ESPACIO PARA SOÑADORES
La madre Teresa de Calcuta escribió:
- Si eres amable, las personas pueden acusarte de egoista e interesado… aún así sé amable.
- Si eres un vencedor, tendrás algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos… aún así, vence.
- Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte… aún así, sé honesto y franco.
- Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo de una hora para otra…aún así, construye.
- Si tienes paz y eres felíz, las personas pueden sentir envidia… aún así, sé felíz.
- El bien que hagas hoy, puede ser olvidado mañana… aún así, haz el bien.
- Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso pueda nunca ser suficiente… aún así, da lo mejor de ti mismo.
- Y recuerda que, al fín de cuentas… es entre Tú y Dios. ¡Nunca fue entre Tú y ellos!
La historia del hombre está llena de soñadores.
Son personas especiales, personas que se atreven a seguir hasta el final con sus principios. Mujeres y hombres que tuvieron frente a sus ojos una imagen de cómo quisieran transformar su mundo y creyendo en ella se atreven a todo por conseguirla, sin conformarse con medias tintas. El juego es a todo o nada… y lucharán hasta el final porque el resultado sea TODO.
Los otros miran y los tratan de locos…
“mirá en lo que está pensando, como si no hubiera cosas importantes para hacer”.
” Ganas de perder el tiempo, eso tiene este tipo.”
“Es muy lindo que dedique parte de su tiempo a temas espirituales, pero tiene que bajar a la tierra, al mundo de la realidad.”
Pero el soñador, simplemente despliega sus alas y se atreve a todo. Es como que tuviera la posibilidad de acceder a un plano al que otros no llegan. Ver las cosas que otros no ven.
Pienso en Gandhi. La India era un país de muchos millones de personas sometidas a un gobierno inglés que les quitaba libertad, que las condenaba a vivir como ciudadanos de segunda en una colonia; un gobierno que imponía su idioma, sus costumbres, su cultura. Un gobierno que les sacaba las riquezas que poseían y controlaba todo con el poder del dinero.
Gandhi se dispuso a hacer una marcha desde el oriente hasta el occidente del país. Una marcha caminando, con la humildad de su túnica y sus sandalias. Una marcha que tenía como única arma el defender la paz a ultranza.
Gandhi se animó a soñar… y cuando llegó a la otra punta del país había generado una revolución tan poderosa que terminó con el gobierno inglés y la India declaró su independencia.
Pienso en Martin Luther King. Hijo de un pastor bautista, vivía en el mejor vecindario negro de Atlanta, EEUU. Disfrutó del jazz, de los deportes, terminó sus estudios de educación media y estudió pastorado en un seminario bautista.
Seguramente sin mucho esfuerzo hubiera sido asignado a una iglesia de esa denominación y hubiera envejecido haciendo un trabajo digno y sin dudas hermoso.
Pero un acto de discriminación contra su raza negra originado en que una señora de piel negra se atrevió a sentarse en la sección para blancos de un colectivo, puso al pastor King de pie e instó un movimiento contra la discriminación motivando a los negros a “protestar con valentía y al mismo tiempo con dignidad y amor”.
Fue arrestado y desde la cárcel escribió una declaración de 9000 palabras sobre la justicia racial, que lo estableció como verdadero líder.
Durante una marcha pronunció un famoso discurso que comienza con las palabras “Tengo un sueño…”
Recibió el premio Nobel de la Paz y continuó sus marchas pacíficas hasta que fue asesinado cuando solamente tenía 39 años.
Igual que Gandhi, Luther King terminó muriendo de un balazo por algún desquiciado que pretendía matar un sueño con una bala en el pecho… sin entender que los sueños de estos hombres no se matan, que los trascienden, que no pueden ser limitados por la muerte.
Podría seguir mencionando cientos, miles de soñadores. Muchos de ellos los hemos leído en nuestras Biblias. José, que por compartir un sueño fue desterrado y arrojado a un pozo. Moisés, Abraham, Noe, San Pablo… y el mismo Jesús.
Si Jesús viviera en este tiempo sería visto seguramente como un excéntrico, despreciado por sus ideas, un loco.
Lo hubieran querido afiliar a algún partido político, le hubieran cerrado los micrófonos de las radios y de la televisión, hubiera sido perseguido por la iglesia oficial del gobierno…
Imaginemos a este Joven levantándose desde su nada humana contra el poder religioso de la época, hablando contra los sacerdotes y maestros en las mismas puertas de sus iglesias.
Poniéndose de pié en un templo lleno, en plena celebración religiosa para señalar que las celebraciones están vacías si no está Dios realmente siendo el centro de ellas.
Un joven de un poco menos de 30 años recogiendo a sus amigos de las calles. Gentes de los más diversos extractos sociales: Empresarios, contadores públicos, escribanos, médicos, militares…un hombre que en las calles es escuchado por multitudes…. y mirado a través de las ventanas de los ministerios, visto de lejos, estudiado por los servicios de información política…
Jesús también tuvo un sueño. Y solamente mirando a los ojos a las personas, logró contagiarles esa utopía de construir un mundo distinto.
…Y un reino que no es de este mundo.
