José
y Yunus
Posiblemente
alguna vez hayas sentido hablar de él, leído algún artículo o que lo mencionen
en un programa de TV. Su nombre es Muhammad Yunus y es ganador de un premio
Nobel de la Paz.
Hace
tiempo estoy interesado en su obra, leí uno de sus libros e investigué todo lo
que pude. Ha nacido y vive en una pobrísima nación fronteriza con la India,
Bangladesh.
Es
el creador de una de las ideas más brillantes desarrolladas en las últimas
décadas en el campo de la economía; la de los microcréditos.
Hoy
en día se habla en prácticamente todo el mundo de microcréditos, aunque la
mayor parte de las veces apartándose significativamente de la idea original.
Muhammad
Yunus fue testigo cuando era un jóven, de las devastadoras hambrunas que
asolaron su patria, Bangladesh, en los primeros años de la década de los
setenta.
Posiblemente
si tenés más o menos mi edad, recordarás el macro-concierto que en 1971
organizó el ex-Beatle George Harrison en Nueva York, a fin recaudar fondos para
paliar la catástrofe humanitaria que vivió ese país.
Ese
concierto, en el que participaron entre otros Eric Clapton y Bob Dylan, se
convertiría en prototipo de los conciertos benéficos que a partir de ese
momento se llevarían a cabo cada vez que alguna emergencia internacional humanitaria
se produce en el mundo.
Aunque aparentemente la idea de George Harrison parecía innovadora al usar la
música pop como vehículo para movilizar a cierto sector de la opinión pública
como eran los jóvenes, en realidad su propuesta seguía los mismos patrones que
otras iniciativas tradicionales de ayuda humanitaria, sacudir la opinión
pública mundial ante la emergencia producida, recaudar fondos y la organización
de un mecanismo para socorrer a los afectados.
Hoy
en día este tipo de eventos es mucho más
frecuente en todo el mundo. Afortunadamente también en nuestro país. Por
ejemplo, los conciertos que desde hace un año da por todo el país Patricia Sosa
para ayudar a una comunidad indígena del norte del país.
Pero
es solamente un shock momentaneo para ayudar durante una crisis. En ningún
momento se logra una ayuda de fondo que cambie la realidad de los afectados.
Pero
Muhammad Yunus se dio cuenta de que hacía falta algo más que grandes
movilizaciones masivas momentáneas para sacar a la gente de la miseria
económica. Eso no alcanzaba para ayudar a su país, uno de los más pobres del
mundo.
Él
se dio cuenta de que el gran impedimento para que mucha gente saliera de la
pobreza era no tener la posibilidad de acceder al dinero que les permitiera la
puesta en marcha de una forma de ganarse la vida.
Es
como dice el dicho, para conseguir un préstamo es necesario demostrar tener el
suficiente ingreso como para que no haga falta pedirlo. Demostrar con papeles
que ese préstamo que estamos pidiendo… no lo necesitamos.
Y
los más pobres entre los pobres no tienen ingresos que puedan demostrar, ni
nadie que pueda salirles de garante. De modo que quedan completamente fuera del
sistema bancario, porque en muchos casos ni siquiera tienen un documento que
acredite su identidad.
La
mayor parte son trabajadores cuentapropistas que trabajan como artesanos,
carpinteros, albañiles, agricultores. Como no pueden acceder al sistema
financiero tienen que recurrir a prestamistas para conseguir el dinero
necesario para comprar sus insumos de materia prima.
Los
prestamistas les dan créditos, pero los intereses eran tan altos que nunca
lograban capitalizarse y hasta se hace imposible la posibilidad de la
devolución del préstamo.
A
partir de esta situación (en muchos aspectos parecida a la que se vive en
nuestro país), Yunus ideó los microcréditos, consistentes en pequeñas
cantidades de dinero con el que los prestatarios pueden comprar ganado, materia
prima para sus artesanías o comenzar sus propios negocios.
Para llevar delante de un modo organizado el mecanismo de microcréditos, Yunus
creó el Grameen Bank o Banco del pueblo, cuyo patrón de trabajo consiste en la
creación de grupos de cinco posibles beneficiarios que se los representantes del Banco.
A
dos de estos potenciales cinco receptores se les concede un crédito.
Si
después de un período de tiempo de prueba esos dos primeros beneficiarios
devuelven el crédito, entonces se extiende a los restantes miembros del grupo.
De este modo el mismo grupo ejerce la presión de estímulo para que el crédito
sea devuelto.
Más
del 97 % de los créditos concedidos por el Grameen Bank tienen como
destinatarias a mujeres, las cuales han experimentado un beneficioso cambio en
su situación personal y familiar. Además está perfectamente demostrado que la mujer
saca el provecho adecuado del préstamo, mientras que en un alto porcentaje, si
el beneficiario es un hombre se termina utilizando el dinero sin que genere el
beneficio para el que fue otorgado. Los préstamos son devueltos por estas
mujeres a quienes se les otorga, sin moras en los pagos en más de un 84% de los
casos.
De este modo, la idea de Yunus se aparta de la tradicional perspectiva de ayuda
que dan los gobiernos, dando subsidios en alimentos, pagando alquileres y
servicios, dando bolsones de comida… mecanismos que no ayudan a crecer ni salir
de la pobreza. A tal punto que las personas se acostumbran a vivir del estado.
Tampoco
se trata de actuar movido por los impulsos del corazón sino de equilibrar el
corazón con la cabeza. Es decir, de ayudar con inteligencia. Una ayuda que
busca, por encima de todo, que el necesitado sea autónomo y responsable. Que
haya crecimiento, progreso social y económico.
