COMO TRATAR A TU HIJA ADOLESCENTE
La relación de las madres con sus hijas adolescentes es una de las más complejas que se viven a lo largo de la vida. Hay casos en los que todo va bien y no se presentan problemas pero eso no es lo habitual. Generalmente madres e hijas viven durante esa etapa momentos de tensión, discusiones continúas y enfrentamientos.
Es frecuente escuchar a madres de adolescentes que relatan que mientras sus hijas eran niñas todo fue perfecto entre las dos. Se llevaban bien, charlaban y había confianza en la relación pero al llegar la adolescencia, las hijas cambiaron radicalmente su forma de relacionarse con ellas y comenzaron a surgir los problemas. Ciertamente, esto es así en muchísimos casos. Las razones son varias y complejas y no provienen solo del paso por la difícil adolescencia de las hijas sino también de la etapa de su vida en la que están las madres.
Lo primero que hay que saber sobre esta difícil relación es que no tiene por qué ser así de difícil. Pueden usarse estrategias para que las cosas funcionen de otra forma, para que la relación sea mejor. Lo primero que deben hacer las madres es entender qué es lo qué está pasando, tanto lo que les sucede a sus hijas como, y más importante aún, lo que les está pasando a ellas mismas.
La mayoría de las mujeres con hijas adolescentes tienen edades que están en la cuarentena o en la cincuentena. Y eso quiere decir que, casi todas ellas, están pasando en ese momento por la menopausia. Y la conjugación de adolescencia y menopausia es complicada. Las dos provocan alteraciones en el humor, casi siempre producen también temor e inseguridad. Son los dos grandes cambios en la vida de una mujer. Cuando se juntan la menopausia de la madre con la adolescencia de la hija, pueden saltar chispas. Y aquí vamos a enseñarte a apagar esas chispas y a disfrutar de tu vida y de la tu hija sin alteraciones.
Qué hacer para evitar los conflictos
Tu hija se hace mayor. Un día de pronto, la que hasta hace nada era tu niñita aparece en el living con uno de tus vestidos, precisamente aquel con el que tú has lucido siempre tan juvenil y tan linda. Y ella luce más linda aún. Lo que sientes cuando ves a tu hija es, primero, una sensación de sorpresa porque descubres que tu niña se hace mayor y eso te alegra pero, a la vez, sientes cierta aprensión o casi enfado porque ella es más guapa y más joven. No te preocupes por que hayas tenido esos pensamientos, son iguales a los de miles de mujeres en esa circunstancia. Pero debes superarlos porque pueden haceros daño a ti y a tu hija. Debes analizar de dónde vienen. Lo primero que debes entender es que no tienen nada que ver con tu hija, se refieren exclusivamente a ti. Lo que te ha ocurrido es que has sentido que tu vida va hacia su final, que tu tiempo ya se acabó. Pero eso no es cierto, terminó una etapa de tu vida pero tienes otras por delante, tan emocionantes, llenas de posibilidades y gratificantes como las anteriores o más.
No compitas con tu hija. Algunas madres que tienen esa sensación de pérdida comienzan una competición con sus hijas. Intentan volver a ser jóvenes y analizan todo lo que hacen sus hijas desde esta posición. Es un error y una estupidez. No puedes competir con una adolescente. Afortunadamente, esa etapa de tu vida quedó atrás. Ahora eres una adulta madura. Y tu hija es una chica adolescente. Vive tu madurez plenamente aprovechando sus ventajas y deja de anhelar el tiempo pasado porque no va a volver.
Puedes seguir siendo una mujer sexy. No hace falta ser adolescente para sentirse guapa, sexy o inteligente. Puedes ser todo eso a tu edad o incluso, puedes serlo mucho más. En la madurez has superado ya los problemas de inseguridad, estás mucho más estable en tu trabajo, eres mucho más capaz de relacionarte con tu pareja y con tus amigos de manera más relajada y más sabia. Y todo ello puede darte muchas satisfacciones si no intentas ser lo que no eres.
Ten paciencia con tu hija. Se paciente, es cierto que la menopausia con sus alteraciones hormonales lo dificulta pero busca una solución para ello porque merece la pena que vivas esta etapa relajada y feliz. También ten paciencia contigo misma, quiérete y así demostrarás también mejor el amor que sientes por tu hija adolescente.
Haz memoria. Recuerda cuando tú eras como ella. Recuerda tus enfrentamientos con tu madre. Seguro que no eran como los de tu hija contigo pero es muy probable que los hubiera. Seguro que también tú, como tu hija, tenías cambios. Háblale a tu hija de tu adolescencia, seguro que podéis aprender juntas.
Disfruta de tu hija. Pasa tiempo con ella, sal y organiza actividades juntas, podéis salir de compras y divertiros con la moda, podéis buscar nuevos trucos de maquillaje, podéis leer, ver películas o viajar. Comparte también lo que te ocurre y ten siempre presente que ella es ella y tú eres tú. Y las dos tenéis aún una gran vida por delante para disfrutarla y compartir.
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