Ventanas y paredes
La escritora Ruth Bebermeyer escribió tiempo atrás esta poesía, que mi esposa me alcanzó y compartió porque le pareció hermosa:
Siento que tus palabras me sentencian,
que me juzgan y que me apartan de tí,
pero antes de irme, tengo que saber
si es eso lo que quieres decirme.
Antes de erigirme en mi defensa,
antes de hablar herido o asustado,
antes de levantar esa pared de palabras,
quiero saber si verdaderamente he oído.
Las palabras son ventanas o paredes;
nos condenan o nos liberan.
ojalá que al hablar o al escuchar
resplandezca la luz del amor a través mío.
Hay cosas que necesito decir,
cosas muy significativas para mí.
Si no me expreso claramente con mis palabras,
¿me ayudarás a ser libre?
Si te pareció que quise rebajarte,
si creíste que no me importabas,
tratá de escuchar a través de mis palabras
los sentimientos que compartimos.
Las palabras deberían tener un significado único, pero no lo tienen… ni en el idioma español, ni en los oídos de quienes las escuchan.
Muchas veces han sido creadas originalmente en otro idioma, y aquellos que se ocuparon de traducirlas le ponen un significado aproximado porque no encontraron otro más cercano.
Eso me pasó en muchísimas ocaciones trabajando con textos bíblicos. Al indagar en sus originales griegos o hebreos descubro un mundo de significancias que en muchos casos cambia completamente la idea de lo que se quiso decir.
Sucede esto por ejemplo con aquella famosa conversación entre Jesús y Pedro, reflejada en Mateo 16: 15:
Mateo 16:15 al 18 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Una mala traducción, una frase leída fuera de contexto ha generado en estos dos mil años una controversia dentro de la iglesia de Cristo, que ha hecho que el mundo católico romano asuma en el papado un liderazgo que nunca fue esbozado por Jesús.
Surgió de una mala traducción del griego, ya que el original decía: “tú eres piedra, y sobre esta Roca (la roca era Cristo) edificaré mi iglesia. La Roca había sido revelada por Simón Pedro una frase antes, cuando él declara que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios viviente.
Esa era la Roca, la verdad, en que se basaría y haría fundamento la Iglesia.
Sin embargo el mundo católico a partir de un error de traducción o una lectura fuera de contexto termina asumiendo que Jesús declara en Pedro el primer Papa.
Me acuerdo que cuando hace 11 años le pregunté a mi pastor de entonces, alrededor de esta cita bíblica tan controversial. Yo venía de 39 años de vivir activamente en el catolicismo, de modo que traía todos estos conflictos doctrinales. Él me escuchó y dijo: “ Una frase leída fuera de contexto es un pretexto”.
Palabras que no significan lo mismo, palabras que para unos y para otros significan cosas distintas.
Y Muchas veces tanto el que las pronuncia como el que las escucha son auténticos y realmente tienen el corazón abierto a la comunicación… pero falla, porque es como que el idioma de una y otra persona fuera distinto.
Palabras que si no se revisan cuidadosamente pueden llevar a la destrucción de la relación entre dos personas, al Cisma que divida la iglesia o a la destrucción de pueblos enteros por guerras entre naciones… todo a partir de palabras que para unos y para otros no significan lo mismo.
La escritora de la poesía que te leí al principio lo entendió y lo pudo expresar maravillosamente.
¿Qué pasaría si pudiéramos darnos la posibilidad de preguntarle al otro cuando sentimos que está pegándonos con su hablar:
A ver, pará un poquito… yo entendí que vos quisiste decir esto. Y me lastimó mucho oírlo.
¿Es esto realmente lo que quisiste decir?
Gran parte del trabajo de terapia de parejas por ejemplo se basa en que el terapeuta trabaja en los significados de las palabras para uno otro cónyuge.
Ya he contado otras veces sobre la primera discución tremenda que tuvimos con mi esposa, a solamente días de habernos casado.
Ella dijo: “Tenía planeado hacer puré para el almuerzo de hoy, pero no voy a poder porque no tengo leche”.
