¿Y ahora qué?
Un pastor iba de visita en cierto vecindario cuando observó a un niño que intentaba, sin éxito, alcanzar un timbre. Sintiendo lástima por el pobre niño, el pastor se acercó para ayudarlo. Después de empujar el timbre, le preguntó: "¿Y ahora qué?" El niño le respondió: "Ahora, ¡a correr!"
Me imagino que, de haber sabido cuáles eran las intenciones del muchacho, ¡el pastor no lo habría ayudado! Sin embargo, la pregunta que le hizo al niño es una buena pregunta. ¿Y ahora qué? Es una pregunta que se hacen muchos después de aceptar a Cristo. "Bueno, ya me arrepentí de mis pecados, ya recibí la salvación y el perdón; y ahora, ¿qué?" Buena pregunta.
Si acabas de aceptar a Cristo recientemente, o si ya tienes años de ser creyente, es bueno meditar en esta pregunta. ¿Y ahora qué? ¿Cómo vivo esta vida nueva que Dios me ha dado? ¿Cómo puedo crecer en Cristo? Responder a esta pregunta sería cuestión de toda una serie de mensajes. En esta mañana, no pretendo dar una respuesta completa.
Las cosas básicas que debemos hacer, todos las sabemos: leer la Biblia, orar, reunirnos con otros creyentes, obedecer lo que Cristo nos manda... Pero no vamos a hablar de esas cosas en esta mañana. Más bien, llegaremos de otra dirección. Vamos a ver tres claves para una vida cristiana de éxito.
istianos de Colosas, a quienes Pablo escribió la carta a los colosenses, habían empezado bien. Se habían entregado a Cristo, y habían comenzado una nueva vida. Sin embargo, ahora estaban confundidos. Llegaron maestros a su Iglesia, enseñándoles que Cristo no es suficiente. Les dijeron que tenían que agregar a su fe en Jesucristo algunas costumbres religiosas, y que debían también adorar a los ángeles. Sólo así podrían llegar a Dios.
Es interesante cómo los mismos errores se siguen presentando. Satanás no es muy creativo; ¡sigue reciclando las mismas viejas mentiras! Todavía hay personas que creen que Jesucristo no es suficiente; necesitamos la ayuda de muchas otras personas para llegar a Dios. Frente a esto, tenemos que decir: Si tengo a Cristo, lo tengo todo; si me falta Cristo, no tengo nada.
Si tengo a Cristo, ¿ahora qué? ¿Cómo sigo viviendo en El? Abramos la Biblia en Colosenses 2:6-7 Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El; firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud.
¿Cómo vivo en Cristo? "De la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él". La misma fe que nos salvó cuando creímos en Cristo es la fe que nos guiará y santificará al vivir en El. La fe que nos salva es la fe en Cristo Jesús como Señor. Cada una de esas tres palabras es importante.
Cristo significa lo mismo que Mesías, el Ungido de Dios. Recibir a Cristo significa reconocerlo como el Escogido de Dios para salvarnos, para guiarnos, para llenarnos de su presencia. Jesús significa "El Señor salva". Recibir a Jesús significa reconocerlo como único Salvador, como el único que perdona nuestros pecados y nos libera del juicio de Dios.
Señor indica que El reina sobre todas las cosas. Si lo hemos recibido como Señor, hemos reconocido que El merece tener el control completo sobre nuestras vidas. Vivir en Cristo abarca todas estas cosas, y no las podemos olvidar; Él es nuestro Ungido, nuestro Salvador, nuestro Soberano Señor.
Veamos en el verso 7 tres claves para el éxito en la vida cristiana. La primera clave para vivir en Cristo es ésta: arraigados y edificados en El. En otras palabras, vivir en Cristo significa hundir las raíces de nuestro corazón en El, y construir nuestra vida sobre la base de Él. Las plantas hunden sus raíces en la tierra para recibir sostén y seguridad; una planta sin raíz es una planta desnutrida e inestable. Crecer en Cristo es hundir las raíces de nuestro corazón sólo en El.
