Se puede describir la familia como el grupo de personas que forman un matrimonio y sus hijos. En sentido amplio se llama familia a cualquier asociación, sobre todo si reina un ambiente cordial. Sin embargo, en estos casos suele buscarse un bien parcial -deportivo, musical..., mientras que la familia en sentido preciso desea el bien general de sus miembros en cuanto personas.
En otras sociedades se aprecia a alguien por alguna cualidad. En la familia, los miembros se quieren entre sí por ser de la familia con independencia de sus cualidades o comportamientos.
Los padres deben impulsar las buenas acciones y corregir las malas. Pero esta corrección se hace precisamente buscando el bien del hijo, a quien se ama con sus defectos. Unos defectos que convendrá reducir por el bien de todos. Por otra parte, los padres tampoco deben intervenir en todos los errores pues un rigor excesivo sería contraproducente.
La familia tiene su origen en la naturaleza humana, que desea la supervivencia de los individuos y de la especie. De este modo, hay una inclinación natural al matrimonio, a la procreación y Educación de los hijos. La familia es el ámbito natural para el desarrollo armónico de la persona humana.
El humano necesita amar y ser amado. El ambiente mejor para el desarrollo del hombre es un lugar donde una persona sea apreciada y pueda ayudar a otros. Y como los hombres tenemos defectos, el ambiente mejor incluye amar y ser amado con independencia de los defectos. Esto sucede en la familia. Sobre todo en las familias numerosas, donde se puede ejercitar más el aspecto de amar a otros.
Conviene que cada familia tenga los hijos que Dios desee otorgarle. En general es mejor que sea numerosa, pero la respuesta depende del punto de vista:
Desde el aspecto económico y de la comodidad, una familia numerosa crea problemas, hasta que los hijos crecen.
Para la sociedad, es mejor que nazcan muchas personas pues habrá más gente sacando adelante el país. Una nación sin hijos se extingue.
Para los hijos, es mejor crecer rodeados de hermanos, pues aprenden muchas habilidades sociales y de convivencia. En este sentido, el mínimo de hijos recomendable sería tres, pues la relación entre sólo dos personas aporta hábitos sociales diferentes a los de un grupo mayor. Obviamente, una familia con mayor número de hijos permitirá un ejercicio social más amplio.
Para los padres, es mejor una descendencia numerosa que prolonga su paternidad y su juventud. Los hijos dan muchas alegrías.
Para el matrimonio, viene bien una familia numerosa, pues los hijos liberan del egoísmo y aportan estabilidad al matrimonio.