De repente ¡pum! Una trompada en medio del mentón y allí quedas nockout. Un golpe de realidad tan fuerte que destroza tu ingenuidad, tus ilusiones y también las idealizaciones. O quizá no es un episodio, sino una sucesión de eventos a través del tiempo que de a poco te van quitando las energías y el resultado es el mismo: tendido en el piso de la vida. Este nockout no siempre es tan visible como en el boxeo. ¿Por qué?Porque puedes disimularlo con miles de actividades y el mejor de los espíritus negadores.Porque con algo de humor ácido y un fino escepticismo también logras que el dolor sea menos visible (para ti y para quienes te rodean).
Existen, por otro lado, individuos que no se escapan de esa realidad. La hacen bien visible. Están dolidos, frustrados y enojados. Y hasta a veces se aferran a esa experiencia de un modo tal que, casi sin darse cuenta, se trasladan a la orilla extrema: la incredulidad y la desconfianza extrema. Y algunos, si pueden, intenten llevarse consigo a todos los que puedan a ese nuevo destino. Se convierten en predicadores de la desesperanza en búsqueda de individuos a quienes convertir a su nuevo credo. No soportan la más mínima expresión de fe o confianza.
Pero, así como Fito Páez escribió “El amor después del amor”, ¿será posible encontrar un rumbo de fe y esperanza después de la traición y la desesperanza?
Mi respuesta es “SÍ”. No adhiero a la primera reacción citada: la negación y el “siga, siga”, como si nada hubiese sucedido. No podemos saltearnos la cruda verdad si queremos la sanidad y el crecimiento en nuestras vidas. Puedes descubrir que tu familia no es tan ideal como lo creíste alguna vez. Puedes reconocer que eres tan frágil como los demás. Puedes reconocer que aquel a quien pusiste en un pedestal (y quizá te habló desde un pedestal) es un ser humano tan miserable como tú y yo. Necesitas dejar de lado la ingenuidad si quieres construir aún una fe madura.
La segunda actitud (la desconfianza extrema a partir del dolor) tampoco es saludable. Para algunos, puede aparentar un mayor grado de “inteligencia”. Nunca ha faltado el escéptico de turno, quien desde sus miedos no confesados, mira con altanería al que aún busca desarrollar un camino de esperanza.
Existe la fe genuina después de la ingenuidad, tanto como la construcción de la esperanza luego de la desesperanza. No se construye ese nuevo camino de un día para el otro. No es tan naif o idílico este nuevo sendero ya que se aprende a caminar también con la parte desagradable del paisaje. Salir del simplismo de la inocencia te desafía a una nueva realidad más compleja donde no todos son maravillosos, ni existen personas que sean totalmente maravillosas (y eso nos incluye a todos). Pero ese camino existe y te digo algo extra: es más verdadero que el camino anterior que por cierto era bastante absurdo.
Amigo, si la realidad te golpeó una vez más y estás allí en el piso, le pido a Dios que te dé nuevas fuerzas en este día para levantarte una vez más. Pero levántate de a poco y con los ojos un poco más abiertos. Observa también que más allá de tanta oscuridad y horror circundante, hay mucho para rescatar y destacar.
Algunos aspectos de la realidad pueden haberte golpeado, pero aún en la hora difícil, si lo puedes apreciar, Dios te hará llegar otras experiencias absolutamente reales donde tu esperanza pueda encontrar un fuerte punto de apoyo. Este nuevo camino, aún siendo distinto, puedo garantizarte que vale la pena transitarlo. No te entretengo más, ¡tienes aún mucho por hacer!
GUSTAVO BEDROSSIAN