UNA BOLSA CON COMIDA O UN BANQUETE
La diferencia entre lanzar rápidamente unas cuantas oraciones cuando tiene el momento y emplear un tiempo devocional de calidad con Dios es como la que existe entre comprar comida rápida y comer en un buen restaurante. En el caso de la comida rápida llega manejando, grita por un micrófono y gira el carro hacia la ventanilla donde le lanzan una bolsa con alimentos. Pero en un buen restaurante usted se sienta, pasa un buen rato en conversación agradable con su acompañante de mesa, se alimenta y refresca. Es una experiencia reconfortante para el cuerpo, la mente y el alma.
Muchos cristianos solo han recibido comida rápida en sus vidas en el aspecto espiritual; nunca han tenido la experiencia del banquete que Dios tiene para ellas. He descubierto que hay dos razones principales por las que las personas se pierden los estupendos períodos de oración con Dios:
1. FALTA DE DESEO: Para establecer la costumbre regular de tener un período devocional, tiene que desearlo de veras. Muchos se quejan de no tener suficiente tiempo, pero si han de ser sinceros con ellos mismos, deben darse cuenta de que uno halla el tiempo para lo que le interesa. Si realmente quiere tener tiempo para orar, tiene que dejar a un lado otras cosas y hacerlo.
Si la falta de deseo es lo que le impide el desarrollo de un período de profunda comunión con Dios, deje de hacer lo que está haciendo y ore por eso ahora mismo. Si le pide a Dios que le dé el deseo, Él se lo dará.
2. FALTA DE ESTRATEGIA PRÁCTICA PARA ORAR DIARIAMENTE: La idea de dedicar un largo período con Dios todos los días es intimidante para muchas personas. Cuando se habla de ver la televisión por una hora, no parece ser mucho tiempo. Pero si le pide a alguien que no está acostumbrado a orar que le dedique una hora en oración a Dios, esos sesenta minutos les parecen como una vida entera. Sin embargo, si se aborda el tiempo diario para este fin con una buena estrategia, podrá llegar a desarrollar un excelente período devocional que no solo es reconfortante, sino que transforma la vida. J. Maxwell