Como un madero en alta mar
“Cuando llegó el momento en que me ví tal como era en realidad, un racista digno de lástima, un hipócrita que me disfrazaba con el evangelio mientras vivía el anti-evangelio; cuando llegó ese momento, me tuve que agarrar como quien se está ahogando a la promesa de la gracia para gente que se merece lo opuesto. Gente como yo.” (Philip Yancey. “Gracia divina vs. Condena humana” – pg. 167. Editorial Vida. Miami. 1998. Se utiliza la cita breve en los términos del uso legalmente permitido, haciendo mención de fuente y autor y sin alterar contenido ni contexto.)
La figura que Philip Yancey hace de la gracia de Dios, me emociona y no puedo menos que sentirme totalmente identificado con ella. No he sido racista, pero sí he prejuzgado e inclusive discriminado tan sólo por las apariencias, actitudes o el aspecto de las personas, inconcientemente creyéndome moralmente un escalón por arriba de mis prójimos.
Hoy, puedo ver y reconocer que mi vida tal como está, es el resultado de muchas malas decisiones, pensamientos y convicciones erradas.
Es por ello que a pesar de encontrarme abatido y sin ánimo (cosa curiosa: esta vez escribe un “mensaje de ánimo” uno que está desanimado!!!) me aferro con todas mis fuerzas a un madero flotando en medio del mar, el madero de la Gracia de Dios. Toda vez que si hay algo que la Voluntad de Dios no puede hacer, es llevarme a donde la Gracia de Dios no pueda alcanzarme.
Amada(o): Tenemos todo el “derecho” de sentirnos abatidos y derrotados. Lo que no podemos es renunciar a depender totalmente de la Gracia de Dios. Absolutamente inmerecida, por cierto, si no, no sería “Gracia”; pero disponible para todos y cada uno de nosotros en cantidades infinitas, imponderables. Esto me ayuda a seguir, a ponerme de pie una vez más con cada caída. A ponerle la otra mejilla a las cachetadas de la vida, a continuar a pesar de todo.
Dios te ama. No importa quién eres ni lo que hiciste de tu vida. Si hay algo que El no puede hacer, es ponerte lejos del alcance de su propia gracia.
Autor: Luis Caccia Guerra