Un edificio se tiene que construir sobre una base estable. Cuando la base no es estable, el edificio se derrumba. De la misma manera, tenemos que edificar nuestra vida sobre la base sólida que es Jesucristo. No podemos empezar de una manera, y luego cambiar a otra.
Si tú ya empezaste a vivir en Cristo, sigue hundiendo tus raíces en El. No intentes trasplantar tu vida a otro suelo. No trates de mover la construcción de tu vida a otra base. Para que esto suceda, una de las cosas importantes que debemos hacer es traer a la memoria lo que Cristo hizo por nosotros.
Recuerdo, cuando era un pastor muy joven, que me invitaron a traer el mensaje a una reunión de oración en otra Iglesia. Les pregunté a unos hermanos ancianos, con muchos años de trayectoria en el evangelio, qué mensaje pensaban que debía llevar. El hermano respondió: "Nunca está mal un mensaje acerca del evangelio."
Yo pensé dentro de mí: "Quiero compartir algo novedoso, algo interesante. Creo que todos ya conocen el evangelio." Pero con el transcurso de los años, me he dado cuenta de la sabiduría del consejo de aquel hermano. Nunca está de más recordar el mensaje sencillo del evangelio, porque somos olvidadizos. Sin darnos cuenta, nos empezamos a alejar de la verdad.
Por eso, es necesario seguir hundiendo raíz en la verdad y edificar nuestra vida sobre la base de Jesucristo. Esto nos lleva a la segunda clave para una vida cristiana de éxito: confirmados en la fe como se les enseñó. La palabra "fe" puede tener dos sentidos en la Biblia. En la mayoría de casos, se refiere al acto de creer; la decisión de confiar en Jesucristo.
Pero en algunos casos, y éste es uno de ellos, se refiere a lo que se cree. En otras palabras, se refiere a las verdades y doctrinas en las que confiamos. Cuando leemos la frase "confirmados en la fe", debemos pensar en las verdades y doctrinas que la Biblia nos enseña acerca de Jesucristo y la salvación que tenemos en El.
Hoy en día, la palabra "doctrina" no está muy de moda. En muchas Iglesias, casi no se habla de doctrina. Se ve como algo aburrido y de poco valor. Pero una "fe" sin doctrina, sin enseñanzas claras y bíblicas, sería como un animal sin huesos. Creo que a todos nos encantaría que los animales no tuvieran huesos, porque serían mucho más fáciles de comer; pero tendrían graves problemas para sobrevivir. De hecho, no podríamos vivir sin huesos, porque no nos podríamos mover.
Si queremos tener éxito en la vida cristiana, tenemos que fortalecernos en la fe. Tenemos que recibir la enseñanza verdadera y bíblica acerca de lo que creemos, y conocerlo cada vez mejor. De otro modo, nuestra supuesta fe será como un animal sin huesos - incapaz de moverse. Será simple emoción, sin substancia. El entusiasmo no es lo mismo que la fe.
Nos fortalecemos en la fe cuando asistimos a clases como la escuela dominical, cuando escudriñamos las Escrituras en la célula familiar, cuando prestamos atención a los sermones y aprendemos de ellos, y por medio de nuestra lectura personal de la Palabra. A mi ver, éste es uno de los puntos más débiles de la Iglesia de nuestros días. ¡No sabemos lo que creemos!
Hermano, hermana, ¿te estás fortaleciendo en la fe? ¿Estás aprendiendo más acerca de las verdades que la Biblia enseña? ¿Los estudias cuidadosamente? No te conformes con una fe sin huesos. Aprende lo que crees. Estudia. Te puedo recomendar algunos buenos libros, si quieres. Pero no te quedes con una fe sin fundamento.
La tercera clave para una vida cristiana de éxito es ésta: llenos de gratitud. La palabra significa "rebosando de gratitud". Tenemos que comprender que la gratitud es una elección. Tú mismo decides si serás agradecido con Dios, o no. La gratitud debe ser algo que fluye de nosotros, no sólo una emoción reservada para momentos esporádicos.