Y yo respondí: “No es necesario usar leche, el puré se hace con aceite y sal solamente”
¡No!, me dijo ella. Vos estás equivocado (en realidad usó otro epíteto un poco más fuerte…)
Y así nos trenzamos en una tremenda pelea.
Es que la palabra puré significaba alimentos completamente distintos para su familia y para la mía, para su cultura y para la mía.
Y nadie nos había preparado para ese encuentro de dos mundos. Estábamos solos, discutiendo en la cocina.
Hoy parece una trivialidad, pero en ese momento fue realmente una crisis.
Por eso la escritora de la poesía habla de ventanas o paredes. Las palabras pueden ser ventanas que comunican dos almas o paredes que las aíslan.
Y hay veces (demasiadas veces) en que esas paredes que se levantan son tan altas e impenetrables que lesionan irremediablemente la relaicón, destruyen un vínculo y hacen que dos personas tomen caminos diferentes e irreconciliables.
¿Sabés de lo que hablo? Estoy seguro que sí, y que esto que comparto con vos hoy está tocando tu corazón.
Y probablemente me digas: “yo lo amo, pero no nos entendemos”, o “Prácticamente ya no nos dirigimos la palabra, porque cada vez que lo hacemos terminamos hiriéndonos”.
¿Será por eso que Jesús usó esa frase reflejada por el capítulo 12 de Mateo:
Mat 12:37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
¿Será por eso que Santiago escribió en su carta:
Santiago 1:19 Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira (…)
Estar seguro, dice Santiago, de oír lo que el otro quiso decir y no solamente escucharlo. Estar seguro de haber entendido bien, y no asumir como verdadera la interpretación de una palabra a partir de nuestra propia idea.
¿Es esto lo que quisiste decir?
Preguntale al otro antes de enojarte.
¿Es esto lo que realmente quisiste decir?
Asegurate antes de enojarte.
¿Es esto lo que realmente quisiste decir?
Y si seguís teniendo dudas, no tomes decisiones hasta que otro medie entre ustedes y los ayude a aclarar el punto.
Confirmalo antes de levantar una pared que separe tu alma de la persona que tenés al lado, posiblemente alguien a quien amás; posiblemente la persona a quien más amás o quien se merece tu amor.
“Por tus palabras podés ser condenado”, decía Jesús.
“Tus palabras pueden liberarte o condenarte” dice la escritora de la poesía.
No tengas dudas, si levantás la pared no estás castigando al otro. Si el muro se levanta entre las dos almas, el más lastimado, el condenado, el sufriente vas a ser vos. Vos más que nadie.
No tengas dudas, vale la pena estar seguro de haber oído lo mismo que el otro quiso decir antes de empezar a pegar ladrillos que distancien para siempre.
La condena es la soledad, la condena es la infelicidad, la condena es la ruptura que hace que dos almas comiencen a buscar un camino que se rompió en muchos casos para siempre.
La escritora dice que “ojalá que al hablar o al escuchar resplandezca la luz del amor a través mío”.
El amor es el puente, el amor es lo que construye la ventana entre las almas.
El amor es el que hace que puedas darle a las palabras una oportunidad de entendimiento, de reencuentro.
¿No te parece que vale la pena intentarlo?
Muchas veces solamente hace falta permitirle al otro responder desde un lugar donde no haya enojo, a la pregunta: ¿Es esto lo que realmente quisiste decir?
Y si nos damos cuenta que estamos enojados, démonos la oportunidad de esperar, anunciando que no es el momento adecuado para hablar.
Si nuestras palabras salen desde la ira estarán cargadas de una pólvora espiritual que solamente contribuirá a aumentar el daño que fabriquen sobre el otro.
¿Puede una palabra mal entendida ser el fín de un matimonio?
¿Puede una palabra mal escuchada destruir el vínvulo entre dos hermanos?
¿Puede realmente una palabra ser ventana o pared?
Si tenés dudas sobre la intención, esperá que el enojo se aleje y luego mate de por medio vuelvan a charlarlo.
Creeme que vale la pena.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos
Argentina
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