Deleitate en Jehova y el te dara las peticiones de tu corazon (Salmo 37.4)
... los creyentes que conocen a Cristo entienden que el deleite y la fe están casados de tan bendita manera que las puertas del infierno no pueden prevalecer para divorciarlos. Los que aman a Dios con todo su corazón, encuentran que Sus caminos son caminos agradables y Sus vías son de paz. Los santos descubren en su Señor tal gozo, tales desbordantes deleites, tal sobreabundante bendición, que lejos de servirle por costumbre, quieren seguirle aunque el mundo entero rechace Su nombre como algo pernicioso. El temor de Dios no es compulsión. Nuestra fe no es una cadena. Nuestra profesión no es una prisión. No somos arrastrados a la santidad, ni forzados a cumplir con el deber. No, señores, nuestra religión es nuestro recreo. Nuestra esperanza es nuestra felicidad, nuestro deber es nuestro deleite. Spurgeon