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General: Contra los Quilmes, en nombre de Dios
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Respuesta  Mensaje 1 de 10 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 10/08/2013 22:47

Contra los Quilmes, en nombre de Dios

A principios de los años 90 anunciaron que vendría a mi ciudad el cantante argentino Victor Heredia.

No sabíamos qué traía pero ya habíamos tenido la maravillosa experiencia de escucharlo también en vivo en las puertas de la naciente democracia luego de la dictadura militar argentina, recién asumido el presidente Alfonsín a fines de 1983.

Heredia había estado proscripto durante la dictadura y haber vivido aquel encuentro con su música en un gimnasio repleto de gente donde tanto él como quienes escuchábamos nos emocionamos hasta las lágrimas, hizo que también en esta ocasión, 9 años después, fueramos de los primeros en comprar las entradas para volver a escucharlo.

Y esta vez volvió a sorprenderme.

El espectáculo que presentó en aquel 1992 fue TAKI ONGOY. Una serie de canciones que mostraban que la historia de América podía ser contada desde otro ángulo distinto del que la habíamos escuchado en la escuela.

Como él mismo decía, “quienes suponen que la historia puede ser contada desde una sola posición, desde un solo punto de vista, se equivocan. (…) Esta versión es la de los vencidos, los que aparentemente han sido derrotados, el reverso de la moneda que hasta ahora nos han mostrado los vencedores: pues para saber hasta qué punto ha sido vencida una cultura que subyace en nuestra memoria colectiva y pugna tozudamente por perdurar a través de los siglos y lo consigue con la permanencia de sus ritos y creencias ancestrales, con la permanente vigilia de quienes son descendientes directos de los que alguna vez fueron dueños de estos territorios y del continente entero, con la inevitable emoción que nos embarga con el sonido de una quena, un erke, un sikus, golpea nuestro corazón y nos remite involuntariamente a una zona que nuestra memoria reconoce” (1)

Y acompañaba cada una de las canciones que iban emergiendo con imágenes proyectadas sobre pantallas. Fotografías de las distintas ciudades que hoy son ruinas de una cultura milenaria, construida oir los pueblos originarios de esta América en la que vivimos.

Taki Ongoy habla de los pueblos aborígenes, de aztecas, mayas, incas, comechingones, guaraníes, diaguitas, etc… que sistemáticamente fueron diezmados o directamente masacrados por el conquistador español.

Claro que era una historia distinta. El lado oculto de una moneda que nos había sido mostrada solamente en una de sus caras durante años de educación formal e institucional.

Cuando hablamos de escuela en Argentina, hablamos de Sarmiento. Alguien que se asocia con el modelo de maestro y que llegó a ser presidente de este país entre los años 1868 y 1874.

Hablando de los pueblos originarios, él escribió:

 

"Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar... son unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar... son unos indios piojosos... incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado" (2).

 

Con ese estilo de pensamiento fue construida la Argentina en la que vivimos. Y claro que estas ideas no están limitadas por la alambrada de una frontera,  sino que toda la América moderna fue construida bajo el mandato de estos pensadores.

¿Habrá alguna ciudad de nuestro país que no tenga una avenida llamada “Roca”? Si hasta los billetes que usamos como dinero reproducen su rostro y su valeroso ejército llevando adelante la “campaña del desierto” cuyo objetivo no era otro que el genocidio de borrar del mapa las naciones indígenas que eran propietarios naturales de estas tierras.

¿Para qué?

Para que esas tierras expropiadas fueran entregadas a los generales que formaban el ejército argentino, y que en muchos casos sus descendientes todavía hoy siguen poseyendo.

¿Porqué todas estas reflexiones en medio de la construcción de un articulo de pensamiento cristiano?

Porque recordaba que en 2010 visitamos con mi esposa en la provincia de Tucumán de Argentina, en medio de los bellísimos valles Calchaquíes, la “ciudad sagrada de los Quilmes”.

Sin duda mucho tengo para contarte reflejando en parte nuestro caminar en compañía de un guía de la nación Quilmes (o Quelmes, o Kilmes; no había lenguaje escrito de modo que la forma en que esta nación es identificada es simplemente una interpretación fonética).