Si te falta gratitud, te vuelves vulnerable a los ataques del enemigo. ¡Sin gratitud, corres peligro! Cuando te falta gratitud, eres más vulnerable a la duda y el engaño espiritual. Si Satanás te puede convencer de que Dios no es bueno, entonces ya ganó la batalla.
Es lo mismo que hizo con Eva en el jardín del Edén. ¡Les digo que el enemigo no es creativo! ¡Siempre usa las mismas mentiras! A Eva le hizo creer que Dios era un aguafiestas, un egoísta que quería mantener la felicidad lejos de ella y de Adán. Fue así que la convenció para que desobedeciera a Dios. ¡Entonces descubrieron que Dios les había prohibido comer del árbol por amor, no por crueldad!
Satanás sigue tratando de convencernos que Dios no es bueno. Nos señala nuestras circunstancias, y susurra en nuestro oído: "¿Cómo puede Dios ser bueno si El permitió esto? ¿Cómo puede Dios ser bueno si no te protegió de aquello? ¿Cómo puede Dios ser bueno si no te ha dado lo otro?" La mejor forma de contrarrestar estas mentiras y proteger nuestro corazón es cultivar la gratitud.
Acostúmbrate a pensar detenidamente en todo lo que Dios te ha dado. Lo más importante de todo es que te ha dado la salvación por medio de Cristo Jesús. Te ha dado la vida, la salud, el privilegio de vivir en un mundo bello, el amor de tus seres queridos... ¡muchas bendiciones! Cultiva la gratitud. Es un esfuerzo, pero vale la pena.
Comenzamos con esta pregunta: ¿y ahora qué? La respuesta es: con raíces hundidas en Cristo, fortalecidos en la fe y rebosando de gratitud. ¿Qué te ha dicho Dios en esta mañana que debes cambiar en tu propia vida? Escoge una de las cosas que Él te ha señalado, y pídele que te ayude a crecer en esa área. Con la ayuda del Señor, decídete a trabajar conscientemente en ella. Que Dios nos fortalezca para caminar y crecer en Cristo.
Un pastor iba de visita en cierto vecindario cuando observó a un niño que intentaba, sin éxito, alcanzar un timbre. Sintiendo lástima por el pobre niño, el pastor se acercó para ayudarlo. Después de empujar el timbre, le preguntó: "¿Y ahora qué?" El niño le respondió: "Ahora, ¡a correr!"
Me imagino que, de haber sabido cuáles eran las intenciones del muchacho, ¡el pastor no lo habría ayudado! Sin embargo, la pregunta que le hizo al niño es una buena pregunta. ¿Y ahora qué? Es una pregunta que se hacen muchos después de aceptar a Cristo. "Bueno, ya me arrepentí de mis pecados, ya recibí la salvación y el perdón; y ahora, ¿qué?" Buena pregunta.
Si acabas de aceptar a Cristo recientemente, o si ya tienes años de ser creyente, es bueno meditar en esta pregunta. ¿Y ahora qué? ¿Cómo vivo esta vida nueva que Dios me ha dado? ¿Cómo puedo crecer en Cristo? Responder a esta pregunta sería cuestión de toda una serie de mensajes. En esta mañana, no pretendo dar una respuesta completa.
Las cosas básicas que debemos hacer, todos las sabemos: leer la Biblia, orar, reunirnos con otros creyentes, obedecer lo que Cristo nos manda... Pero no vamos a hablar de esas cosas en esta mañana. Más bien, llegaremos de otra dirección. Vamos a ver tres claves para una vida cristiana de éxito.
Los cristianos de Colosas, a quienes Pablo escribió la carta a los colosenses, habían empezado bien. Se habían entregado a Cristo, y habían comenzado una nueva vida. Sin embargo, ahora estaban confundidos. Llegaron maestros a su Iglesia, enseñándoles que Cristo no es suficiente. Les dijeron que tenían que agregar a su fe en Jesucristo algunas costumbres religiosas, y que debían también adorar a los ángeles. Sólo así podrían llegar a Dios.
