En
una noche de luna llena
En la transición del invierno a la primavera, desde miles
de años atrás se vivía en la tierra de Israel una época especial, mucho antes
inclusive de Abraham.
Era la época del año en la cual nacían las crías de las
ovejas. Era la época en la cual ellos tenían que comenzar de nuevo la
peregrinación que los conduciría al país cultivado, en cuyas inmediaciones
podrían pasar el tiempo del verano.
En la noche del primer día de luna llena de la primavera
se reunían los pastores en el desierto, sacrificaban un cordero, realizaban un
rito mágico para espantar los espíritus que podían perjudicar a los ganados o
para ganarse la protección de los buenos espíritus, y celebraban una cena. En
esta cena comían las carnes del cordero, con los vegetales que podían encontrar
en el desierto. Cuando la celebración tenía efectivamente un sentido religioso,
agradecían a los dioses la protección sobre los ganados y la que ellos mismos
experimentaban en la peregrinación que los llevaba más allá del desierto.
En algún momento, cuando ya el pueblo era sedentario, la
fiesta de la Pascua, que era una fiesta pastoril, coincidió con la fiesta de
primavera de los agricultores, que consistía más que todo en comer los panes
sin levadura, amasados con los primeros frutos de la cosecha de cereales.
La fiesta de primavera que ya existía antes del
surgimiento de Israel como pueblo, se relacionó estrechamente con la experiencia
de fe de la liberación de los hebreos, esclavos en el Egipto: Éxodo
12,12-13.21-23. Y ya no se celebró en función de los ganados (ni de las
cosechas, en el caso de la fiesta de los campesinos), sino como conmemoración
de la liberación del éxodo. La fiesta comenzaba con la cena pascual y se
extendía por siete días, de acuerdo con la tradición de los ácimos: Ex
12,14-20.
A partir de la epopeya conducida por Moisés, que termina
liberando al pueblo judío de la esclavitud de Egipto, ritualmente y para la
misma época del año, el pueblo judío celebra aún hoy el Pésaj o lo que
conocemos como “pascua judía”.
Te comparto todo esto para que comiences a ubicarte en
contexto de lo que sucedió una noche de Pascua judía, con la luna llena en todo
su esplendor, hace 2000 años, específicamente en “la noche de la vigilia del
Señor” relatada en Éxodo 12:42:
Aquella noche el Señor la pasó en vela para sacar de
Egipto a los israelitas. Por eso también las generaciones futuras de israelitas
deben pasar esa noche en vela, en honor del Señor.
El Evangelio de Juan en el capítulo 3, relata un
encuentro que ha tenido y sigue hoy teniendo alto impacto en la vida espiritual
de millones de cristianos.
Sin embargo, si no conocemos justamente el contexto en el
que vengo intentando introducirte, este pasaje del Nuevo Testamento queda
oscuro y por sólo el relato bíblico no llegamos a alcanzar la profundidad e
importancia de su aparición en las Escrituras.
Esa noche es relatada en el comienzo de Juan 3,
mencionando a Nicodemo como “un maestro de Israel”.
Los primeros cinco capítulos del Evangelio escrito por
Juan han sido muy cuestionados en su autenticidad, porque su estilo narrativo
es diferente a los otros, y porque además su contenido no aparece en ninguno de
los otros Evangelios sinópticos.
¿Fue real este encuentro entre Nicodemo y Jesús?
Más allá aún: ¿Existió realmente Nicodemo? ¿ hay pruebas
de su existencia más allá del texto bíblico?
El escritor Risto Santala me mostró las primeras
respuestas. Él escribió preciosos libros que contextúan al Mesías en el Antiguo
Testamento, y en el Nuevo, a la luz de los escritos rabínicos.
Hay un libro considerado sagrado para el pueblo hebreo,
que contiene un compendio de enseñanzas transmitidas durante milenios por vía
oral. Es el Talmud.
Este texto justamente menciona a Nicodemo por su nombre
completo: “Nakdimon Ben Gurion”. Traducido al español es “Nicodemo hijo de
Gurion”. Era costumbre identificar a las personas por su antecedente familiar.
Así se conocía a Jesús como: “Yeshua ben Josefh” (Jesús hijo de José).
Este Nicodemo “hijo de Gurion” era uno de los tres nobles
más ricos de Jerusalén. Pertenecía al Sanhedrín.
El historiador judío Flavio Josefo menciona en sus “Guerras
de los Judíos” a varios parientes de Nocodemo. Uno de sus hijos, llamado José,
fue elegido como líder de los defensores de Jerusalén, al principio de las
revueltas que terminó con la destrucción de la ciudad en manos de los romanos,
en el año 70 de nuestra Era.
Me resultó interesantísimo todo esto. Aún más al
enterarme que luego del reconocimiento por la ONU del nuevo Estado de Israel,
un primer ministro de esa naciente nación adoptó al asumir el poder el nombre
de la familia de Nicodemo. Se llamó y fue conocido como David Ben Gurión. Podés
encontrar en internet abundante texto escrito sobre él. Tuvo dos mandatos,
desde 1948 a 1954 y de 1955 a 1963.
