La planta de reciclado
"En Junio, cuando el curso escolar llegaba a su fin, se presentó en la escuela rural un joven. La maestra, a punto de jubilarse, le miró fijamente, como si le pareciera mentira lo que estaba viendo.
-¡Qué sorpresa! ¡Me alegro de volver a verte! –dijo la maestra-. Tengo ante mi a uno de los alumnos más traviesos y difíciles que han pasado por la escuela. ¿Qué es de tu vida?
- Estoy feliz –respondió él-. He conseguido un trabajo estupendo en una planta de reciclado.
- ¡Felicidades! ¿Y en qué consiste tu trabajo?
- En la planta reciclamos productos muy diferentes; un equipo de especialistas estudiamos cómo aprovechar la materia prima que contiene cada producto. Al mismo tiempo vamos reciclando y transformando otros elementos que estropean la materia prima.
- ¿Y siempre lo conseguís? –preguntó con curiosidad la maestra-
-No –le dijo el joven- Unas veces tenemos que enviar algunos productos a otras plantas de reciclado más especializadas, porque nos llegan muy deteriorados. Otras veces los productos tienen que estar en nuestras instalaciones más tiempo del que desearíamos, para poder recuperar la materia prima.
- ¡Cómo me gustaría verte trabajar en esa planta! –dijo entusiasmada la maestra- ¿podrías llevarme algún día?
El joven cogió a la maestra del brazo y se la llevó fuera de la escuela. Atravesaron el patio, cruzaron la valla y se detuvieron unos metros más allá. El joven le dijo:
- Mira tu escuela ¡aquí tienes la planta de reciclado! Soy el maestro que te sustituirá en septiembre, cuando te jubiles. Gracias por recuperar la materia prima que había en mi y por enseñarme a reciclar con amor.
Y los dos se fundieron en un abrazo"
(Marifé Ramos)