Veamos...
Existen en la actualidad, diversas formas y
enseñanzas para tratar de llegar al conocimiento de qué, o quién es Dios, por
lo que a través de los tiempos, la historia nos revela que el hombre siempre ha
estado inquieto en referencia a este asunto, prácticamente desde su creación y
hasta la fecha, tiempos en los que han surgido, crecido y desaparecido
doctrinas que han tratado de aclarar este profundo misterio. Pero también a la
fecha han permanecido doctrinas o dogmas que se han convertido, para quien las
ha adoptado, en la forma verdadera de alcanzar ese conocimiento.
También existen varias asociaciones que han
tratado de llegar a él siguiendo métodos trazados a través del conocimiento de
humana sabiduría, tomando invariablemente, de enseñanzas de doctrinas
existentes y doctrinas que existieron, lo que les ha parecido lo más cercano a
la verdad, interpretada ésta según el libre albedrío humano. Sólo que de todas
esas doctrinas para conocer a Dios, resalta una que fue capaz de dividir en dos
partes los tiempos históricos del mundo, y ésta es: la doctrina de Jesús
llamado el Cristo.
No se pretende juzgar o descalificar de
ninguna manera la veracidad de esas doctrinas o dogmas diferentes a la fe
cristiana, sino más bien hacerlas dignas de respeto porque también buscan el
amor y la misericordia de Dios y el conocimiento para entender el propósito de
la existencia del hombre, es decir: de dónde viene y a dónde va. Pero, de lo
que verdaderamente se trata, es de que si todos los que creemos en Jesús de
cualquier Iglesia o denominación tenemos un fundamento que hemos aceptado a
través del Nuevo Testamento para conocer la voluntad de Dios, entonces
deberíamos interesarnos verdaderamente en estudiar, reflexionar y meditar en su
contenido para llegar a ese conocimiento, para que así nuestro cuerpo, alma,
mente y espíritu se sintonicen y vibren en perfecta armonía en la Trinidad
Santa y Perfecta de Dios.
Desafortunadamente la Palabra de Dios que
Jesucristo nos vino a enseñar, se ha visto envuelta en diversas tradiciones
religiosas que a fuerza de quererla interpretar con razonamientos y
pensamientos de hombre, a sufrido preocupantes cambios en su percepción y
aplicación primitiva, y esto se ha dado, porque el hombre la ha ido adaptando
cada vez que así lo ha creído necesario a los tiempos en que las cosas del
hombre han ido cambiando, pero sobre todo, de acuerdo a ambiciones humanas de
poder y de riqueza, y es por eso que actualmente nos encontramos inmersos en
varias tradiciones religiosas que más que nos acerquen debidamente al Reino de
Dios por el camino a la obediencia fiel de su Palabra dada a Jesús, vamos
siendo desviados por otros senderos más largos para llegar a él.
Esta situación llevó al hombre a dividir la
fe cristiana en dos grandes partes, por un lado, la Iglesia católica,
apostólica y romana, y por el otro, que en razón de no estar de acuerdo con la
Iglesia católica en la forma de hacer las cosas en la doctrina de Jesús, se
denominó Protestante.
Por las mismas causas, al darse esta división
y dentro de la misma forma protestante, surgieron otras denominaciones en la
Iglesia Cristiana tales como la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Anglicana, la
Iglesia Metodista, y varias más, cada una por lo regular, con su forma muy
particular de interpretar y transmitir la enseñanza de Jesús para intereses muy
particulares, lo que ha traído como consecuencia que se hayan ido formando
diversas denominaciones cristianas, que a fuerza de llevarlas a cabo con
regularidad se hayan llegado a considerar, en cada una de ellas por quienes la
practican, como la forma correcta de entender, transmitir y aplicar la
enseñanza que Jesús comparte al hombre.
Se debe dejar bien claro que tampoco se
pretende invalidar ninguna de las normas, formas y métodos que cada Iglesia
utiliza para enseñar la Palabra de Dios, sino de reconocer, que de distintas
maneras, el hombre ha estado acomodando y adaptando la doctrina de Jesús a sus
valores, necesidades y ambiciones humanas, en sus emociones, en sus
sentimientos, en su afán por poseer poder y riqueza y reconocimiento personal a
través de serle reconocida cierta autoridad en los asuntos religiosos en sus
Iglesias, etc. etc. y se han olvidado de los auténticos valores espirituales
que la Palabra de Dios dada a Jesús nos quiere comunicar a través de su
estudio, reflexión y meditación, para que a través de ello, se conozca y se
entienda y se aprenda a aplicar convenientemente la forma de separar lo
material de lo espiritual, es decir, separarlos como se separa el agua del
aceite y sea colocado cada cual en el lugar que le corresponde, entendiendo que
el agua representa lo material y el aceite lo espiritual, por lo consiguiente,
lo material quedaría como estrado de lo espiritual para que así el hombre
reciba el discernimiento de la Palabra de Jesús en su esencia espiritual que lo
llevará de la mano a recuperar su identidad en Dios.
Indiscutiblemente estos textos bíblicos
considerados por todos los cristianos de cualquier denominación como sagrados y
verdaderos, deberemos de reconocer, que a través del tiempo, han sufrido serias
modificaciones al ser traducidos al lenguaje particular de cada nación, y
prueba de ello, son las distintas versiones bíblicas que el hombre tiene de la
Palabra de Jesús, ya que éstas están escritas con diferentes palabras para
decir lo mismo, amén de solo reconocer ciertos documentos bíblicos aceptados
por las Iglesias cristianas que van de acuerdo a sus enseñanzas, pero a pesar
de todo lo anterior, cuando nos adentramos en el estudio, reflexión y
meditación de la Escritura del Nuevo Testamento nos iremos dando cuenta, y
posteriormente reconoceremos, que la esencia, es decir: lo más puro; la
sustancia: lo que le da forma; y la eternidad: lo que perdura para siempre de
la Palabra de Jesús, no se ha podido modificar a pesar de las alteraciones que
pudiere haber sufrido su enseñanza a través del tiempo, lo que reafirma que el
hombre debería leer, estudiar, reflexionar y meditar profundamente la doctrina
de Jesús para aprender a guardarla y enseñarla a cumplir con fidelidad como la
voluntad de Dios uniéndose verdaderamente a Jesús y así deje de llevar las
cadenas que el Tentador le ha colocado para someterlo, de tal manera que, sin
saberlo, niegan la existencia de Dios.
Pero esto sólo se hará realidad cuando el
hombre se decida a aceptar y recibir la voluntad de Dios en su mente para ser
realmente libre, libre para disfrutar a plenitud el Reino de Dios en este
mundo, reconociendo y aceptando, que para alcanzarlo deberá aprender y poner en
práctica la separación que debe de hacerse de lo espiritual con respecto de lo
material para darle así a Dios lo que es de Dios y al hombre lo que del hombre
es.
Reflexionemos en lo siguiente, ya que no se
trata de formar una nueva Iglesia en el Nombre de Jesús, puesto que la Iglesia
de Jesucristo es única e indivisible, ni tampoco se pretende separar a las
personas de cualquier denominación cristiana de las comunidades o
congregaciones a las que regularmente asisten, pues como dice la Palabra:
¿Acaso está dividido Cristo?