De este modo, por un lado no hay dudas de la existencia
de Nicodemo como persona real, sino que además quien se acercó a Jesús esa
noche de luna llena dentro de la festividad del Pésaj era un hombre poderoso
económica y políticamente, además de un importante líder religioso y doctor de
la ley.
¿Por qué fue
realmente a verlo a Jesús?
Probablemente había sido enviado por los fariseos
buscando un aliado estratégico contra los sacerdotes del templo, a quien
acusaban de corruptos.
¿Por qué lo relata
solamente Juan?
En esos encuentros semioficiales era frecuente que cada
uno llevara a alguien como testigo de lo hablado. Normalmente un discípulo
joven. Es muy probable que Jesús haya elegido a Juan como testigo propio, por
lo que lo que escribe fue después de haberlo presenciado personalmente.
Ahora sí me permito citarte el texto del encuentro:
Juan 3:
1 al 13 Había entre los fariseos un dirigente de los
judíos llamado Nicodemo. 2 Éste fue de noche a visitar a Jesús.
—Rabí—le dijo—, sabemos
que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer
las señales que tú haces si Dios no estuviera con él.
3 —De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo
no puede ver el reino de Dios—dijo Jesús.
4 — ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya
viejo?—preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de
su madre y volver a nacer?
5 —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios—respondió Jesús—. 6 Lo
que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. 7 No
te sorprendas de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo.” 8 El
viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene
y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu.
9 Nicodemo replicó:
¿Cómo es posible que
esto suceda?
seguridad y verdad que
hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto
personalmente, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. 12 Si
les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿entonces cómo van a creer
si les hablo de las celestiales? 13 Nadie ha subido jamás al
cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre.
Espero que te esté pasando lo mismo que a mí, y que ahora
este conocido pasaje comience a tomar otra dimensión en tu corazón y en tu
mente.
Jesús podría haberse enganchado en los comentarios de
Nicodemo acerca de las señales que todos podían ver sobre su ministerio. Seguramente
fueron hechos a modo introductorio de lo que realmente llevaba a este fariseo a
verlo. Podría haber entrado en la discusión política que motivaba la visita…
pero Jesús vio directo al corazón del hombre que tenía frente a sí. Supo de su
hambre, conoció su necesidad. Y fue al grano.
Decía al principio de este relato que este texto del
Nuevo Testamento es muy conocido por aquellos que hoy formamos parte de la
familia cristiana. Alguna vez hemos sentido a Jesús tocando con precisión de
cirujano el punto donde debía, para que se abrieran nuestros ojos a una
realidad más allá de lo tangible.
“Te es necesario
nacer de nuevo” le dijo. “Te es
necesario nacer de nuevo” nos dice a ti y a mí hoy.
Esta voz de Jesús, llena de la dulzura y la firmeza con que
habitualmente se expresaba, sigue resonando en los corazones de su Iglesia:
— El
pastor, cargado con la responsabilidad enorme de conducir su grey en este
tiempo de la sociedad, tan cargado de falsas creencias, de idolatría al dinero,
de promiscuidad sexual, de familias destruidas, de jóvenes que no encuentran
sentido a sus vidas y se drogan para poder sobrellevar el presente… se
desespera, porque los años de seminario bíblico no alcanzan. Porque lo
aprendido de su pastor, de su mentor, no alcanza. Porque siente que el llamado
al ministerio fue real, pero no tiene las herramientas para seguir. ¡Te es necesario nacer de nuevo! Dice
Jesús en su oído, haciéndole sentir su mano en el hombro.
— La
mujer que luego de enviudar y ya a los 60 años, decidió apostar al amor de
pareja nuevamente, al encontrarse con su novio de la adolescencia… pero éste terminó
estafándola, rompiendo su corazón y dejándola con su ánimo abatido y sin ganas
de vivir… ¡Te es necesario nacer de nuevo!
Le dice la voz de Cristo mientras le llega un abrazo con todo el amor del
Padre.
— El
empresario, cansado de llevar adelante su empresa honestamente luchando con
impuestos que afectan seriamente su economía, piensa en cerrar y despedir a sus
empleados. ¡Te es necesario nacer de
nuevo! Le dice Jesús, en las palabras de una de sus empleadas, que pide
permiso para entrar a la oficina con lágrimas en los ojos, buscando ayuda para
un problema personal que está afectando su vida.
— El
matrimonio de cristianos, ambos comprometidos con el Evangelio, ambos miembros
activos de una comunidad de fe, que ven quebrantarse su pareja sin poder
encontrar la ayuda idónea necesaria en sus líderes. Están pensando en
separarse, en medio del dolor y del amor que se siguen teniendo uno al otro.
Están pensando en destruir la unión matrimonial, conscientes de que ofenden el
compromiso mutuo hecho ante la presencia de Dios. Conscientes de involucrar a
sus dos hijos pequeños en un tiempo de enorme sufrimiento… “Les es necesario nacer de nuevo” Dice
Jesús, cuando ambos están en la cama llenos de deseos de abrazarse, pero
dubitativos por la reacción que el otro pueda tener.