Y es que cuando comenzaba el ascenso de esa montaña donde hoy están las ruinas de una ciudad donde vivían 12.000 personas, me acordé textos como el que te transcribo:

 

“Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y el cabello amarillo y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos; nada quedó en pie.

Todo lo arrasaron, todo lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte. Desde su espantoso genocidio, que la luz que aún arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las más grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme que alumbre por fín nuestra verdadera identidad. (…)

(…) y que se sepa la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para squear la plata, el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta nuestras lenguas, y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos. Como si pudiera haber castigo mayor que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejado que entraran en nuestras casas, templos, valles y montañas. (3)

 

Hace años se presentó en la congregación una misionera argentina de Comodoro Rivadavia, que venía de una experiencia de misión cristiana en Senegal, África.

Subió a predicar vestida con ropas típicas y también acompañó su mensaje con fotografías y filmaciones de la realidad de ese pueblo que había visitado.

Allí se despertó en mí una vocación misionera, la necesidad de llevar el mensaje de Cristo a quienes no han tenido la oportunidad de recibirlo.

Pero también un enorme signo de interrogación: ¿Cuál debía ser el procedimiento? ¿Qué mensaje teníamos que llevar? ¿Qué había que hacer con las culturas, con las tradiciones, con los dioses, con el idioma de los pueblos misionados?

Sin dudas no será el objetivo de un misionero cristiano hoy en día saquear las riquezas de los pueblos originarios (ya se han ocupado nuestros antepasados de eso). ¿Pero tenemos que inundarlos con nuestras Biblias, inculcarles nuestras costumbres, nuestros idiomas quitándole valor como demoníaco a todo lo que es parte de su realidad cultural milenaria?

 

En Taki Ongoy, una de las canciones que interpreta Victor Heredia dice:

 

Creo en mis dioses, creo en mis huacas,

Creo en la vida y en la bondad de Viracocha

Creo en Inti y Pachacamac.

Como mi charqui, tomo mi chicha,

Tengo mi coya, mi cumbí.

Lloro mis mallquis, hago mi chuño

Y en esta pacha quiero vivir.

Tu me presentas Runa Valverde

Junto a Pizarro, un nuevo dios.

Me das un libro que llamas Biblia

Con el que dices habla tu Dios:

Nada se escucha por más que intento,

Tu Dios no me habla, quiere callar.

¿Porqué me matas si no comprendo?

Tu libro no habla, no quiere hablar”.  (4)

 

Estas duras letras muestran la forma en que eran vistos los conquistadores europeos. Hombres como Pizarro, disfrazados de dioses y confundidos con Viracocha (la principal deidad del pueblo Inca), que había sido profetizado por los antiguos de esa nación que vendría del mar.

Y con ellos, con estos conquistadores que violaban, mataban, destruían, saqueaban, venían otros hombres que llevaban cruces en una mano y Biblias en la otra.

Sin duda que el mensaje que esos hombres daban no tenía mucho que ver con el de Cristo (aunque recitaran de memoria cada versículo de los Evangelios)

Esa fue poco más o menos la realidad que encontramos entre los que hoy son descendientes de la nación Quilmes.

Soy consciente que si sos argentino, cuando nombro esta palabra vos pensás en una cerveza o en una ciudad del gran Buenos Aires.

Pero la historia es mucho más antigua.

La etnia de los indios Quilmes tenían su principal asentamiento en una ciudad ubicada a 183 km de San Miguel de Tucumán, donde vivían desde antes de comienzos de la era cristiana, aunque hay piedras talladas y rastros que remontan sus rastros hasta 10.000 años atrás. Eran un pueblo que se dedicaba a la agricultura. Como el resto de las naciones indígenas de los valles calchaquíes, construían sus fortalezas en las laderas de las montañas apostando atalayas que anunciaran cualquier intento de ataque o invasión que pretendiera quitarles esa porción de suelo fertil donde milenariamente habían vivido.

Durante siglos los quilmes fueron los dueños indiscutibles del suelo que ocupaban, pero a fines del siglo XV sucedió algo que sería el principio de radicales e irreversibles cambios futuros.  Hacia 1480 comenzó la invasión Inca del norte, con lo que debieron aprender sus costumbres, su idioma, adorar sus dioses.

