![](http://thumbs.dreamstime.com/z/familia-de-tres-generaciones-que-se-relaja-en-la-playa-14691179.jpg)
El respeto en la familia
Compartir !
Para educar a nuestros hijos, podemos intentar imponer nuestra autoridad, pero lo que mejor funciona es respetarles y enseñarles a respetar. Ambas pueden coexistir, pero el respeto nunca ha de faltar.
Si enseñamos a nuestros hijos el valor del respeto mutuo, habremos avanzado enormemente hacia el éxito en nuestra paternidad.
Todo ser humano merece ser respetado. Y es justo pedir que se respeten nuestros derechos, nuestra personalidad, nuestra privacidad, etc. Sin embargo muchas veces, sin darnos cuenta, le faltamos el respeto a otras personas, especialmente a los de nuestra propia familia. Aprendemos desde nuestra vida temprana que como personas tenemos derechos, pero muchas veces se nos olvida que también tenemos obligaciones. ¿Por qué no enseñar a nuestros hijos la importancia del respeto mutuo?
Erróneamente creemos que por ser “la autoridad máxima” de una familia, podemos dar órdenes, sin detenernos a pensar que por respeto, la otra persona necesita y merece que cuidemos el tono. Por ejemplo, un hombre puede ser responsable de su casa y el proveedor de su familia, pero eso no le da derecho a pegar gritos y hacer temblar a los de su entorno.
Y es indudable que en una casa es necesario tener reglas, pero no debemos dar por sentado que las reglas van a ser cumplidas al pie de la letra sin ni siquiera hablarlas o discutirlas entre todos. Además, si en lugar de exigir el cumplimiento de esas reglas de manera intransigente, se explican y se enseñan, será mucho mejor. Los niños deben sentir que son respetados y tenidos en cuenta.
A veces tenemos ideas erróneas en cuanto a ejercer nuestra autoridad. Se debe enseñar a respetar a papá y a mamá, además de a los mayores de una casa. Debe haber disciplina justa, que no se quede el culpable sin castigo (pero que no haya castigo o disciplina sin culpable). Debemos enseñar a no ser insolentes, porque muchas veces por sentir que somos “la máxima autoridad” pensamos que tenemos derecho a ejercer la insolencia de romper una regla, o que tenemos derecho a insultar, ultrajar y denigrar a los demás.
No debemos olvidar que los niños lo absorben todo y que crecen imitando a los adultos. Ellos van a aprenderlo todo de su casa. Nuestro hogar es el sitio más importante, nuestro santuario, donde podemos ser nosotros mismos. A veces tropezando y luchando para sortear obstáculos, pero aprendiendo junto con nuestros hijos. Así pues, transmitamos nuestras enseñanzas, nuestros valores y el respeto mutuo. Son hábitos que han de llevar por siempre y que serán heredados por generaciones venideras.
|