Es interesante cómo los mismos errores se siguen presentando. Satanás no es muy creativo; ¡sigue reciclando las mismas viejas mentiras! Todavía hay personas que creen que Jesucristo no es suficiente; necesitamos la ayuda de muchas otras personas para llegar a Dios. Frente a esto, tenemos que decir: Si tengo a Cristo, lo tengo todo; si me falta Cristo, no tengo nada.
Si tengo a Cristo, ¿ahora qué? ¿Cómo sigo viviendo en El? Abramos la Biblia en Colosenses 2:6-7 Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El; firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe, tal como fuisteis instruidos, rebosando de gratitud.
¿Cómo vivo en Cristo? "De la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él". La misma fe que nos salvó cuando creímos en Cristo es la fe que nos guiará y santificará al vivir en El. La fe que nos salva es la fe en Cristo Jesús como Señor. Cada una de esas tres palabras es importante.
Cristo significa lo mismo que Mesías, el Ungido de Dios. Recibir a Cristo significa reconocerlo como el Escogido de Dios para salvarnos, para guiarnos, para llenarnos de su presencia. Jesús significa "El Señor salva". Recibir a Jesús significa reconocerlo como único Salvador, como el único que perdona nuestros pecados y nos libera del juicio de Dios.
Señor indica que El reina sobre todas las cosas. Si lo hemos recibido como Señor, hemos reconocido que El merece tener el control completo sobre nuestras vidas. Vivir en Cristo abarca todas estas cosas, y no las podemos olvidar; Él es nuestro Ungido, nuestro Salvador, nuestro Soberano Señor.
Veamos en el verso 7 tres claves para el éxito en la vida cristiana. La primera clave para vivir en Cristo es ésta: arraigados y edificados en El. En otras palabras, vivir en Cristo significa hundir las raíces de nuestro corazón en El, y construir nuestra vida sobre la base de Él. Las plantas hunden sus raíces en la tierra para recibir sostén y seguridad; una planta sin raíz es una planta desnutrida e inestable. Crecer en Cristo es hundir las raíces de nuestro corazón sólo en El.
Un edificio se tiene que construir sobre una base estable. Cuando la base no es estable, el edificio se derrumba. De la misma manera, tenemos que edificar nuestra vida sobre la base sólida que es Jesucristo. No podemos empezar de una manera, y luego cambiar a otra.
Si tú ya empezaste a vivir en Cristo, sigue hundiendo tus raíces en El. No intentes trasplantar tu vida a otro suelo. No trates de mover la construcción de tu vida a otra base. Para que esto suceda, una de las cosas importantes que debemos hacer es traer a la memoria lo que Cristo hizo por nosotros.
Recuerdo, cuando era un pastor muy joven, que me invitaron a traer el mensaje a una reunión de oración en otra Iglesia. Les pregunté a unos hermanos ancianos, con muchos años de trayectoria en el evangelio, qué mensaje pensaban que debía llevar. El hermano respondió: "Nunca está mal un mensaje acerca del evangelio."
Yo pensé dentro de mí: "Quiero compartir algo novedoso, algo interesante. Creo que todos ya conocen el evangelio." Pero con el transcurso de los años, me he dado cuenta de la sabiduría del consejo de aquel hermano. Nunca está de más recordar el mensaje sencillo del evangelio, porque somos olvidadizos. Sin darnos cuenta, nos empezamos a alejar de la verdad.
Por eso, es necesario seguir hundiendo raíz en la verdad y edificar nuestra vida sobre la base de Jesucristo. Esto nos lleva a la segunda clave para una vida cristiana de éxito: confirmados en la fe como se les enseñó. La palabra "fe" puede tener dos sentidos en la Biblia. En la mayoría de casos, se refiere al acto de creer; la decisión de confiar en Jesucristo.
Pero en algunos casos, y éste es uno de ellos, se refiere a lo que se cree. En otras palabras, se refiere a las verdades y doctrinas en las que confiamos. Cuando leemos la frase "confirmados en la fe", debemos pensar en las verdades y doctrinas que la Biblia nos enseña acerca de Jesucristo y la salvación que tenemos en El.
