Una historia apasionante del Antiguo Testamento en 2 Reyes 6 ilustra muy bien lo que significa ser guardado por el poder de Dios.
Ben-Adad, rey de Siria, declaró guerra contra Israel y marchó contra ellos con un gran ejército. Mientras avanzaban, él llamaba muy seguido a sus consejeros de guerra a su aposento privado para planear las estrategias para el próximo día. Pero el profeta Eliseo seguía mandando mensajes al Rey de Israel, detallando cada movimiento de las tropas enemigas. De hecho, en varias ocasiones, los israelitas escaparon de ser vencidos debido a las advertencias de Eliseo.
Ben-Adad estaba furioso y llamó a sus siervos. “¡Díganme quién es el que está revelando nuestros planes al Rey de Israel! ¿Quién es el traidor?” Los sirvientes le dijeron, “No es lo que piensas, mi señor. No hay traidor en el campamento ni en tu corte; todos somos fieles – leales. El profeta Eliseo, que está en Israel, es el que hace saber al Rey de Israel las palabras que tú hablas en tu habitación más secreta” (2 Reyes 6:12).
Ben-Adad inmediatamente despachó un ejército de caballos, carros, y soldados a capturar a Eliseo. “Vayan a Dotán y tráiganlo” demandó el rey. Ellos fueron de noche y rodearon la ciudad, con intención de tomar al profeta por sorpresa, pero el siervo de Eliseo despertó temprano. Cuando él vio que “el ejército tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros” (vs.15), él corrió a su amo con terror y clamó “¡Ah señor mío! ¿qué haremos?”
Sonriendo confiadamente, Eliseo respondió, “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo diciendo: Te ruego Jehová que abras sus ojos para que vea. Jehová abrió entonces los ojos del criado, y este vio que el monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:16-17).
Como el Salmista, Eliseo podía ponerse de pie en medio de la crisis y decir con absoluta confianza:
• No temeré ni a una gran multitud que ponga sitio contra mí. (Salmo 3:6).
• Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Salmo 27:3).
• Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque muchos estén contra mí” (Salmo 55:18).
Mi oración es la de Eliseo: “¡Señor, abre nuestros ojos para que veamos y contemplemos las montañas llenas de caballos y carrozas de fuego – del Señor de los ejércitos!