles cambios traerá Dios a su vida. Hay ocasiones en las que tenemos que juzgar el comportamiento de las personas, pero no podemos tomar la determinación final acerca de su salvación. No pierdas la esperanza de que alguien pueda cambiar y ser salvo. ¡Aún hay tiempo!
Por otra parte, aunque nos entristecemos cuando una persona que parecía ser creyente se aleja del camino, no nos debe sorprender. Tampoco debe llevarnos a cuestionar la fe. Jesús ya nos ha dicho que hay cizaña entre el trigo. Años atrás, un evangelista muy famoso abandonó la fe por completo. Hasta el día de hoy se declara ateo. Espero que regrese a la fe algún día, pero su mal ejemplo no tiene por qué sacudir mi fe en Dios. Un día, todo quedará en claro. Mientras tanto, sigamos a Cristo.
La segunda cosa que vemos aquí es que viene un día de juicio. En ese día, todos los secretos serán revelados. ¿Estás preparado para la llegada de ese día? ¿Estás seguro de que serás parte del reino de Dios en ese día? Te diré cómo puedes estar seguro. Jesús nos dice que los hijos del reino son los que han sido plantados por El.
En otras palabras, la forma de ser un hijo del reino es entregar tu vida a Jesús. Es recibir el perdón que Él te ofrece, que El murió para comprar por ti en la cruz, y seguirle a Él como Señor. Cuando tú conoces a Jesucristo, tu vida cambia. Cuando tú conoces a Jesús, llevas un fruto diferente del fruto de la cizaña. De hecho, el fruto de la cizaña es venenoso.
Viene un gran día, cuando este mundo y toda la creación serán purificados. En ese día, todo el que no conozca a Cristo será quitado, y entonces los justos gozarán plenamente de la luz de Cristo. Brillarán, como el sol. La opción es de cada uno de nosotros, pero tenemos que elegir. Cuando llegue ese día, ¿quieres brillar? ¿O te quieres quemar?