Los sueños se construyen en el almacén de la memoria con retazos de
ilusiones que han quedado, vaya a saber uno desde cuando.
Tienen los colores del día presente con millones de matices del pasado.
Entre ellos también están los que avisan de un futuro o
nos recuerdan el estado de nuestros tiempos internos y externos.
Los sueños se abastecen de emociones y necesitan de la energía
de la vida que cargada en la batería del cuerpo moviliza al ser que
dispone de una cantidad de energía suficiente para vivir y encontrar plenitud.
Los sueños son esas vivencias del alma que convence a cada parte
del cuerpo para cruzar a otras realidades, que nos sumergen en
las paz algunas veces, en inquietud otras,
en alegrías y emociones, en creencias y diversiones.
Los sueños son el escape que encuentra el ser para transitar
los cielos a los que no llega, a la tierra que no encuentra, al infinito
que no recuerda. Y en esos movimientos incesantes
de ida y de vuelta, se van armando realidades
que se concretan en alguna parte.
Todos tenemos sueños cuando dormimos, cuando el alma suelta
de presiones racionales se despereza en vuelos intensos y es en
intensidades que se miden los sueños, no en tiempos,
y en cada intensidad van cimentándose los
estrechos muros de una nueva realidad.
Sabes, muchos de los grandes inventos han aparecido en los sueños
de algún soñador, otras veces, en nuestros sueños reinventamos
nuestra realidad y también estando despiertos... tenemos algún
sueño, como por ejemplo el sueño de alcanzar algo en la vida,
y es que Dios en su infinita grandeza ha permitido que cada
criatura pueda soñar despierto para trazar un rumbo que lleve
a cada quien a su propia felicidad, porque de vivencias se
alimenta el alma universal de Dios en cada una de sus creaciones.
Por eso no temas soñar. Sueña que alcanzarás tus objetivos
y tus objetivos pronto pueden ser una realidad.
Los sueños están hechos del mismo material que nuestra realidad,
solo difiere en la intensidad que ponemos
en la forma que tenemos para percibir.
Miguel Angel Arcel