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General: Una historia verdadera Parte 23
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Hermano Cristiano  (Mensaje original) Enviado: 28/12/2014 19:14

Parte 23

Bueno, como les iba diciendo, que llegamos a Xalapa, y yo orgullosote con esa maravilla de pedazo de gruta, y, conduciéndome con sumo cuidado para que no se me rompiera, nos bajamos del tren en la parada de los Berros y nos dirigimos a casa, y al llegar a la calle Rojano, por venir jugando con Manuel, que levanta la pierna hacia atrás y ¡en la torre! que le pega en el mero centro a mi trofeo y que me lo tira de las manos haciéndose cachitos, caray, que coraje me dio, tanto venir hasta con incomodidades y cansándome de muchas formas para que llegara sano y salvo mi hermoso paisaje lunar, para que en un momentito se quedara embarrado en el suelo, no era justo, y no pude alcanzar a Manuel para desquitarme de lo que me hizo, ya que corrió como una graciosa Gacela para escapar del León en que me había convertido, sólo, que cuando ya lo alcancé, lo único que atiné a hacer fue a secundarlo en sus carcajadas por lo que pasó hasta que nos dolió la barriga.

En nuestras excursiones al Cofre de Perote, también pasamos momentos inolvidables, como ese en que cuando llegamos a las faldas de la peña, acampamos en un refugio natural que hasta chimenea tenía; en ese viaje, aparte de Manuel, Pancho y yo, y de varios amigos, también iba con nosotros un muchacho al cual le decíamos "el chita" un auténtico ejemplar de la raza de bronce, chaparro, bigote ralo, y feo como pegarle a su mamá, y bueno, como ya era tarde y se acercaba la noche empezamos a acarrear leña al refugio para calentarnos en la noche así como pastito seco que nos sirviera como colchón para acostarnos sobre él.

Llegó la noche y nos dispusimos a descansar, y nos organizamos de tal manera, que cada dos horas tenía que despertarse a alguno y levantarlo para sustituir al encargado de mantener la fogata encendida y cuidar que las chispas no fueran a causar un problema con la hierba seca; así lo hicimos, y después que se cumplieron mis dos horas reglamentarias, desperté al compañero que me sustituiría y ese, ese era Manuel. Que lo despierto y que me acuesto a dormir, y como a las tres horas que nos despierta el olor de algo que se quemaba, y Manuel, bien dormido, que lo despertamos y que le reclamo, porque lo que se estaba quemando era una chamarra nuevecita de vinil que mi hermano Mario me había prestado, y lo que sucedió, es que Manuel no podía mantenerse despierto, por lo que optó por echarle leña suficiente a la hoguera para que tardara las dos horas en las que debería estar despierto, y se durmió como un angelito el muy vivillo.

Pues pasó el momento y nos volvimos a dormir, con la advertencia, de que al que le tocara cuidar la fogata no se durmiera, y en caso de que no pudiera aguantar el sueño que se le hablara al siguiente guardián.

Amaneció, y cual no sería nuestra sorpresa al ver que no podíamos salir, porque la salida estaba bloqueada con ¡ nieve ! misma que empezamos a escarbar con nuestras manos hasta que logramos quitar la nieve de la salida, y ¡ oh que maravilla ! todo cubierto de nieve hasta donde alcanzaban a ver nuestros ojitos, los árboles cubiertos de nieve, desde las raíces que se asomaban en su base, hasta sus altivas copas, un bellísimo espectáculo digno de una postal decembrina. El arroyito que pasaba junto al refugio estaba congelado, por lo que tuvimos que calentar trozos de hielo para obtener agua con qué preparar el cafecito mañanero.

También estaba congelada una caída de agua que fluía a través de la peña, y fue una dicha contemplar esa maravilla, que era como si alguien le hubiera dicho ¡congélate!, y se congeló.

Subimos a la peña, y mirando las nubes abajo de nosotros y admirando el paisaje que se mostraba majestuoso a nosotros desde esa altura y meditando en nuestra insignificancia humana, pasamos una mañana esplendorosa hasta que se dieron las horas para regresar. De bajada fue una fiestota, ya que todos nos deslizábamos por la nieve como chiquillos, y el que más se divertía era " el chita ", quien con toda su pequeña y fea humanidad (esto dicho sin ningún menosprecio hacia él, sino como una particularidad personal chusca), iba a dar hasta abajo de cualquier colina, y vuelta a lo mismo, y, por estar en esos menesteres, que desviamos nuestro camino y fuimos a dar a un pueblito llamado Conejos a donde llegamos con los pies congelados, pues casi todos íbamos de tenis, ya que nunca nos imaginamos que seríamos testigos de una de las maravillas de la naturaleza representada en esa estupenda nevada. Los lugareños nos invitaron a calentarnos en una fogata y saborear un café con chocolate calientito y exquisito, y nos indicaron como bajar hasta el pueblo de Perote, y, cuando llegamos, que varios chiquillos nos rodean gritando ¡vengan a ver al animal que bajaron de la montaña estos muchachos! y señalaban con grandes risas a nuestro " chita " a quien no le hizo ninguna gracia esa broma y que arremete en contra de ellos con insultos, sin que las cosas pasaran a mayores.



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 29/12/2014 02:31

Agradecemos tu colaboración con esta serie, es una bendición! Araceli

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Lolis Navarrete Enviado: 09/01/2015 05:14


 
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