Juan cap. 21: v 1 al v 8
Después de esto, nuevamente Jesús se hizo presente a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberiades. Y se hizo presente como sigue:
Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Le contestaron: Nosotros también vamos contigo.
Partieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús se presentó en la orilla. Pero los discípulos no podían saber que era èl. Jesús les dijo: Muchachos, ¿tienen algo de comer? Le contestaron: Nada. Entonces Jesús les dijo: Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.
Echaron la red y se les hicieron pocas las fuerzas para recoger la red, tan grande era la cantidad de peces.
El discípulo a quien Jesús más quería dijo a Simón Pedro: Es el Señor. se puso la ropa (se la había sacado para pescar) y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron a la barca, arrastrando la red llena de peces; estaban como a cien metros de la orilla.
ENSAYO:
Debemos de poner mucha atención en el discernimiento que el Espíritu Santo otorga a través de la meditación en los Evangelios que Mateo, Marcos, Lucas y Juan escribieron de Jesús como el Hijo de Dios, el Enviado, el Elegido, para que el hombre supiera como colocar las cosas materiales del mundo como estrado de las cosas espirituales de Dios y colocarse en el tiempo, el orden y el propósito de Dios en su Trinidad Santa y Perfecta.
Sigamos con atención el discernimiento que el Espíritu Santo nos da en este mensaje.
Cuando Pedro dice: "voy a pescar", es una clara alusión a cuando un discípulo dice: voy a predicar la Palabra y los demás quisieran acompañarlo, así pasará con los nuevos discípulos, pues cuando uno se decida a predicar la Palabra de Jesús, no faltará aquel o aquellos que quieran acompañarlo para ayudarle en esa misión, y partirán creyendo que con lo que se ha aprendido de la enseñanza de Jesús es suficiente para llevar a buen término esa misión. Sin embargo, quienes así han pensado las cosas, será como si hubieran predicado de noche y no se logrará nada significativo. Pero, cuando empiecen a recibir la luz de Jesús en sus mentes como en un bello amanecer, notarán la presencia de Jesús, aunque sin ser ésta muy clara, ya que se les estará iluminando su mente para recordar que deben guardar y enseñar a cumplir fielmente su enseñanza para que las personas que quieran convertirse sean convencidos de ello, por lo que debemos preguntarnos: ¿Quién verdaderamente se ha convertido en discípulo de Jesús guardando y enseñando a cumplir su Palabra como la voluntad de Dios?
Esta pregunta que retumba en nuestra mente abierta para recibir la Luz de Jesús, hará despertar en nosotros al discípulo que más quiere, y ese discípulo es el hombre obediente a la voluntad de Dios, haciéndola suya creyéndole verdaderamente cuando de Jesús dice: Este es mi Hijo Amado, el Enviado, éste es mi Elegido. A él han de escuchar.
Así, que el discípulo que Jesús más quiere, es aquel que trata de no adulterar su Palabra conociendo la separación que debe de hacerse de las cosas espirituales de Dios de las cosas materiales de hombre para guardar y enseñar a cumplir sus mandamientos como reconocimiento a la voluntad de Dios.
Así que, cuando en verdad reconozcamos a Jesús como el Señor, se deberá predicar su Palabra con la Sabiduría de Dios que el Espíritu Santo derrama a través del estudio, reflexión y meditación valiente y honesta de ella y no con la sabiduría de hombre que ha aprovechado la ignorancia de la voluntad de Dios para no desprenderse de las cadenas que lo siguen sujetando a las cosas de este mundo y lo ha despojado de la cobertura que Dios, a través de Jesús, colocó en todo sus creyentes para hacer suya verdaderamente la Alianza Nueva y Eterna de Dios con los hombres.
Así, pues, que todos los que hemos menospreciado la verdad, despojémonos de toda cobertura humana tradicionalmente religiosa y materialista y coloquémonos la santa cobertura de Dios que en Jesús es para ser nuevamente lavados con el Agua Viva de su Palabra, para que cuando ésta se predique, sea con la fidelidad requerida en la voluntad de Dios para atraer gran cantidad de verdaderos discípulos a su Reino.
Juan cap.21: v 9 al v 14
Cuando bajaron a tierra, encontraron un fuego prendido y sobre las brazas, pescado y pan.
Jesús les dijo: Traigan de los pescados que acaban de sacar. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Con todo, no se rompió la red
Jesús les dijo: Vengan a desayunar. Ninguno de los discípulos se atrevió a hacerle la pregunta: ¿Quién eres tu?, porque comprendían que era el Señor. Jesús se acercó a ellos, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados.
Esta fue la tercera vez que se manifestó a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos.
ENSAYO:
Cuando todos los que se han convertido verdaderamente a Jesús conforme a la predicación fiel de su enseñanza y sean llevados a su presencia, Jesús ya tendrá preparado el fuego del Espíritu Santo como brasas encendidas y sobre ellas, el alimento compartido a sus verdaderos creyentes.
Todos ellos serán alimentados con la Palabra de Jesús en su esencia espiritual a través del Espíritu Santo, alimento que ha sido preparado para que fluya la Sabiduría de Dios en gran manera, para que a su tiempo sean pescadores de hombres al predicar su Palabra con fidelidad y no sean avergonzados cuando les sea preguntado si en realidad Jesús es en verdad que él es el unigénito de Dios y el único camino para llegar a él, sino que además, son verdad las palabras que han escuchado, pues todo eso se ha manifestado en sus cuerpos, mentes y espíritu al haber resucitado a la vida espiritual, y a través de estas manifestaciones se han identificado plenamente con Dios por medio de su identificación total en Jesús de Nazaret.
