“José vivió ciento diez años y llegó a ver a los bisnietos de Efraín. Un día dijo a sus hermanos: -me falta poco para morir, pero Dios vendrá para ayudarlos y los llevará a la tierra que prometió a Abraham” (Génesis 50:24)
Llegamos al final de esta vida que hemos comparado al árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto a su tiempo y todo lo que hace es prosperado.Rodeado de hijos y nietos, el anciano José prepara el tiempo de su despedida. Al mirar hacia atrás, seguramente ve luces y sombras, cumbres y abismos, rosas y espinas, así es la vida de José y así es la vida de todos nosotros.
Hacer un balance de esta vida, antes de nacer a la nueva vida, es un ejercicio que a todos nos conviene ir haciendo, para saber si el debe y el haber están equilibrados, para saber si podemos partir en paz, como José puede hacerlo.Pero José no sólo mira hacia atrás, todavía tiene fuerzas y tiempo para mirar hacia delante y hacer proyectos. Alcanzar la tierra prometida, todavía es un sueño que no puede borrar de su mente y José tiene planes sobre este asunto, lo cual le valdría un lugar en la galería de héroes de la fe en Hebreos capítulo once.
También nosotros, aunque las canas hayan poblado nuestras sienes o aunque ¡ni canas tengamos!, como hijos de Dios, siempre habremos de tener un proyecto, un deseo más por cumplir, un sueño más por realizar; después de todo, los sueños y proyectos no tienen edad. Aun el anciano apóstol, desde la cárcel en Roma, sigue vigorosamente activo, haciendo planes para que el Evangelio se siga proclamando.
Caminemos este día en el fruto de la paz, haciendo nuestro balance y armando nuestros proyectos. Pueden ser dos buenas líneas directrices para guiar en paz nuestros próximos pasos por esta vida.
Jorge Galli
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