Es sabido que los mecanismos de caridad asistencialista hacen del necesitado un
ser dependiente, fomentando una relación interesada, que se puede convertir en
perversa, entre quien dona y quien recibe. Además, ese tipo de caridad se
presta a toda clase de malversaciones, como ocurre con la reventa o desvío de
los bienes recibidos, siendo éste, precisamente, el gran problema que ha puesto
en guardia al público en general respecto a las grandes campañas dedicadas a
paliar catástrofes humanitarias… el no saber realmente si su donación terminará
llegando o no a quien la necesita.
Y
es que también entre los pobres hay mafias, y los mecanismos de ayuda
asistencialista son una de las maneras más eficaces de sostenerlas.
Lo que me sorprendió de la admirable solución de Yunus, que con sus
microcréditos ayuda y además permite el crecimiento responsable… es que este hombre
de religión Indú, repite un esquema utilizado hace aproximadamente 4000 años y
que es relatado con toda precisión en la Biblia.
Lo
podés leer en el libro de Génesis, el Yunus de entonces fue José. Este jóven
judío tuvo la habilidad de aplicar estos métodos en un momento en que la
escasez ya había comenzado.
Génesis 41:55 y 56 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó
a Faraón por pan; y Faraón dijo a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que
él os diga.
Y el hambre
se extendió sobre toda la faz de la tierra. Entonces José abrió todos los
graneros y vendió a los egipcios, pues el hambre era severa en la tierra de
Egipto.
En
lugar de regalar el trigo almacenado, cosa que fácilmente se prestaría a todo
tipo de abusos y a la instalación de una mentalidad de irresponsabilidad en la
gente, lo que hace José es venderlo. Es que las cosas que hay que pagar generan
un sentido de valor porque no vinieron de arriba, fueron conseguidas con
esfuerzo. Lo que se consigue gratis se va sin que el receptor lo valore.
Esta actuación de José, de vender el grano, va a mantenerse todo el tiempo que
dure el ciclo de escasez en Egipto.
A
los egipcios se les acabó el dinero…
Génesis 47:15 al 17 Cuando se acabó el dinero en la tierra de
Egipto y en la tierra de Canaán, todos los egipcios vinieron a José, diciendo:
Danos alimento, pues ¿por qué hemos de morir delante de ti?, ya que nuestro dinero se ha acabado.
Entonces José dijo: Entregad vuestros
ganados y yo os daré pan por
vuestros ganados, puesto que vuestro
dinero se ha acabado.
Trajeron, pues, sus ganados a José, y
José les dio pan a cambio de los caballos, las ovejas, las vacas y los asnos;
aquel año les proveyó de pan a cambio de todos sus ganados.
…y cuando se les acabó el ganado, vendió el
trigo a cambio de sus tierras.
Génesis 47:19 y 20 ¿Por qué hemos de morir delante de tus ojos, tanto
nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra a cambio
de pan, y nosotros y nuestra tierra seremos siervos de Faraón. Danos, pues, semilla para que vivamos y
no muramos, y no quede la tierra desolada.
Así compró José toda la tierra de
Egipto para Faraón, pues los egipcios vendieron cada uno su campo, porque el
hambre era severa sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón.
Finalmente,
ese grano preservará la vida del pueblo, del ganado y a la tierra misma, que en
caso de no ser labrada se echa a perder. Así es como el pueblo se salvó de una
catástrofe que de otra forma habría estado asegurada, gracias a la tarea de un
hombre que entendió que tenía que ayudar de forma inteligente, por lo que el
pueblo le correspondió con gratitud.
Hay algo más en esta actuación de José vendiendo el grano, y es que no hay en
ella ninguna intensión de hacerse rico ni él ni el gobierno del faraón.
Como pasa siempre, en tiempos de crisis los especuladores se aprovechan subiendo
el precio de los artículos esenciales para su ganancia personal.
Los
especuladores son una de las peores desgracias que tiene que soportar el pueblo
en tiempos de necesidad.
Proverbios 11:26 Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá, pero
habrá bendición sobre la cabeza del que lo
vende.
José
es por lo menos a mis ojos, un claro ejemplo de equilibrio económico en tiempos
de crisis aguda y un ejemplo de funcionario público justo que deberían imitar
los que administran el país.
José
hace 4000 años o Yunus hoy representan ejemplos de auténtica preocupación por
ayudar dando crecimiento.
Yo
me encuentro frecuentemente ofreciendo trabajo a cambio de dinero a personas
que me terminan diciendo que no lo quieren aceptar, porque entonces se
perderían la ayuda que les da el gobierno con el alquiler, la luz, el gas.
Eso
es lo que estamos construyendo con estas políticas sociales. Destruimos la
cultura del trabajo que con mucho esfuerzo construyeron las generaciones de
nuestros padres y abuelos. La idea de que cada bocado que se ponía en la mesa o
cada ladrillo necesario para construir la casa familiar, debía ser conseguido
con el sudor de la propia frente.
Ahora
las cosas son distintas. Hay un Ministerio dedicado a la ayuda social, al que
se puede recurrir facilmente. Solamente con golpear las puertas y probablemente
cantar alguna marcha partidaria, se obtiene lo que se pide.
Personalmente,
prefiero las ideas de José y de yunus.
HECTOR SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com
www.puntospacca.net
Basado en un trabajo de Wenceslao Calvo (predicador y pastor en una
iglesia de Madrid)