Juan cap. 21: v 15 al v 25
Después que comieron, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Este contestó: Si, Señor, tu sabes que te quiero. Jesús dijo: Apacienta mis corderos. Y le preguntó por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro volvió a contestar: Si, Señor, tu sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida a mis ovejas. Insistió Jesús por tercera vez: Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería. Le contestó: Señor, tu sabes todo, tu sabes que te quiero. Entonces Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
En verdad, cuando eras joven, tu mismo te ponías el cinturón e ibas donde querías. Pero, cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará donde no quieras. Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en que forma iba a morir y dar gloria a Dios.
Después Jesús dijo a Pedro: Sígueme. Pedro miró atrás y vio que lo seguía también el discípulo a quien Jesús más quería, el que en la Cena se había inclinado sobre su pecho y le había preguntado: Señor, ¿quién es el que te va a entregar? Al verlo Pedro, preguntó a Jesús: ¿Y que va a ser de éste? Jesús le contestó: Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti que te importa? Tu, sígueme.
Por eso corrió la voz entre los hermanos de que ese discípulo no iba a morir. Pero Jesús no dijo a Pedro que no iba a morir, sino, simplemente: Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿que te importa a ti?
Este es el mismo discípulo que dio aquí testimonio y escribió todo esto, y nosotros sabemos que dijo la verdad. Jesús hizo otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.
ENSAYO:
Cuando escuchemos en nuestra mente, hijo de hombre. ¿Tu amas a Jesús más que estos? Seguramente contestaremos: Si, Señor, tu sabes que lo quiero. Entonces escucharemos: Apacienta a aquellos que se han acercado a él y dales el alimento de su Palabra. Y si escuchamos por segunda vez: hijo de hombre, ¿amas a Jesús Seguramente volveríamos a contestar: Si Señor, tu sabes que lo quiero. Entonces escucharemos: Cuida a todos aquellos que están recibiendo el alimento de su Palabra para que no se extravíen buscando un alimento diferente al que él les provee. (¿Que alimento nos provee Jesús, material o espiritual?). Y si escuchamos por tercera vez: Hijo de hombre, ¿quieres a Jesús? Seguramente te sentirás triste al ver que el Señor quiere que reafirmes tu amor por él y le contestarás: Señor, tu sabes todo, tu sabes que te quiero. Entonces te dirá: Apacienta a todos los que han aceptado mi Palabra respetando el tiempo de la gracia del perdón de Dios para el hombre y sin adulteraciones de ninguna especie, para que cuando te pida que abras la puerta de la congregación que tu cuidas, todos quienes reconozcan mi voz, me sigan para enseñar a otros a guardar mi Palabra como la expresada voluntad de Dios.
Como efectivamente Jesús sabe todo acerca de los hijos de hombre y sabe que la mayoría de quienes se dicen ser sus discípulos se han mostrado incapaces de guardar y enseñar a cumplir con fidelidad su Palabra porque no han sabido separar las cosas espirituales de Dios de las cosas materiales de hombre, es por lo que hace esas preguntas, y por lo mismo se hace necesario preguntarnos a nosotros mismos lo mismo, para ver si en verdad aceptamos a Jesús como el Unigénito de Dios en su condición adoptada como el Hijo del Hombre, meditando seria y profundamente su enseñanza para recibir el discernimiento de ella en su esencia espiritual como la voluntad de Dios, para que así, de esta manera Jesús haga al hijo de hombre, hijo adoptivo de Dios y disfrutar junto a Jesús de la herencia que Dios reserva a sus santos.
En verdad, muchos de los que querían conocer un poco más acerca de Jesús y su Palabra porque buscaban algo más de lo que tradicionalmente recibían, se vieron de pronto inmersos en otras tradiciones de las cuales les ha sido muy difícil salir porque volvieron a permitir ser encadenados y comprometidos con líderes y ministros religiosos porque se les ha hecho creer que esa es la voluntad de Dios, y si se siguen sometiendo a normas y enseñanzas y mandatos de hombre en las cosas de Dios, llegarán a viejos y cuando sus fuerzas empiecen a faltar serán amarrados de la cintura y llevados con los brazos abiertos a donde no quieren ir. Así, que antes de encontrarnos en esa situación, reflexionemos y coloquemos en el lugar que le corresponde a lo material, es decir: como estrado de lo espiritual para no acabar como acabará el hijo de hombre que ha despreciado ser hijo obediente de Dios.
Cuando alguien escuche la voz de Jesús y lo siga, guardando y enseñando a cumplir con fidelidad su Palabra, podría pensar que sólo discípulos como él tendrán ese derecho, ya que al mirar hacia atrás y ver que hay una muchedumbre tratando se seguirlo sin conseguirlo plenamente preguntará, ¿y que va a ser de estos? Entonces escuchará en su mente la voz de Jesús diciendo: "Si yo quiero que los hijos de los hombres permanezcan hasta mi vuelta, ¿a tí que te importa? tú sígueme sin ser desviado para guardar y enseñar a cumplir la voluntad de Dios.
Es por eso que la voz que se ha corrido entre los hermanos de que ese discípulo no morirá, posiblemente se refiera a que en el mundo hay muchas personas que a pesar de no ser fieles creyentes de Jesús, sus palabras y sus acciones los han hecho ser gratos a los ojos de Dios y podrán esperar su juicio cuando Jesús vuelva, por eso dice que no juzguemos a los demás, porque si él quiere que el hombre permanezca hasta su vuelta, a nosotros no nos debe de preocupar.