— La
joven que luego de sufrir abuso por parte de su padre por años, luego de haber
intentado denunciar ante su madre lo que tanto daño le estaba haciendo,
solamente encontró silencio cómplice… y está pensando en quitarse la vida
porque ya no puede más. ¡Te es necesario
nacer de nuevo! Dice Jesús con los ojos llenos de lágrimas a su lado.
“Te es necesario nacer de nuevo”
replica en nuestros oídos de personas de Iglesia, viéndonos que intentamos seguir
en el Camino en un mundo difícil, en un tiempo con vientos contrarios.
Me pregunto si podremos entender la profundidad de aquel
mensaje dado a Nicodemo, tan vigente hoy aquí y ahora.
1 Pedro 1:23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible,
por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
“Renacidos” dice Pedro. Es mucho más que una oración de
fe. Se trata del inicio de un proceso de regeneración, permitiendo que a través
de la Palabra de Dios, nuestra existencia natural sea traspasada por el aliento
de vida del Creador.
Renacidos a una simiente incorruptible, lo que impone en
nuestro espíritu un ADN espiritual distinto, que nos impone una nueva
naturaleza y nos hace HIJOS de este Dios amoroso.
Estas palabras escritas por Dios a través de Pedro, nos
hablan de una semilla que ya ha sido sembrada en nosotros. En vos y en mí. Que
produce nueva vida, la oportunidad de una nueva vida.
Y entonces nacer de nuevo tiene consigo la liberación que
significa despojarse de la pesada mochila que venimos cargando, y atravesar la
puerta que deja atrás todo el pasado que nos agobia, permitiéndonos ponernos de
pie y dar inicio a un Kairós, una etapa distinta conjugada por otros valores materiales,
morales y espirituales.
¿Cómo logro eso?
Querido amigo, querida amiga, es una decisión. Ponerme de
pie es mi decisión. Abandonar aquello que venía destruyendo mi vida, comenzar a
mirar con ojos distintos lo que me rodea y LOS que me rodean. Encontrando la fortaleza que necesito no en mí
sino en El Espíritu Santo, agente de regeneración de la mi vida en Cristo.
Te animo a que abras tu corazón, confiando en que este
aire nuevo traerá sanidad y restauración plena.
Creo que esta cita de Efesios es una buena forma de
cerrar este texto que vengo compartiendo:
Efesios 4: 9 y 10 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que
también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El
que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos
para llenarlo todo.
Él, Jesús el hijo de José, el Mesías prometido, el Hijo
de Dios hecho hombre, descendió hasta lo más bajo, hasta lo más profundo de tu
dolor, de tu sufrimiento, de tu incertidumbre, de tu enfermedad, de tu
frustración. Él pasó por aquello que te está oprimiendo el pecho, atravesó aquello
que de tan enfermo huele a podrido en tu realidad. Llegó hasta lo más hondo… y
como dice Pablo en Efesios, cargó con todo para subirlo por encima de todo, y
ofrecerlo en el altar mismo de su Padre y el tuyo.
El hecho ya fue consumado, y todo esto ha quedado para
siempre en el pasado.
Solamente falta que lo creas. No a mí ni a mis palabras,
sino a ese Jesús que hoy te mira a los ojos a ti, diciendo tu nombre: TE ES
NECESARIO NACER DE NUEVO.
Si no aceptas Sus palabras, su sangre derramada en la
cruz ha sido un sacrificio vano.
Nicodemo dijo SI,
y le creyó a Jesús. Se convirtió en su discípulo seguramente pagando un precio
ante la sociedad de Jerusalén de entonces, ante los otros fariseos y doctores
de la ley. Puedes encontrar sus rastros en Juan 19:38 y en Lucas 23:50.
El Talmud judío menciona más adelante que un rabino
llamado Johanan Ben Zakkai se encontró años después con una mujer pobre que le
pareció conocida.
— ¿De
quién eres hija?
— Yo
soy hija de Nicodemo.
— ¿Qué
ha sucedido con las riquezas de la casa de tu padre?
Sus graneros habían sido quemados. La riqueza y prestigio
de una de las tres familias más influyentes de la Jerusalén de entonces,
perdidas por completo.
La mirada de Jesús pudo más que todo eso. Nicodemo fue
atravesado por la invitación de Cristo. Él aceptó la mano que se extendía frente
a él.
Y traspasó la puerta, iniciándose a una vida nueva.
¿Qué hay contigo? ¿Estás dispuesto? Las mismas palabras
siguen hoy resonando en nuestros oídos.
Yo las escucho: “Héctor,
te es necesario nacer de nuevo”
Estoy seguro que a ti te sucede lo mismo.
La respuesta está en tu decisión. ¿Te pondrás de pie?
HÉCTOR SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net
FUENTES:
http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/PASCUA/DO-01/pascua-judia1.htm
Software bíblico Logos
Biblia versión Reina Valera 1960
Risto Santala: “El Mesías en el Nuevo Testamento”,
editorial Hache/Latté
El Talmud
Flavio Josefo, Las Guerras de los judíos.