Al grito de “Dios lo quiere”, el papa Urbano II incitó a luchar contra los musulmanes y desatar la primera de muchas guerras religiosas.
Aunque tenemos que entender a cada generación en su contexto, las Cruzadas son sin duda una de las páginas más oscuras de la Historia de la Iglesia.
La caída de los Lugares Santos y el debilitamiento del Imperio Bizantino, empujó a la Cristiandad a luchar para recuperar Jerusalén de los musulmanes.
El papa Urbano II fue uno de los impulsores de la Primera Cruzada.Mientras la Iglesia cristiana en Occidente se mantenía dividida y cada vez más centrada en lo material y menos en lo espiritual. Una secta surgida en la Península Arábiga se convertiría en una de las religiones más potentes de la historia.
Un sencillo comerciante analfabeto llamado Mahoma se acercó al judaísmo y al cristianismo impresionado por la idea de un único Dios y la lucha entre el bien y el mal. La ciudad de La Meca era en aquel momento un pequeño punto en los límites del mundo civilizado.
Mahoma aprendió las bases del cristianismo de un monje llamado Bahira,al que conoció al realizar un viaje a Basora para visitar a su tío.
Al parecer Bahira se quedó impresionado por la espiritualidad del joven Mahoma. Cuando el Profeta del Islam recibió las primeras revelaciones intentó comunicarlas a las comunidades judías y cristianas, pero estos las rechazaron. A pesar de todo, Mahoma siempre seguiría considerándoles la Gente del Libro.
La expansión del Islam fue muy rápida, sobre todo por la opresión que ejercía el Imperio Bizantino sobre algunos movimientos heterodoxos del norte de África y Asia.
El Islam prometía tolerancia y respeto a las creencias de los cristianos y judíos, por eso no tardó mucho en hacerse con vastos territorios en todo el Mediterráneo.
La ocupación de Jerusalén por los musulmanes desataría la primera cruzada, aunque el papa Urbano II no fue el primero en reclamar la lucha de los “soldados cristianos” contra el Islam.
El papa Alejandro II ya había pedido la ayuda a algunos reinos cristianos para combatir a los normandos en Sicilia y a los musulmanes en España. También el papa Gregorio VII había llamado a los cristianos a apoyar al Imperio Bizantino que se había convertido en el único freno a la expansión del Islam en Europa.
La predicación de Pedro el Ermitaño y Walter el Indigente contra el Islam y las denuncias del mal trato que sufrían los peregrinos, empujó a Urbano II a convocar la Primera Cruzada.
Al grito de “Dios lo quiere”, el papa Urbano II incitó al pueblo y los nobles a luchar contra los musulmanes y desatar la primera de muchas guerras religiosas que terminarían por debilitar a los cristianos y convertirlos en eternos enemigos de los musulmanes.