Buen día! Aquí va un adelanto de mi próximo libro, a punto de salir a la calle en muy poco tiempo. Cada capítulo aporta un principio para fortalecer nuestros vínculos familiares. En esta entrega te regalo el Principio de la Intención: Con la intención sola no es suficiente, pero valoremos el intento. Espero que sea de utilidad a muchos al inicar esta semana:
"Lo que importa es la intención. ¿Siempre lo que importa es la intención?
Renzo siempre fue bien intencionado. Quiso sorprender a su amada esposa para su cumpleaños. Contrató a un grupo de entusiastas mariachis. Al llegar los músicos, su mujer quedó fascinada con la novedad. Pero, a medida que pasaban los minutos y las canciones, su semblante fue cambiando. Los mariachis, dedicados plenamente al agasajo de la cumpleañera, se quedaban a su lado cantando cada tema con mayor empeño (y volumen). Las voces y los instrumentos potentes de los mariachis terminaron provocando que la homenajeada estallara. Las sonrisas iniciales de ella se fueron transformando en gritos desencajados contra Renzo y los pobres músicos, quienes debieron salir huyendo para no ser alcanzados por los platos y cuchillos que la dulce esposa de Renzo les lanzaba por doquier. La sorpresa terminó en escándalo.
Quiso también nuestro querido Renzo llevar a sus hijos a ver el espectáculo para niños más popular del momento. Siempre fue un hombre de palabra. Les prometió a los hijos que los llevaría y así lo hizo. Como Renzo no tiene mucha experiencia en este tipo de eventos, cometió el gravísimo error de no sacar las entradas con anticipación. Llegó al lugar tan entusiasmado como sus hijos. Grande fue su sorpresa cuando le avisaron que, para ese espectáculo hay que comprar el ticket con, por lo menos, dos semanas de anticipación. Imagínate la cara y las reacciones de los niños. ¡Las cositas que le dijeron al buenazo de Renzo! No hubo posibilidad de un plan B. Renzo recurrió a todo tipo de propuestas, las cuales fueron descartadas una por una. Terminaron en casa todos peleados. Los chicos no le hablaron por semanas y la mujer hizo referencia a su improvisación (además de recordarle el tema de los mariachis). Y así le pasó en más de una oportunidad a Renzo. Intentaba. Sus motivaciones eran buenas. Quizá no acertaba en cuantos a los gustos del otro o en cuanto a los tiempos, pero Renzo siempre fue un «remador».
Seguramente tiene mucho para aprender: lo que en realidad desea y necesita su esposa, cómo comprar las entradas para un espectáculo popular, no dejarse maltratar cuando las cosas no le salen del todo bien, entre otras cuestiones. Pero hagamos hoy un homenaje a todos los Renzos bien intencionados. Valoremos la intención, más allá de los resultados. Hoy decidamos premiar las buenas intenciones. Coincido con todos aquellos que afirman que, con las buenas intenciones, no alcanza. Pero más allá de eso, veamos las intenciones.
Gary Chapman ha señalado cómo pueden existir diferentes lenguajes del amor: el contacto físico, los regalos, el tiempo de calidad, los actos de servicio y las palabras de confirmación o valoración. Cada persona tiene una tendencia a expresar el amor con su propio lenguaje, lo cual es natural. Pero a veces el otro a pesar de haber recibido algo, en una «confusión de lenguajes» no se siente amado. Afirma este autor: «Las personas hablan diferentes lenguajes del amor… Para comunicarnos con eficacia más allá de nuestras fronteras lingüísticas, tenemos que aprender el idioma de aquellos con los cuales nos queremos comunicar».
Por ejemplo: una mujer no se siente amada por su esposo quien tiene hacia ella una actitud servicial. Se lo expresa a él, quien se enoja y se siente frustrado. Le reprocha a ella su ingratitud. Es lógico… para uno y para otro. El problema es que están hablando diferentes lenguajes. Ella pide un tiempo de calidad, disfruta cuando salen solos o cuando conversan en profundidad. Él es servicial y tiene la mejor de las intenciones, pero necesita amar a ella en el lenguaje donde su mujer recibe más naturalmente el amor. Ella, por otro lado, tiene que aprender a valorar todo lo que él hace desde su formato natural. Es una combinación de aceptación y disposición al cambio en los dos.
Agradece a aquellos que no siempre aciertan en sus intentos, pero que buscan tu bien. Premia la intención. Y si eres de aquellos que, en estos últimos días intentaste sin los mejores resultados, no te resignes. Presta atención a lo que pide o necesita el otro. No obres solo desde tu entusiasmo. Aprende de lo sucedido, pero no renuncies a tus buenas intenciones".
GUSTAVO BEDROSSIAN
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