Parte 37
Como se podrán imaginar, aunque yo ya estaba sumamente endrogado, empezamos nuevamente y con muchas ganas a trabajar, por lo que necesitábamos allegarnos recursos frescos para mandar a hacer unos exhibidores apropiados para la botana y además para pagar lo que ya me estaba acarreando infinidad de problemas, y en mi afán por salir adelante, volví a la idea de hipotecar mi casa con quién se dedicara a eso, así que después de analizar la situación, creí que esa era la única solución viable para salir adelante.
Al sentir ese entusiasmo de querer trabajar en ese negocio que prometía mucho más de lo que pudiera imaginar y que me daría la oportunidad de ganar lo suficiente para tener más de lo que realmente necesitaba y que mi familia tuviera una vida más cómoda y estable, no me hizo recapacitar para analizar detenidamente, que a pesar de lo mucho que había trabajado anteriormente, ahora me encontraba en una situación desesperante por la forma tan fácil de endeudarme, y ahora, sin manera de pagar esos préstamos que crecían incontenibles por los altos intereses que generaban. Sin embargo, volví a verme en la necesidad de volver a pedir dinero prestado para pagar algo de lo que ya tenía vencido, es decir, cada vez cavar un agujero más grande para tapar el anterior.
Aún así, era tan grande mi entusiasmo y mi pensamiento de: ¡ahora sí la voy a hacer! que puse manos a la obra y empecé a buscar quien se interesaría por prestarme la cantidad que necesitaba para mis proyectos, es decir, para pagar la mayor parte de mis deudas y comprar lo necesario para sacar adelante nuestro nuevo negocio que se proyectaba como el mejor de los negocios en los que me había involucrado. Este préstamo solicitado, sería dando como garantía mi casa, y me topé con una persona que me prestaba lo solicitado al 10%, de interés mensual, mismo que se me hizo adecuado, ya que para que una institución bancaria me prestara lo que según yo necesitaba, era menos que imposible, ya que el valor del dinero se empezaba a devaluar, por lo que los intereses al dinero que cobraba un particular, fluctuaba entre un 15 hasta un 25% mensual. Así las cosas, esta persona me puso como primera condición, el que simuláramos una compraventa de la propiedad ante un Notario Público en la que las escrituras de la casa quedarían a su nombre; así lo convenimos y me citó en el despacho de un Notario en Coatepec, y ya ahí me advirtió como segunda condición, que los intereses deberían ser pagados cada mes sin fallar, porque en caso de que me atrasara yo en cualquiera de ellos, el tendría el derecho de tomar posesión de mi casa en el momento en que él así lo dispusiera; esto me dio mala espina y sentí una desconfianza hacia el tipo, de tal magnitud, que en ese momento le dije que me disculpara pero que no habría trato.
Me regresé a la casa y le comenté a mi esposa lo que había pasado, y ella me dijo que no me preocupara, ya que si no llegué a un acuerdo con ese tipo, es porque Dios así lo había dispuesto, y que él nos pondría en su momento la forma adecuada para que no me viera tan apremiado ni tan comprometido.
Seguí con mi búsqueda, y no recuerdo quién, me habló de alguien que me podría prestar el dinero que requería; me encomendé a la voluntad de Dios y encaminé mis pasos hacia las oficinas de esta persona después de concertar una cita con él por teléfono.
Llegué ilusionado pensando en que todo iba a salir bien, y para esto me hice acompañar de mi hijo y de un sobrino político llamado Gerardo quién me apoyaba como contador para llevar los papeles del negocio.
Fuimos recibidos por esta persona, a la que le expuse los motivos que me llevaban para querer hipotecar mi casa. El como hombre de negocios quería tener la seguridad de recuperar su dinero junto con los intereses que el mismo generaría, así que me escuchó con toda atención, y después de platicar largo y tendido de mis proyectos, surgió, así como de la nada, un sentimiento de afinidad entre él y yo que lo motivó a aceptar el trato, pero con la misma condición de efectuar ante Notario Publico una operación de compraventa de la propiedad, con la salvedad, de que no tendría que pagarle el 10% pactado de interés mensual por necesidades de crecimiento de mi negocio, sino que, sin cargar más intereses sobre intereses, podría pagárselos al término del convenio junto con la suerte principal, y que si necesitaba que se alargara el convenio, él estaría dispuesto a hacerlo.
Con esa actitud conciliadora, se despertó en mí, un sentimiento tal de confianza, que no dudé ni un instante en cerrar el trato y aprovechar la gran generosidad que salía de él, generosidad que ni él mismo se explicaba de dónde surgió, como me lo comentó después.
Cerramos el trato, y agradeciéndole a Dios por la forma en que él me había ayudado, regresamos a la casa para contarle a mi chaparrita el resultado de la gestión con Don Santiago, que tal era el nombre de la persona con la que había hecho el compromiso, al cual, le llovieron las gracias y bendiciones de ella y mías por ese gesto de generosidad que había tenido conmigo. Después de esto, me dirigí a solventar algunos compromisos económicos, y a empezar a mandar a hacer los exhibidores para las botanas, quedándome sólo con dos deudas que pensé que en dos patadas saldría de ellas, aparte de la gran deuda con Don Santiago, en la que tenía un laaaargo año para pagar.