…Y una paz que no es como la sociedad la ofrece.
…Y un sentido para la vida que lleva a una mujer o un hombre a morir por esa causa.
Yo quisiera que te lo imagines, yendo a las “casitas de tolerancia” y cenando con prostitutas. Acercándose a los hogares de los más humildes, allá en los asentamientos, para compartir el día con los que ni siquiera tienen piso de cemento en sus casas…
Un joven de 30 años cuyo conocimiento asombra a todos los que lo escuchan, pero que se niega a ir a la casa de los ilustres o a los sacerdotes…
… prefiere elegir a los más necesitados, a los despreciados socialmente, a los enfermos, a los presos, a los locos, a los drogadictos.
Seguramente que hoy no andaría con una túnica. Sería un joven típico, con el cabello largo recogido por una colita, con pantalones de vaquero y zapatillas.
Posiblemente cargara una guitarra en su espalda, si viviera en nuestros tiempos.
Escribiría poesía, leería mucho.
Sería alguien probablemente parecido a tu hijo o al mío… parecido al joven que una vez fuiste vos o al que fui yo… un loquito que muchos mirarían con desprecio o por lo menos extrañamente… un soñador.
Conozco muchos soñadores contemporáneos, personas que conviven con vos o conmigo, mujeres y hombres que están dispuestos a sacrificarlo todo, a dejarlo todo, a ofrendarlo todo por conseguir realizar aquello que hay en su corazón.
Estaba pensando que muchas personas van a la iglesia por tradición social, cumplen con sus ritos, cumplen con las normas y con eso se conforman. Dios se convirtió en ellos en algo externo, una costumbre… lo hicieron mis abuelos, lo hicieron mis padres… y lo hago yo.
En una ronda de amigos alguien compartió que su hijo solamente se casó por el civil. Otros preguntaron por qué y hubo algunas explicaciones sociales, pero ninguna hablaba de la bendición de Dios sobre la pareja.
Estaba pensando que muchos tienen a su “diosito” colgando en un cuadro en la pared o en una medalla en el cuello porque de ese modo se sienten protegidos, como quien utiliza un amuleto. Entonces, tenerlo a Dios es una forma de sentirse seguro, de no tener miedo, de estar protegido. Lo pongo en el dormitorio, a la entrada de la casa o en el local comercial porque “ahuyenta los malos espíritus”.
Otros realmente oran, se ponen de rodillas convencidos que hay alguien que escucha del otro lado. Otros buscan su Presencia durante años sin encontrarlo. Seres auténticos que simplemente no encuentran el camino. Muchos terminan sus vidas buscándolo.
Pero hay otra raza de hombres, unos cuantos, que han sido mirados a los ojos y llamados por su nombre. Esos sintieron que todo su ser se conmovía hasta quebrarse en mil pedazos. Sintieron que de pronto estaban desnudos y vacíos… y buscaron con desesperada necesidad la mano que abrigara.
Por estos seres es que oro esta mañana, por los que se atrevieron a seguirlo y dejaron todo, por los que sintieron que nada de lo vivido tenía sentido a partir de que ese Ser Único pronunció su nombre.
Ese momento… ese momento es increíble.
¿Cómo podía alguien tan grande, tan enorme poner sus ojos en un ser tan pequeño? ¿Cómo podía ser importante alguien lleno de frustraciones, de fracasos, alguien que a ojos de los otros nunca había llegado a nada?
Pero fue la mirada… y fue pronunciado el nombre. Una mano invisible tocó el hombro y dijo suavemente… “veni, seguime”
A ellos vaya mi admiración esta mañana. Sé que han sufrido mucho por seguir el sueño, sé que muchas puertas se cerraron, sé que se han sentido sólos, perseguidos…
Una vez más, escuchemos Juan 17:
Juan 17:9 al 21 "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
"Ya no estoy en el mundo; pero estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.
"Pero ahora vuelvo a ti, y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
"Pero no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Tiempo atrás hablaba con una amiga que es oyente de mi programa y lee estos mensajes, y le decía que ser cristiano es remar contra la corriente del río de la vida cotidiana, y que hay muchos que incluso pueden pertenecer a nuestras iglesias locales, que desde la orilla de ese río critican a aquel que se niega a aceptar todo aquello que lo aparte de sus sueños.
Acompañame, pidámosle a Dios que siembre en nuestros corazones la semilla de una visión tan maravillosa, que estemos dispuestos a darlo todo… incluso la vida por ella.
Después de todo, seguir a Jesús es ir tras los pasos de un joven que hace dos mil años subió a un monte a dar un sermón que cambió para siempre la vida de millones de personas.
Mateo 5:3 al 12 Bienaventurados los pobres en espíritu; porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran; porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos; porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores; porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Regocijaos y alegraos; porque vuestro galardón es grande en el cielo; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
Si caminando por la plaza de la ciudad donde vivís te encontrás a un joven de 30 años dando un discurso como este… ¿dirías que es un soñador?
¿y te animarías a seguirlo?
La respuesta que le des a esta pregunta puede cambiar el sentido de tu vida para siempre.
HECTOR SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com
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