¿Sabemos escuchar al adolescente?
¿Tienes hijos adolescentes callados, que nada te cuentan, y que constantemente te esquivan?
Todos necesitamos hablar, los hijos adolescentes también.
¿Pero no quieren hacerlo contigo? Lee este artículo, puede que te ayude a comprender lo que ocurre y cómo comenzar a solucionarlo…
¡Qué agradable es tener una conversación con una persona que demuestra interés en escuchar! ¡Qué bien nos sentimos después de haber podido compartir nuestras cosas con alguien que nos escuchó y que además demostró interés!
Una buena charla acerca de nuestras inquietudes es necesaria para todos, y los adolescentes no son la excepción: ellos también tienen problemas propios de su edad.
Muchas veces, lo único que necesitan es ser escuchados como lo que son: ADOLESCENTES. Ellos no son niños grandes ni adultos pequeños. Son adolescentes, son personas como tú y como yo, individuos que desean ser escuchados.
Cuando un adolescente pide ser escuchado o inicia una charla de su interés, no está pidiendo consejo. Tampoco espera escuchar que le digan “no deberías sentirte así” o “si yo fuera tú, lo haría de tal o cual manera”… Esto le resta importancia a sus propios sentimientos.
Muchas veces el adolescente se encierra en un mutismo que no da lugar al diálogo, porque teme que al hablar de sus inquietudes, no va a ser escuchado, sino que va a recibir sugerencias, sermones y consejos que no ha pedido.
Debemos saber escuchar. Que el adolescente en cuestión sea nuestro hijo, hermano o alguien muy cercano, no quiere decir que sepamos cómo se siente y qué es lo que piensa. Tampoco sabemos necesariamente qué es lo que le conviene, porque lo que a nosotras nos parece bueno, a ellos les puede resultar todo lo contrario.
Cuando hables con tu hijo adolescente, recuerda que quien ayer fue niño, ahora es un adolescente con personalidad propia que debes respetar. Podremos orientar, aconsejar y buscar soluciones cuando ellos nos lo pidan, pero cuando el invaluable momento de la comunicación llegue con nuestros adolescentes, escuchemos… sin críticas ni juicios.
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