Los jóvenes que cambiarán el rumbo espiritual de su nación no son aquellos que ofrezcan más entretenimiento cristiano a sus barrios, sino los jóvenes que estén llenos del poder de Dios.
Mientras iba de camino a la reunión de jóvenes vi a dos jóvenes mormones hablando con una mujer en la parada de autobús. Los observé detenidamente y me sorprendió la gran amabilidad que mostraban hacia la mujer mientras la invitaban a las clases gratuitas de inglés que ofrecía la iglesia mormona. Fue inevitable hacer la conexión con el mundo cristiano evangélico, ya que conozco personalmente algunos ministerios donde se ofrecen clases de inglés gratuitas para poder establecer contacto con las personas de la ciudad y así poder tener oportunidad de hablar de Cristo con las personas.
No quiero ser malinterpretado. Creo que debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos para compartir el mensaje de la cruz, pero algo en mi corazón se conmovió y por eso estoy escribiendo este artículo. No puedo imaginarme al Apóstol Pablo pensando en qué clases iba a ofrecer para hablar a la gente de Cristo... No veo a Juan el Bautista organizando un concierto café diciendo a la gente: Venid a un gran concierto, os voy a entretener un rato y luego os cuento un secreto: soy cristiano.
Las personas no quieren que les vendamos la moto, no quieren que les demos clases de inglés y luego les evangelicemos. No quieren que les invitemos a un concierto y luego les digamos que somos cristianos. Si vamos a servir a nuestro barrio solo por el amor de servirles, hagámoslo. Pero no disfracemos el evangelio con nada. El evangelio no necesita encubrirse,el mensaje de la cruz es suficientemente poderoso por si mismo, no necesitamos más actividades o nuevos métodos para alcanzar a nuestra generación. Necesitamos el poder del Espíritu Santo derramado en nosotros mientras predicamos la cruz e intercedemos por una generación perdida.
Los primeros discípulos fueron llenos del Espíritu Santo y eso fue más que suficiente para que tuvieran el denuedo de predicar en todo lugar a cualquier costo. El deseo de Dios es que nuestra generación se sumerja en su presencia, que seamos llenos del Espíritu Santo y que experimentemos el poder del gobierno de Cristo en nuestras vidas y en nuestras ciudades. Más que nunca necesitamos vaciarnos de nosotros mismos y ser llenos de Él.
Estas últimas semanas he visto a muchos de mis amigos con un deseo sobrenatural de pasar tiempo en la presencia de Dios y de orar fervientemente por esta nación. Es algo que va más allá de pasar un tiempo devocional diario con Dios por las mañanas antes de ir al trabajo, se trata de un verdadero clamor que viene a tu espíritu, un hambre sobrenatural por la presencia de Dios, un deseo de interceder como nunca habías experimentado... en definitiva, descubres que entre más hambre y más sed tienes de Cristo, tienes acceso a mucho más de lo que hubieras sido capaz de soñar.
Dios nos está pidiendo buscar primero su reino y su justicia, buscarlo de verdad, con toda nuestra fuerza. No necesitamos invertir más tiempo y energía en conciertos, programas, campañas.. sino en buscar a Dios con todo nuestro corazón e interceder por nuestros barrios y ciudades.
Si somos llenos de su Espíritu no hará falta nada más. Él nos dará el denuedo que necesitamos, podremos ver el poder que acompaña el mensaje de la cruz y veremos cómo el gobierno de Cristo cambiará las vidas de los que nos rodean. Pedro tuvo miedo de proclamar públicamente a Cristo hasta que fue lleno del Espíritu Santo. Entonces todo cambió. Ya nunca más negaría el nombre de su Rey, el Espíritu Santo lo capacitó para extender el mensaje de la cruz más allá de lo que hubiera imaginado. Esa es la clase de experiencia que tú y yo necesitamos en nuestra vida, cuando lo único que te consume es traer el reino de Cristo porque estás completamente sumergido en su presencia.
Los jóvenes que cambiarán el rumbo espiritual de su nación no son aquellos que ofrezcan más entretenimiento cristiano a sus barrios, sino los jóvenes que estén llenos del poder de Dios, cuya prioridad sea buscar el reino y la justicia de Dios por encima de cualquier cosa. Que Dios levante una generación de jóvenes hambrientos por conocer y amar más a Su Rey, dispuestos a darlo todo, a vaciarse de si mismos y llenarse de Él.