Beso la desazón al intentar hallarte donde no estás.
Quebrada caigo ante el desvelo que me provoca la ausencia de tu nombre.
Hoy te busco con la ansiedad de quien anhela pronto auxilio. De quien busca con urgencia un remanso de paz que mitigue tantas voces, tanta algarabía.
Encuentro tus ojos al final del sendero. Ojos que me devuelven la esperada serenidad.
Ojos que con ternura me mecen entre delicadas nanas, haciendo que mis temores huyan lejos de mí.
Sé que no existe nada más hermoso que tus ojos contemplando con tibieza lo que has creado y desprendiendo un albor que mitiga toda oscuridad.
Quiero que por piedad mires a esta impaciente mujer a la que cada día has de aleccionar.
Quiero que tu tenaz dulzura atenúe este proceso largo y amargo que con una embestida de realidad hace de mí una persona proclive al llanto.
Tu irrevocable verdad mustia las mentiras que se cuelan en mi cabeza.
Tu incuestionable amor prende hilos de cariño a mi corazón fabricando con él una cometa que vuela libre, sin miedo.
Volverán los días de fiesta, los atardeceres compartidos, la rítmica música que fusionara la risa con el movimiento.
Volverán las charlas animosas, el desencadenado son de complicidad con los amigos. Volverán…
Más hoy, enrarecido el aire, vierte en mí un único e inapelable deseo, el anhelo de que poses tus ojos en mí concediéndome un privilegio sin igual.
Aquello que me separa de ti será el motivo de mi lucha, un incondicional impulso de búsqueda.
Para no perderme entre las cautivadoras músicas de trovares sutiles, he de mirar continuamente hacia donde tú estás. He de esperar que tus ojos posados en mí originen el milagro del cambio.
Al entornar el corazón encuentro trazos de un pasado en el que con destreza supiste elaborar un nuevo mañana. Sepultados han quedado los errores, los sinsabores, los pesares, las ausencias.
Un atisbo de mar asoma a mis ojos y dificultan la visión. Emocionada pienso en todo cuanto me queda por aprender.
Silencio la premura y aguardo las promesas que aún has de cumplir en mí.
No voy a permitir que el recio viento despeine mi fe.
Quebrada caigo ante el desvelo que me provoca la ausencia de tu nombre.
Hoy te busco con la ansiedad de quien anhela pronto auxilio. De quien busca con urgencia un remanso de paz que mitigue tantas voces, tanta algarabía.
Encuentro tus ojos al final del sendero. Ojos que me devuelven la esperada serenidad.
Ojos que con ternura me mecen entre delicadas nanas, haciendo que mis temores huyan lejos de mí.
Sé que no existe nada más hermoso que tus ojos contemplando con tibieza lo que has creado y desprendiendo un albor que mitiga toda oscuridad.
Quiero que por piedad mires a esta impaciente mujer a la que cada día has de aleccionar.
Quiero que tu tenaz dulzura atenúe este proceso largo y amargo que con una embestida de realidad hace de mí una persona proclive al llanto.
Tu irrevocable verdad mustia las mentiras que se cuelan en mi cabeza.
Tu incuestionable amor prende hilos de cariño a mi corazón fabricando con él una cometa que vuela libre, sin miedo.
Volverán los días de fiesta, los atardeceres compartidos, la rítmica música que fusionara la risa con el movimiento.
Volverán las charlas animosas, el desencadenado son de complicidad con los amigos. Volverán…
Más hoy, enrarecido el aire, vierte en mí un único e inapelable deseo, el anhelo de que poses tus ojos en mí concediéndome un privilegio sin igual.
Aquello que me separa de ti será el motivo de mi lucha, un incondicional impulso de búsqueda.
Para no perderme entre las cautivadoras músicas de trovares sutiles, he de mirar continuamente hacia donde tú estás. He de esperar que tus ojos posados en mí originen el milagro del cambio.
Al entornar el corazón encuentro trazos de un pasado en el que con destreza supiste elaborar un nuevo mañana. Sepultados han quedado los errores, los sinsabores, los pesares, las ausencias.
Un atisbo de mar asoma a mis ojos y dificultan la visión. Emocionada pienso en todo cuanto me queda por aprender.
Silencio la premura y aguardo las promesas que aún has de cumplir en mí.
No voy a permitir que el recio viento despeine mi fe.