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Líderes y PastoresNunca he conocido a un líder de iglesia que se haya sentido llamado a mantener un modelo que funcionaba bien hace veinte años, pero que ha dejado de causar un impacto hoy. Nadie quiere trabajar en una iglesia que se aferre a un enfoque que, en realidad, no haga progresar su misión o su visión. La mayoría de los líderes de las iglesias tienen la suficiente intuición para saber cuándo algo está funcionando y cuándo no. Y eso nos lleva a una pregunta que hay necesidad de hacerse: ¿Por qué no hemos hecho algo todavía al respecto?La razón primaria por la cual las iglesias se aferran a modelos y programas pasados de moda es que les falta liderazgo. Para que una organización se mantenga centrada en su visión, es necesario que la guíe un líder o unos líderes que estén centrados en esa visión. El problema está en que las juntas de las iglesias raras veces reclutan y contratan líderes. Reclutan y contratan pastores, predicadores y maestros para que sean sus líderes. Pero los pastores, los predicadores y los maestros están entrenados y dotados para… ya lo adivinaste… pastorear, predicar y enseñar. En la mayoría de las iglesias se espera del hombre o la mujer que tiene la responsabilidad de predicar que lleve sobre sí también el mando del liderazgo. Esto es cierto, tanto si esta persona está dotada y ha sido entrenada para guiar, como si no.Yo asistí a un seminario altamente respetado durante cuatro años. ¿Sabes cuántas asignaturas sobre liderazgo me exigía el seminario que estudiara? Me imagino que ya lo sabes. Ninguna. Ni una sola. Y mi título era el título destinado a los que se sentían llamados a guiar una iglesia local. Peor que el hecho de que no se enseñaba liderazgo era el mensaje que esto llevaba implícito: El liderazgo no es importante. Si conoces la Biblia, ya conoces todo lo que necesitas conocer para guiar a una iglesia local. Pero conocer la Biblia no convierte a nadie en líder. Varios años después de mi graduación, el seminario añadió un conjunto de asignaturas relacionadas con el liderazgo. Y yo aplaudí esa mejora. Pero he aquí el reto: Enseñarles liderazgo a los líderes da por resultado unos líderes mejores. Enseñarles liderazgo a los pastores, predicadores y maestros tiene por resultado unos pastores, predicadores y maestros que han estudiado un curso de liderazgo. Ese curso de liderazgo los podrá hacer mejores, pero no los convierte en líderes.Los pastores, predicadores y maestros que no están bien dotados en el aspecto del liderazgo ponen el liderazgo en manos de la administración. En el mejor de los casos, toman lo que se les ha entregado y lo cultivan, lo protegen, lo defienden y, en algunos casos, lo mejoran. En el peor de los casos, se centran en las labores de pastorear, predicar y enseñar, y delegan las decisiones clave del liderazgo a los comités. Sienten reticencia en cuanto a salirse de las líneas para las cuales fueron contratados. Para ellos no es intuitivo ni cómodo abandonar el enfoque que heredaron, a fin de guiar hacia una nueva dirección. Por consiguiente, terminan casados con el modelo dentro del cual fueron contratados.El rechazo que por lo general recibo cuando enseño acerca de este tema suele ser algo como esto: «Los autores del Nuevo Testamento usan los términos pastor, anciano y obispo para describir a los que supervisan a la iglesia. Se mencionan muy pocas veces los términos líder y liderazgo en el Nuevo Testamento». Además de esto, es frecuente que me recuerden los problemas y los abusos asociados al liderazgo pionero.Aquí es importante recordar algo: Si quieres saber lo que la gente quiere decir con lo que dice, observa lo que hace. Las acciones no solo hablan más alto que las palabras, sino que también interpretan las palabras de la persona. Si queremos saber lo que nuestros modelos del siglo primero querían decir con lo que dijeron, debemos prestar suma atención a lo que hicieron. En la arena de la iglesia, nunca podemos perder de vista a Jesús y al apóstol Pablo.Pablo, por medio de Lucas, instruyó a los ancianos de Éfeso diciéndoles:Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. (Hechos 20.28, énfasis del autor)Si quieres saber lo que quiso decir Pablo cuando habló de funcionar como pastor de la iglesia de Dios, síguelo a lo largo del libro de los Hechos y toma nota de lo que hizo. ¿Hay algo en el enfoque del apóstol Pablo acerca del ministerio que te recuerde nuestra versión del siglo veintiuno sobre lo que es un pastor? Cuando lees las epístolas de Pablo, ¿qué te viene a la mente? ¿El pastor promedio? Tal vez seamos culpables de definir la terminología de Pablo a partir de nuestro enfoque del ministerio correspondiente a los siglos veinte y veintiuno, en lugar de compararla con lo que él hizo en realidad.He aquí lo que imagino que sucedió: Después que Jesús ascendió a los cielos, el Padre le dijo: «Esos hombres que tú escogiste son gente realmente estupenda. Pero no van a hacer gran cosa. En verdad, no van a “ir al mundo entero”. Lo más probable es que se queden en Jerusalén y le enseñen a todo el que esté interesado. Así que quiero que regreses y encuentres a alguien que tenga capacidades de líder, y pueda equipar a hombres y mujeres que a su vez guíen y equipen a otros hombres y mujeres. De lo contrario, esto no va a pasar del siglo primero. Necesitamos alguien con pedigrí. Alguien al que la gente tome en serio. Necesitamos alguien que no tenga miedo de correr grandes riesgos».Así que Jesús regresó y le siguió el rastro al fariseo con mayores estudios, más conexiones políticas, de pedigrí, celoso y de los que no aceptan un no por respuesta en todo el país. Y como si eso fuera poco, ¡era ciudadano romano! Entonces lo reunió con un médico, no un pescador sin estudios, y juntos visitaron todos los puertos principales en el borde del Mediterráneo. Tras sí, fueron dejando toda una sarta de pequeñas ekklesías formadas por creyentes, tanto gentiles como judíos. Estos creyentes se convirtieron en el núcleo de la iglesia.Eso sí que es pastorear en serio.ANDY STANLEY |
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Vaya!! Jugoso articulo hermano, en lo personal creo que el verdadero siervo-a de Dios impacta con su sola presencia, con sus palabras, con su vida transparente, o sea, es verdadero. Su forma de vida es lo que se ve, porque no aparenta nada, no saca titulos,
aunque los tenga, sencillamente es. Jesús digo Soy el que soy.
Bueno, esta es mi forma de pensar, está bien prepararse y estoy de acuerdo en hacerlo, de echo vivo haciendolo, debe ser así, pero el que hace las cosas es EL, en nosotros.
Me pareció un buen articulo Hector, gracias por compartirlo.
ARACELI
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