La mujer, clave para llevar a Cristo al Islam
Un artículo que difundí en estos días (julio de 2013) cuya fuente es la cadena SER, (1) da cuenta de la enorme problemática que viven las mujeres en países con regímenes de cultura musulmana, producto de que pese a los esfuerzos mundiales se siguen viendo sometidas a distintas formas de sometimiento, que incluyen la mutilación total o parcial de sus genitales externos. El artículo que cita habla de “mutilación de clítoris”, aunque en algunas culturas el proceso abarca la infibulación, que es la forma más agresiva, y consiste en la extirpación del clítoris y labios mayores y menores de la vagina. Después del acto, hay un cosido de ambos lados de la vulva hasta que esta queda prácticamente cerrada, dejando únicamente una abertura para la sangre menstrual y la orina. La infibulación también se le puede llamar circuncisión faraónica.
Hay que aclarar que esta aberrante costumbre que tiene aparente origen en África y Oriente medio, no está incluida como ritual en el Corán (el libro sagrado del Islam) como sí lo está la circuncisión masculina, que se practica rigurosamente en todos los bebés varones al octavo día de nacer igual que entre el pueblo judío.
De modo que aunque la práctica de mutilación femenina es de uso cotidiano en países musulmanes, no tiene que ver específicamente con cuestiones religiosas sino culturales, que se hace más evidente en determinadas etnias.
Waris Dirie, ex top model somalí y víctima de ablación, ha sido imagen de numerosas campañas contra esta práctica. Como parte de este artículo incluyo el link (3) donde en un video se muestra a esta mujer exponiendo el problema de la ablación ante Naciones Unidas. Puede encontrarse abundante documentación sobre ella, incluso una película documental en You Tube .
En nuestra actividad de misión cristiana en países de la amada África hemos comprobado que pese a la prohibición legal de esta práctica de mutilación de la mujer, con carteles condenatorios en hospitales públicos, etc. , la costumbre sigue vigente y en regiones llega al 100% de las niñas, con consecuencias que en algunos casos llega hasta la muerte, pero que en todos los casos significa la anulación del placer sexual de por vida, además de infecciones, enormes dolores y ni que decir de las consecuencias psicológicas y emocionales más allá de lo físico.
En aquellos casos en que se practica la infibulación, es el esposo el que en la noche de bodas, con un elemento cortante tiene derecho a cortar el cosido vaginal hecho en la infancia, lo que obviamente se hace en el lecho nupcial sin ningún tipo de anestesia ni condiciones de asepsia y de nuevo con enormes sangrados y dolor.
Hemos servido también en labores docentes primarias y secundarias (en la foto en una aldea Sooninke), sido testigos de que las nuevas generaciones de docentes de colegios secundarios en estos países, les muestran a las adolescentes esta mutilación en sus propios cuerpos (a través de pequeños espejos por ejemplo). Ellas viven un enorme shock al descubrirlo. Pero aún conscientes de lo sufrido, la costumbre que se transmite de generación en generación es más fuerte y al dar a luz vuelven a repetir este acto sangriento en sus bebés.
Aunque este tema daría para que siguiera escribiendo, no es el único objetivo de este texto que escribo.
Dios se muestra muy preocupado porque nuestra realización plena como seres humanos, incluya la integridad de nuestra vida, incluyendo la plenitud sexual en la vida de la pareja.
Te comparto un texto inspirado escrito por Pablo en su carta a los Corintios:
1 Corintios 7: 2 al 5 (versión TLA) “Pero lo mejor es que cada hombre tenga su propia esposa, y que cada mujer tenga su propio esposo, para que no caigan en relaciones sexuales prohibidas. El esposo debe tener relaciones sexuales sólo con su esposa, y la esposa debe tenerlas sólo con su esposo. Ni él ni ella son dueños de su propio cuerpo, sino que son el uno del otro. Por eso, ninguno de los dos debe decirle al otro que no desea tener relaciones sexuales. Sin embargo, pueden ponerse de acuerdo los dos y dejar de tener relaciones por un tiempo, para dedicarse a orar. Pero después deben volver a tener relaciones; no vaya a ser que, al no poder controlar sus deseos, Satanás los haga caer en una trampa”.
Creo que el deseo divino no solamente se limita a “la plenitud sexual” de hombres y mujeres, sino a una totalidad de su ser, cuerpo-alma y espíritu.
1 Tesalonicenses 5:23 (RVR1960) “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Cuando escribo este artículo, le pido a Dios que abra los ojos espirituales de muchos cristianos de todo el mundo para que entiendan porqué es necesario llevar a Cristo a los musulmanes. Y que estoy convencido que la mujer puede convertirse en una puerta que abra el mundo musulmán a Jesucristo.
El Islam las somete a una forma de esclavitud espiritual y social, que aflige el corazón del Padre.
Por ejemplo todos hemos visto personalmente, en fotografías y videos el uso del burka o burqa, dos formas de ropa tradicional usadas por mujeres en países del mundo árabe.
