LA AUTO ESTIMA
Hoy día se habla y proclama mucho acerca de la igualdad de sexos, tanto que pareciera que todos ya lo tenemos asimilado en la sociedad moderna.
Pero algunas mujeres no se sienten iguales, no se valoran y no saben decir “no” mientras afanadamente buscan quedar bien con todos. Parecen creer que ellas no merecen ser felices y acaban haciendo cualquier cosa por hacer feliz a los demás. Estas son las mujeres de baja autoestima.
La persona con baja autoestima a menudo o casi siempre se siente desanimada, incapaz de enfrentar dificultades y problemas, o se siente incapacitada para emprender un proyecto. A estas personas se les nota claramente lo mucho que desconfían de si mismos.
Todo cuanto escuchamos desde la niñez nos afecta, desde muy pequeñas se arraigan en nuestras mentes las palabras que escuchamos. Las cosas que nuestros padres nos han dicho desde pequeñas tienden a quedarse en nuestra mente, y de manera inconsciente las vamos asimilando como verdaderas:
Eres un descuidado.”
“Eres un irresponsable.”
“Nunca vas a crecer.”
“Nunca saldrás de debajo de las faldas de mamá.”
Una vez somos adultos, es normal que no recordemos estas palabras que se nos ha dicho, pero se han quedado guardados en el inconsciente de nuestra mente. Si sanamos nuestro amor propio, podremos superar sentimientos negativos hacia nosotras mismas, pero tenemos que admitir que no es un trabajo fácil, algo que no se logra de la noche a la mañana. Recobrar el amor propio es un proceso en el que debemos luchar para recuperar la imagen positiva de nosotras mismas y desechar las ideas negativas.
Los problemas no se solucionan evitando verlos de frente, pero sí abordando de una forma directa cada situación que se nos presente. Debemos enfrentar con responsabilidad cualquier tema que nos inquiete, hablar, expresar, admitir de lo que carecemos para buscar la ayuda necesaria, con otras personas o aun dentro de si mismos.
Podríamos decir que nuestra autoestima sana se refleja en ser responsables, responsabilidad que debería empezar con nosotras mismas, de nosotras dependen muchas otras personas, principalmente nuestros hijos a quienes tenemos la obligación de formarlos para el futuro, enseñarlos a enfrentar la vida con seguridad en si mismos; a lo largo de la vida enfrentamos cosas buenas y malas, cosas o eventos que nos resultan en mayor o menor grado incómodas y complicadas, muchas veces difíciles de aceptar. La mayoría de las veces nos refugiamos en excusas y justificaciones pretendiendo buscar a quien culpar de nuestros fracasos y adversidades, convirtiéndonos en victimas de nosotras mismas, siempre quejándonos y lamentándonos en lugar de buscar soluciones y la manera de trascender de las diferentes dificultades.
“Cuando el se fue, se llevo mi deseo de vivir.”
“Nunca he tenido suerte en el amor.”
“He sufrido tanto que no veo la salida a todo esto.”
Me quitaron el trabajo porque la persona nueva que llegó me puso mal con mi jefe.
“Me siento muy mal, porque estoy de sobrepeso.”
Mis hijos prefieren estar con sus amigos que conmigo.”
“Es que todo lo que hago me lo critican.”
“No me valora.”
“No se da cuenta de la gran mujer que soy.”
Mis padres prefieren a mis hermanos.”
Y la lista podría seguir, sin darnos cuenta que todo por lo que nos quejamos tiene una solución, siempre estamos buscando la aprobación de lo que hacemos y decimos cuando en la realidad lo que es muy importante es la opinión que tenemos de nosotras mismas.
“Estoy demasiado triste, no sé si me levantaré de este golpe, porque no quería ser yo quien pidiera el divorcio, porque siempre me ha gustado ser yo la sufrida, la que cede, la que lucha por que otros sean felices. Yo lo que quería es que él sintiera que fue él quien me despreció, para que su amor propio no se viera afectado. Ahora debe estar sufriendo mucho y su sufrimiento me duele mucho, y lo que es peor, ha de estar pensando lo peor de mí, estará pensando que soy una prepotente y egoísta, ¿tú qué crees que estará pensando? Por favor ayúdame.” (Parte de una carta real, de alguien real)
Ese ejemplo nos coloca en el papel de mártires, esta joven mujer demuestra su gran necesidad por tener la aprobación de los demás, aun a costa de su dolor y de su estabilidad emocional. Nuestra autoestima no es egoísmo, ni pretender pasar por encima de los demás, pero si implica ser equilibradas en el aprecio a los demás y a nosotras mismas.
Como primera meta, debemos proponernos corregir la raíz de nuestras propias y verdaderas deficiencias, buscar dentro de nosotras mismas cosas que nos molestan, cosas que podríamos venir arrastrando desde niños, o cambiar pensamientos negativos que nos pudo haber dejado el rechazo de alguien que pensamos sería nuestro amor por siempre. Descubramos nuestro potencial, nuestras capacidades, nuestra virtudes para ponerlo, si es posible, al servicio de los demás.
Algunas claves para ayudarte a descubrir tu potencial:
Los defectos no tienen por qué avergonzarte, ocúpate de ellos responsablemente. Tus defectos no te restan valor ni como ser humano ni mucho menos te hacen no merecedor del afecto y amor de otros.
Siempre hay cosas que no hemos aprendido, pero que nunca es tarde para tomar acciones para mejorar, para buscar soluciones, para educarnos, recordando siempre lo valiosa que eres. Dios te hizo para ser feliz, triunfar y para vivir una vida en paz, serena, tranquila y con el amor de los que amas. Te toca ahora hacer la parte que te corresponde, ve hacia adelante, emprende el camino hacia tu propio valor, hacia tu amor propio, recupera o cultiva tu autoestima,
Elige, tienes derecho para tomar tus propias decisiones, ve tu potencial, utiliza los resultados del presente para saber hacia a donde ir y lo que debes desarrollar en ti para alcanzar tus deseos.
Recuerda que tienes la capacidad de amar a los demás, sin descuidar tus sueños y tus intereses, que te harán recuperar tu autoestima, recuerda que si queremos podemos
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