Detectar y respetar las señales tempranas.
No es un mal consejo: detectar y respetar las señales tempranas.
Siempre está la posibilidad de un milagro, pero ¿por qué descuidarse y luego exigir un milagro si podíamos haber detectado y respetado las señales tempranas?
¿Tu cuerpo te va dando señales de que algo no anda del todo bien? Escúchalo. ¿Por qué ir al médico cuando el problema ya se agravó?
¿El auto hace un ruido extraño? Llévalo al mecánico. Ese ruido puede ser una advertencia. Si no lo adviertes, puede ser que termines pagando por un arreglo mucho más caro.
¿Tu pareja va perdiendo la paciencia por tu constante mal humor? No te abuses. Trata tu carácter lo más rápido posible y no sigas deteriorando la relación.
Estás empezando a enojarte. Reconoce en forma veloz lo que comienzas a sentir y evita aquello que te enfurece antes de terminar explotando.
Señales tempranas… primeros (o no tan primeros) indicios de que algo no está del todo bien. Advertencias que nos da la vida, o a veces Dios mismo, para que reaccionemos a tiempo.
¿Para qué vamos a llorar por algo que se podía haber evitado?
¡Cuántas veces presencio la situación de personas que lloran desconsoladamente por algo que se les fue de las manos! Claro, los ves llorar y te despiertan una gran compasión. Pero muchas veces no son pobres víctimas de algo que les llegó de la nada. Al verlos llorar piensas que la culpa es del médico que no los trató bien, de la pareja que se cansó, del mecánico…. Pero no siempre es así. En muchos casos, aquel que llora lejos de ser una víctima es alguien que no supo (o no quiso) cambiar a tiempo.
He visto a hombres que han quedado solos en la vida y que te generan ternura y compasión. Pero, en algunos casos, ese panorama respondía al egoísmo e inmadurez con el que se comportaron a lo largo del tiempo. Siempre pensaron en ellos. No reconocieron las advertencias. No vieron los peligros. No midieron las consecuencias de sus actos. No escucharon los consejos que recibieron. Y en algún momento, les llegaron todas las consecuencias juntas.
En otros casos, no se trata de egoísmo sino de minimización.
Nos advierten que algo no está bien en la pareja y minimizamos.
Nuestros hijos plantean una necesidad y la minimizamos.
Nos avisan que se están cansados de nuestra pasividad y minimizamos.
Pensamos que todo se arregla con el tiempo, o tal vez que tenemos todo el tiempo del mundo. “Ya lo haré”, nos decimos. Pero, a veces, cuando queremos actuar, es demasiado tarde. Dios nos advierte y nos habla de muchas maneras; no seamos necios. Un proverbio bíblico advierte: “Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros” (Proverbios 12:15).
Una aclaración: no estoy hablando de todas las situaciones dolorosas. Por supuesto que hay personas que hoy sufren desgracias en las que no tuvieron nada que ver, y que también algunos hoy sufren situaciones injustas. Pongo énfasis en aquellos descuidos que nos pueden acarrear serias consecuencias. ¿Ok? Nunca estuve de acuerdo con la frase “Cuando un matrimonio se separa, siempre es un cincuenta y un cincuenta por ciento”. En algunos casos, esto es cierto. Pero también he visto a mujeres y hombres que se comportaron razonablemente bien y sufrieron traiciones de sus parejas.
Todo necesita de su cuidado. Y una forma de cuidar algo es atendiendo a las señales tempranas; no ignorarlas, no subestimarlas. No tenemos por qué malgastar aquello que Dios nos dio para administrar.
DESAFÍO FAMILIAR: Detente un momento en este día y reflexiona. ¿Alguna señal temprana se está manifestando en mi vida? Haz las correcciones necesarias a tiempo, ahora. No camines en la cornisa. No te quedes dormido y, con la ayuda de Dios, empieza a alinear lo que venías desalineando. No te confíes. No tienes todo el tiempo del mundo.
GUSTAVO BEDROSSIAN