La primera es un tipo de velo que se ata a la cabeza, sobre un cobertor de cabeza y que cubre la cara a excepción de una reja en los ojos para que la mujer pueda ver a través de ella.
La otra es una prenda conocida como burka completo, burka afgano o, en ocasiones, chador, el cual cubre el cuerpo y la cara por completo.
Ambas clases de burka son utilizadas por algunas mujeres musulmanas como una interpretación del código de vestido del hiyab, la ley islámica cuyo nombre tiene justamente una traducción del árabe al español como “cubrir”.
En realidad este tipo de prenda encuentra su origen en los desiertos mucho antes de la llegada del Islam. Tenía dos funciones principales: primero actuaba como protección contra los vientos fuertes. Hombres y mujeres la llevaban en aquellos tiempos y aún lo hacen, y su segunda función está ligada a la protección de las mujeres, ya que el uso de la máscara completa se utilizaba por mujeres únicamente cuando un grupo era asaltado por otro. Estos asaltos involucraban el rapto de mujeres en edad de procrear. El protegerse detrás de esta tela reducía considerablemente la probabilidad de ser raptadas por no ser distinguidas fácilmente de jóvenes o de ancianas en el tumulto del asalto.
Hoy en día muchos musulmanes creen que el Corán, y las tradiciones recopiladas sobre la vida de Mahoma (llamadas "Hadith") imponen a los hombres y mujeres vestirse y comportarse de forma humilde en público. Sin embargo, esta imposición (hijab) ha sido interpretada en muchas formas distintas por los teólogos islámicos y las comunidades musulmanas, ya que el uso del burka no es mencionado específicamente en el Corán.
Lo cierto es que más allá de normas, usos y costumbres, esta imposición es claramente otra forma de sometimiento del sexo femenino.
Y claro que tampoco esto es todo. Hay mucho más, como limitaciones o prohibición de acceder al estudio, intervención en puestos públicos o de gobierno, etc.
En cuanto a la vida religiosa, baste decir que no pueden participar de las reuniones en la mezquita junto con hombres. En los templos mayores hay espacios especiales para ellas. Tampoco pueden practicar en público el ritual de oración conocido como namaz o salat y que es uno de los cinco pilares del Islam.
Un hombre puede tener de acuerdo a lo que dice el libro sagrado, hasta cuatro esposas mientras todas reciban igual amor y trato equitativo. En la práctica eso es muy difícil, por lo que hay “favoritas”, que reciben privilegios respecto de las otras mujeres.
¿Cómo es una vivienda típica? Un patio común, y habitaciones que corresponden a cada esposa con sus 4,5 o 6 hijos. Ellas se ocupan de la crianza, de las necesidades y atención de los niños. Y por supuesto que de todas las necesidades domésticas.
Daría la impresión visto desde este lado del océano, que las costumbres y ritos islámicos son más “duros” en el mundo árabe, pero nuestra experiencia es que el nivel de esclavitud espiritual a que se ven sometidos los pueblos islámicos en el África sub sahariana (el África negra) es en muchos aspectos mayor. Ellos no hablan árabe, sino la lengua materna de su etnia y la del país europeo que los colonizó. Sin embargo deben leer el Corán en ese idioma, que como digo no entienden, repitiendo los versículos de memoria. Lo mismo pasa con el salat. Preguntamos por la razón, y es que según su interpretación el idioma árabe es el único que no entiende el demonio.
De modo que ¿cuál será la comunicación real, de espíritu a Espíritu que podrán tener con Dios si no pueden volcar su corazón hablando con Él en su lengua materna?
Hemos aprendido a orar hablando con Dios como un hijo habla con su padre, frente a Él y en actitud de encuentro familiar, contarle lo que estamos viviendo para escuchar Su consejo. ¿Tienen ese nivel de contacto aquellos que intentan el encuentro desde la fe islámica? Puedo afirmar que definitivamente no.
Caminar por las calles de las aldeas y pueblos, nos permite ver a las mujeres con sus niños cargando todo lo necesario para la casa (está mal visto que lo porte el hombre) aún cuando su compañero lleve las manos vacías. Al llegar al hogar el hombre se sienta para ser atendido.
Hay quienes piensan que todo esto representa una visión parcial por ser quien escribe de pensamiento occidental y cristiano.
Sin pretender ahondar más, reproduzo la cita del Corán identificada como Sura (versículo) 4:38:
Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros, y porque ellos gastan parte de sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las disposiciones de Dios; son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó a ser reservado. A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, mantenedlas separadas en sus habitaciones, golpeadlas. (…).
¿Porqué hoy comparto estos temas?
Porque el haberme permitido Dios recorrer sus pueblos, hablar con sus gentes, conocer sus mujeres, visitar y hasta dar clases en sus colegios, me puso en contacto con el sufrimiento, con el dolor y las limitaciones de todo tipo que vive una mujer en un país de cultura islámica.
