Dios desea que nuestra vida sea como un libro abierto. Por lo tanto, Él anhela que quitemos de nuestra vida todo pecado oculto, toda deshonestidad, engaños, mentiras, fraude. Por eso es que el Espíritu Santo busca cada cosa en nosotros que no es semejante a Cristo, y si de verdad queremos cambiar, estaremos dispuestos a que Él trate con nosotros.
Hasta que experimentes el cambio de Dios en cada una de estas áreas, te puedes olvidar de recibir consejería, consultar programas de auto-ayuda, o de restaurar relaciones. Pon todo a un lado por el momento, hasta que estés listo a renunciar a todo tu pecado oculto. Cuando te hayas sometido a la palabra de Dios y al poder transformador de su Espíritu, no será necesario que convenzas a otros de que has cambiado. Según caminas en su verdad, el Espíritu Santo te recomendará a las conciencias de los que están a tu alrededor.
“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.”(2 Corintios 4:2)
La palabra griega para recomendar aquí significa “aprobación de Dios”. Pablo dice: No tendrás que impresionar a nadie diciéndole que has cambiado. Dios se moverá en sus conciencias, diciéndoles en su interior: “Esta persona tiene mi bendición y mi aprobación.”
Ningún argumento podrá refutar la evidencia interna que el Espíritu de Dios ha puesto en ti. De hecho, tu cambio atraerá a otros o será como una reprensión para ellos. El aura de Cristo que emana de ti será como un golpe a sus propias conciencias. Y será entonces cuando encontrarás el poder para influenciar a otros a través de los cambios que están ocurriendo en ti. Encontrarás que se restaurarán relaciones y podrás recuperar tu autoridad espiritual en tu hogar.
Ya no seguirás pensando en los cambios que tienen que ocurrir en otros. Más bien, te animarás tanto con los cambios que Dios está obrando en ti, que concluirás: “Señor, sé que todo está en Tus manos y me entrego a tu voluntad. Haz en mí lo que tengas que hacer.”
Ahora es el momento para dejar todas tus circunstancias en Sus manos. Olvídate de tratar de salir de tu crisis. Más bien, enfócate en el Señor que te está cambiando y haciendo de ti un vencedor. Permanece en Su palabra. Clama a su nombre diligentemente y confía en el Espíritu Santo. Haz que este sea el clamor constante de tu corazón: “Cámbiame, oh Señor.”
David Wilkerson