Si tuviéramos que nombrar un solo rasgo sumamente distintivo en los hijos de padres divorciados, sin lugar a dudas sería la distorsión en su propia estima. La baja autoestima es la características que más presente he visto durante la atención pastoral a los hijos que han atravesado el proceso de divorcio de sus padres, en especialmente cuando este ha ocurrido durante la niñez de los hijos y tiene como trasfondo un matrimonio disfuncional con violenta física, verbal o psicológica.
La autoestima son los pensamientos y sentimientos que el adolescente tiene sobre sí mismo como consecuencia de las in- teracciones que tuvo con las figuras parentales de la infancia. Es así que la autoestima está en íntima relación con las vivencias de su corta edad. Los niños que han disfrutado de padres positivos, atentos a sus necesidades evolutivas, que establecen límites claros y firmes, les brindan afecto y hacen comentarios positivos sobre su forma de ser y actuar, están más propensos a desarrollar un concepto correcto de sí mismos que aquellos que no han sido criados de esta forma. Lamentablemente, es muy común ver que en hogares disfuncionales o en proceso de divorcio las necesidades de los hijos quedan postergadas a la egoísta resolución de las necesidades matrimoniales.
Este autoconcepto o autoestima guarda una relación íntima con muchas patologías y vivencias disfuncionales de la vida adulta. Apoyándome en los trabajos del psicólogo Don Hamachek, voy a mencionar siete signos de baja autoestima que podemos encontrar en nuestros adolescentes.
Sensibilidad a la crítica
Están muy atentos a lo que los demás puedan pensar de ellos. Sé que es «normal» dentro de la adolescencia preocuparse por la imagen y el comentario social, pero los hijos de padres divorcia- dos suelen estarlo más. A fin de no quedar expuestos, modifican drásticamente sus comportamientos, sentimientos o preferen- cias, ya que no les gusta que otras personas se los señalen. Tienen tendencia a percibir cualquier forma de crítica como un ataque personal.
Respuesta inapropiada a los halagos
A todos nos gusta escuchar cosas positivas sobre nosotros, pero en estos casos los jóvenes se desesperan por oír algo bueno acerca de ellos y constantemente se mantendrán a la espera de nuevos cumplidos. Los verás haciendo cosas con el solo propósito de oír un reconocimiento por parte de los demás. Esta motivación es peligrosa, ya que muchas veces al no recibirlo, se frustran, abandonan sus grupos de pertenencia o se enojan con su líder.
Actitud hipercrítica
Los adolescentes que no se sienten bien consigo mismos tienen problemas para sentirse bien con cualquier otra persona. Este tipo de comportamiento los lleva a buscar imperfecciones y defectos en los demás. No pueden sentirse inteligentes, atractivos o competentes a menos que sean la persona más inteligente, atractiva o competente del entorno. Este tipo de pensamiento los lleva a tener siempre un concepto mejor de sí mismos que de los otros.
Tendencia a la culpabilidad
Con el fin de sentirse inferiores a los demás, hacen responsable del fracaso o el mal funcionamiento de las cosas a sus defectos o imperfecciones. Esto los lleva a alejarse de situaciones donde pueda quedar en evidencia su incapacidad, dejándolos aislados de desafíos, logros y éxitos.
Sentimientos de persecución
Al contrario de lo anterior, culpan a los demás de sus propios fracasos. No se hacen cargo de la parte que les toca y le atribu- yen toda posibilidad de mejora a las acciones de otros y no a las propias. Esto puede extenderse a la creencia de que los demás están buscando activamente su ruina. Si alguien es despedido de su trabajo, por ejemplo, puede consolarse pensando que su jefe se la tenía jurada. Esto le permite evitar la responsabilidad personal por su fracaso.
Sentimientos negativos con respecto a la competencia En mayor o menor medida a todos nos gusta ganar en los juegos y rebatir argumentos para mostrar nuestras ideas, pero los adolescentes con esta tendencia buscan evitar tales situaciones por- que, en el fondo, creen que no pueden ganar, y quizás también debido al pensamiento de que no ser el primero es una prueba clara de fracaso total.
Tendencia al alejamiento y la timidez
Las personas con baja autoestima creen que no son ni tan interesantes ni tan inteligentes como los demás. Consideran que los otros piensan lo mismo con respecto a ellas, por lo que tienden a evitar situaciones sociales y, cuando se ven obligadas a estar con otros, evitan hablar, porque piensan que si lo hacen solo harían una incómoda demostración de su torpeza.
Tomado del libro Guía de Supervivencia para Hijos de Padres Divorciados ISBN (9780829762594) por Esteban Borghetti, Editorial Vida.