Y porque además como digo arriba, es mi oración que nuestros ojos sean abiertos porque la libertad en gracia que aprendimos de Jesús nos da las herramientas necesarias para llevar esta paz que sobrepasa todo entendimiento a cada mujer, a cada niña musulmana.
Ellas también tienen derecho a una vida plena.
Ellas también tienen que poder acceder a una vida de pareja asentada en el amor.
Ellas también tienen necesidad de conocer a Cristo, para que sus hijos y las nuevas generaciones puedan tener vidas construidas en una relación de intimidad con nuestro Dios, que se manifestó como Padre amoroso y atento.
Levantémonos, y llevemos aquel Mensaje que hoy inunda nuestros corazones. Millones de mujeres y niños lo necesitan.
Él quiere bendecirlas. Dios confió a la mujer la responsabilidad de traer a su Hijo al mundo. El Espíritu Santo se posó sobre ella inundándola con poder de lo alto.
Dice el pastor Edwin Lemuel Ortiz (2):
“El mundo no debe ignorar las emociones, los sentimientos y la sensibilidad de la mujer. Por algo Dios la diseñó como lo hizo. Otro excelente ejemplo es la esposa de Pilatos, que quiso evitar la equivocación del gobernante al momento del juicio a Jesús. Esa mujer no era judía ni cristiana, pero en sueños percibió algo que su esposo no fue capaz de ver ni aún despierto:
No te metas con ese hombre, porque es inocente. Anoche tuve un sueño horrible por causa de él (Mateo 27:19 versión TLA). “
La persona de Jesús impactó especialmente en la conciencia emocional de esta mujer, aún siendo pagana. Ellas están preparadas para ver lo que los hombres muchas veces no podemos. Están equipadas con un mecanismo de sensibilidad espiritual y pueden constituirse en la puerta que abra el corazón de los pueblos islámicos al mensaje de Jesús.
Escribo estas líneas recordando la experiencia que vivió mi esposa en 2012, cuando estando ambos sirviendo como misioneros en África, fue invitada a llevar un mensaje a un grupo de 50 mujeres musulmanas en una aldea Serere.
Tanto entre Sooninke, Woloff o Serere, Adriana ha tenido oportunidad de compartir con niñas, jóvenes y mujeres adultas de fe islámica sobre la dignidad que Jesús da a la mujer. Siempre los resultados han sido sorprendentes, porque quienes reciben la enseñanza se conmueven hasta las lágrimas, ya que entienden a partir de su propia experiencia de vida que lo que conocen no tiene que ser necesariamente la única realidad. Y que tienen la posibilidad de ser constructoras de un futuro distinto para sus hijos.
Dios equipó a la mujer con un cuerpo femenino perfecto, y con un mapa emocional específico de su género. No hay nada malo con ser mujer, no hay nada malo con la sensibilidad que las define.
Jesús enseña a la mujer que puede celebrar el diseño de su femineidad en plenitud tanto emocional como físicamente.
El pastor Edwin Lemuel Ortiz escribió (2):
“el hombre podrá operarse sus genitales, pero jamás podrá ovular o menstruar. El hombre podrá fabricarse pechos que imiten a los femeninos, pero jamás podrá amamantar. No puede, no fue diseñado para eso. La mujer sí, y Dios le dio emociones y sensibilidad para equilibrar este mundo loco, frío e impersonal.”
La mujer tiene derecho a disfrutar cada aspecto de su diseño divino.
Fue preocupación de Jesús ponerla en el lugar que Dios diseñó para ella.
Lamentablemente la sociedad humana se ha ocupado sistemáticamente de degradarla e impedir su pleno y digno desarrollo humano.
Cuando la mujer musulmana toma contacto con estas posibilidades de una vida distinta, se pone de pie (somos testigos de ello). Por eso creo y afirmo con estas líneas, que la mujer se constituye en la posibilidad de una puerta que se abre hacia el mundo islámico.
Creo que debemos preparar a mujeres cristianas que enseñen la visión cristiana que enseña que el Señor es quien suple todas sus necesidades. Que no debe depender del hombre, ni de sus títulos ni de su trabajo para sentirse viva.
Mujeres misioneras entrenadas para sanar física, psíquica y emocionalmente a una mujer que hace 1500 años vive una cultura de sometimiento y relegación social.
Demasiadas mujeres son engañadas día a día por no conocer todo el poder transformador que son capaces de dar.
Dios quiere darles una oportunidad de ponerse de pie, y como creyentes cristianos es nuestro compromiso cumplir con la Gran Comisión, llevando el mensaje liberador de Jesús hasta los confines de la Tierra.
HECTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos, Argentina
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net
(1) http://www.protestantedigital.com/ES/Sociedad/articulo/16946/La-ablacion-de-clitoris-amenaza-a-30-millones-de#.Ue_L0PfjIL8.twitter
(2) libro “Intimidades” (editorial Grupo Nelson)
(3) http://www.youtube.com/watch?v=vlx5yZg8k3o