Bendición en la noche
" Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito han sido llamados" Rom. 8:28.
Desde que conozco la Biblia, este versículo de la Carta de Pablo a los Romanos, ha sido uno de mis favoritos; lo he sembrado en mi corazón y he visto esta semilla germinar y crecer hasta cosechar sus frutos. Simple y sencillamente, porque Dios tiene el poder de convertir todas las cosas, todos los asuntos, todas las circunstancias, por difíciles que parezcan, en bendición. He aprendido que, aunque no vea cambio en el panorama, la mano de Dios está haciendo, está obrando, se está moviendo. Esa certeza hace que la procupación que se haya podido producir por causa del problema desaparezca., dando paso a un gozo especial, único, inefable. "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! más que la miel a mi boca" Salmo119:103.
¿Quién no se ha visto inmerso/a en circunstancias, a veces, hasta incomprensibles, cuestionándose, inquiriendo, quejándose e intentando resolver por sus propios medios resolver la situación a como de lugar? Casi siempre los esfuerzos son infructuosos; no damos con la solución perfecta y permanente. Se recurre a la oración con la esperanza de que pronto hemos de ver la salida, y pasan horas, días, meses y años, y la situación permanece estática e inamovible, sino que, en ocasiones, se vuelve más severa, difícil e insoportable. la fe se tambalea, la duda e incredulidad hacen su entrada, la ansiedad comienza a despertar las pasiones, convírtiendose el problema en una verdadera crisis, sin razón, sin fundamento, por no reconcer a tiempo que, en nosotros mismos no hay poder; somos insuficientes e impotentes. El único Grande y Todopoderoso y que tiene en sus manos la solución verdadera a cualquier problema, sea de la naturaleza que sea, es el Dios de los ejércitos, quien pelea por nosotros, y quien no ha perdido una sola batalla.
Cuando aprendemos a ver la mano de Dios tomando el control de nuesros asuntos, moverse en cada situación aún cuando nuestros ojos nos dicen que nada está ocurriendo porque no lo estamos viendo; cuando creemos que Dios está haciendo y deshaciendo y poniendo cada pieza en el lugar apropiado, aunque no veamos en el momento los resultados que estamos esperando, es entonces cuando la carga se levanta; se va el temor, y la procupación y la ansiedad desaparecen, se hace la calma y viene la bonanza y el gozo que resulta de creer a Dios y confiar en Él hace su entrada triunfal en nuestros corazones cambiando la situación en una hermosa y dulce bendición. No es una utopía, ni es misticismo, ni me estoy valiendo de hipotesis alguna. Así es que Dios obra cuando confíamos en Él, esa es la realidad.
Cuando el Faraón junto a su ejército perseguía a los israelitas:
1- Moisés extendió su mano sobre el mar.
2- Dios hizo que el mar se retirase por recio viento durante toda la noche.
3- Se volvió el mar en seco y las aguas quedaron divididas.
Entonces los hijos de Israel entraron por medio ,del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda, no así los egipcios, quienes fueron sepultados todos, sin quedar ni uno, en el mismo mar que se abrió y se secó para salvar Dios a los suyos. Exodo 14. Es ese el mismo proceso que se lleva a a cabo en cada asunto puesto en las manos del Señor. Dios no cambia; Él es el mismo ayer y hoy y por los siglos.
1- Hacemos nuestra parte ejercitando la fe; confiamos y esperamos.
2- Dios comienza a obrar conforme a Su propósito para Él glorificarse
en un proceso que apenas percibimos, pero cierto y eficaz.
3- Se dan los resultados.
En el caso de Moisés y los israelitas, Dios obró durante toda la noche para dar a los suyos la victoria esperada, y en el caso suyo y mío, Dios también mueve Su mano y hace Su obra durante toda su noche y la mía aunque no lo veamos.
"Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida."
Salmo 42:8.
ptr. J. B.
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