Y detrás del Inca llegó el español.

En 1536 pasa por los valles calchaquíes rumbo al noroeste argentino Diego de Almagro.

Con él, como dicen los relatos que te compartí antes, aparece para los quilmes una amenaza nunca antes vivida.

Los invasores pertenecían a una raza desconocida, se vestían de una forma nunca vista, hablaban un idioma nunca antes escuchado y poseían armas absolutamente novedosas como lanzas y espadas de acero, además de primitivas armas de fuego. (5)

Los quilmes resistieron durante 130 años al enemigo español. Hubo incontables muertes, destrucción, asolamiento, violaciones.

Finalmente para destruir el poder de la raza, para debilitarlos y dominarlos, alrededor de 2000 indios fueron llevados a pie hasta Buenos Aires. Maltratados y mal alimentados, caminaron más de 1200 km durante alrededor de 10 meses. Los enfermos y ancianos iban cayendo en el camino y a los que aún estaban de pie les era prohibido asistirlos.

Llegaron a lo que hoy es Quilmes, en el gran Buenos Aires, alrededor de 400 individuos. Allí vivieron en esclavitud hasta 1812.

Recién en 2007 el gobierno argentino vuelve a dar a sus descendientes la propiedad y legítimo derecho a usufructo de sus tierras.

Claro que podría abundar más sobre la historia de esta etnia, aunque hay mucho para que leas en caso que quieras profundizar sobre el tema.

La pregunta, las preguntas que quedan y las que motivan esta reflexión tienen que ver con nuestra tarea como Iglesia de Cristo, cualquiera sea la denominación a la que pertenezcas. Hemos sido llamados a llevar el Evangelio hasta los confines de la Tierra, según reza Marcos:

 

Marcos 16:15  Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

 

¿Pero de qué forma? ¿qué es lo que Cristo haría hoy si por ejemplo llegara hasta un pueblo de los muchos que ni siquiera conocen su Nombre ni quién es? ¿De qué forma les hablaría? ¿Qué sería a sus ojos lo más importante que tendría que decirles? ¿Qué es a ojos de Jesús, lo que esas muchas naciones no evangelizadas necesitan hoy para que sus vidas sean renovadas por el Evangelio?

Cuando compartía estos pensamientos con el hombre Quilmes que nos había conducido por la ciudad sagrada, solamente sonrió y me leyó versos escritos por él mismo:

 

“te doy mi montaña,

la ciudad donde vivieron mis ancestros,

la ciudad donde mucha sangre de mi raza fue derramada

buscando no perder su identidad”.

 

Y había que caminarla y sentirla, había mucho que aprender para tener la autoridad necesaria para hablar.

Había mucho que pedir perdón… a ellos y a Dios, por los muchos hombres que en Su Nombre y blandiendo la Biblia en una mano, terminaron usando la Espada de la Palabra como elemento de destrucción y esclavitud.

Mucho por hacer antes de hablar.

Mucho por escuchar, mucho por aprender.

Tiempo de probablemente guardar silencio ara poder escuchar gritos muy antiguos… gritos milenarios de infinita tristeza.

 

Seguramente que Cristo también murió por ellos, aunque nosotros hayamos estropeado Su Obra Redentora movidos por la ambición y por haber cedido al poder de quienes solamente buscaban enriquecerse invocando al Dios Altísimo.

 

(1)    Tomado de la introducción que Heredia hace en la presentación del cd.

(2)    Frases pronunciadas por Domingo Faustino Sarmiento y que fueron recogidas en los diarios de la época "El Nacional (25/11/1876)" y "El Progreso (27/9/1844)"

(3)    Pláticas de los sabios y ancianos Nahuaxl-huahatlacolli)

(4)    La letra de la canción “Encuentro en Cajamarca”

(5)    Los Quilmes legendarios pobladores de los Valles Calchaquíes, Teresa Piossek Prebisch, 2007

 

HECTOR SPACCAROTELLA

tiempodevocional@hotmail.com

www.puntospacca.net

 

 



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De: Dios es mi paz Enviado: 11/08/2013 01:54
 
 
 
 
Hasta mañana , que descansen!!
Gracias por compartir con nosotros, Araceli

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De: Lolis Navarrete Enviado: 11/08/2013 05:22

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