Hoy en día, la palabra "doctrina" no está muy de moda. En muchas Iglesias, casi no se habla de doctrina. Se ve como algo aburrido y de poco valor. Pero una "fe" sin doctrina, sin enseñanzas claras y bíblicas, sería como un animal sin huesos. Creo que a todos nos encantaría que los animales no tuvieran huesos, porque serían mucho más fáciles de comer; pero tendrían graves problemas para sobrevivir. De hecho, no podríamos vivir sin huesos, porque no nos podríamos mover.
Si queremos tener éxito en la vida cristiana, tenemos que fortalecernos en la fe. Tenemos que recibir la enseñanza verdadera y bíblica acerca de lo que creemos, y conocerlo cada vez mejor. De otro modo, nuestra supuesta fe será como un animal sin huesos - incapaz de moverse. Será simple emoción, sin substancia. El entusiasmo no es lo mismo que la fe.
Nos fortalecemos en la fe cuando asistimos a clases como la escuela dominical, cuando escudriñamos las Escrituras en la célula familiar, cuando prestamos atención a los sermones y aprendemos de ellos, y por medio de nuestra lectura personal de la Palabra. A mi ver, éste es uno de los puntos más débiles de la Iglesia de nuestros días. ¡No sabemos lo que creemos!
Hermano, hermana, ¿te estás fortaleciendo en la fe? ¿Estás aprendiendo más acerca de las verdades que la Biblia enseña? ¿Los estudias cuidadosamente? No te conformes con una fe sin huesos. Aprende lo que crees. Estudia. Te puedo recomendar algunos buenos libros, si quieres. Pero no te quedes con una fe sin fundamento.
La tercera clave para una vida cristiana de éxito es ésta: llenos de gratitud. La palabra significa "rebosando de gratitud". Tenemos que comprender que la gratitud es una elección. Tú mismo decides si serás agradecido con Dios, o no. La gratitud debe ser algo que fluye de nosotros, no sólo una emoción reservada para momentos esporádicos.
Si te falta gratitud, te vuelves vulnerable a los ataques del enemigo. ¡Sin gratitud, corres peligro! Cuando te falta gratitud, eres más vulnerable a la duda y el engaño espiritual. Si Satanás te puede convencer de que Dios no es bueno, entonces ya ganó la batalla.
Es lo mismo que hizo con Eva en el jardín del Edén. ¡Les digo que el enemigo no es creativo! ¡Siempre usa las mismas mentiras! A Eva le hizo creer que Dios era un aguafiestas, un egoísta que quería mantener la felicidad lejos de ella y de Adán. Fue así que la convenció para que desobedeciera a Dios. ¡Entonces descubrieron que Dios les había prohibido comer del árbol por amor, no por crueldad!
Satanás sigue tratando de convencernos que Dios no es bueno. Nos señala nuestras circunstancias, y susurra en nuestro oído: "¿Cómo puede Dios ser bueno si El permitió esto? ¿Cómo puede Dios ser bueno si no te protegió de aquello? ¿Cómo puede Dios ser bueno si no te ha dado lo otro?" La mejor forma de contrarrestar estas mentiras y proteger nuestro corazón es cultivar la gratitud.
Acostúmbrate a pensar detenidamente en todo lo que Dios te ha dado. Lo más importante de todo es que te ha dado la salvación por medio de Cristo Jesús. Te ha dado la vida, la salud, el privilegio de vivir en un mundo bello, el amor de tus seres queridos... ¡muchas bendiciones! Cultiva la gratitud. Es un esfuerzo, pero vale la pena.
Comenzamos con esta pregunta: ¿y ahora qué? La respuesta es: con raíces hundidas en Cristo, fortalecidos en la fe y rebosando de gratitud. ¿Qué te ha dicho Dios en esta mañana que debes cambiar en tu propia vida? Escoge una de las cosas que Él te ha señalado, y pídele que te ayude a crecer en esa área. Con la ayuda del Señor, decídete a trabajar conscientemente en ella. Que Dios nos fortalezca para caminar y crecer en Cristo.