Parte 38
Seguimos trabajando, y empezamos nuevamente a crecer y volví a caer nuevamente en el error de invertir sin tener la precaución de guardar parte de las utilidades para solventar imprevistos, lo que hizo que el negocio empezara a crecer en forma inadecuada, situación que motivó que, por el ritmo de crecimiento que llevaba, tuviera que pedir crédito a mis proveedores a lo cual accedieron porque para ellos era un cliente confiable y constante, y por lo mismo, de cierta importancia; pero, como las necesidades del negocio aumentaron porque aumentó mi afán de crecimiento, me hizo pensar en tener socios capitalistas para que invirtieran en el negocio, recibiendo a cambio una buena comisión por ello.
Anteriormente por el crecimiento que estábamos teniendo, tuve la necesidad de adquirir otro vehículo, porque el coche que utilizábamos para surtir a nuestros ya numerosos clientes, no era suficiente, ya que habíamos rebasado la capacidad de entrega, por lo que le platiqué a mi papá de esta nueva necesidad y me dijo, pues, que buscara una unidad usada y en buenas condiciones para que cubriera mis necesidades, a lo que yo neciamente me opuse, porque mis incuestionables razonamientos
me decían que lo que yo necesitaba era un vehículo nuevo, que no me diera problemas cuando menos en 5 años, por lo que no me iba a arriesgar a meterle dinero bueno al malo, porque una unidad usada seguramente habría que estarla reparando a cada rato, y yo no quería que me pasara eso, así que lo convencí sin convencerlo realmente, de que me prestara cierta cantidad de dinero para dar el enganche de la compra de una camioneta Ichi vam de carga de cinco puertas, y que yo le pagaría ese dinero a la brevedad posible así como ya le había pagado infinidad de préstamos anteriores. Y ¡zas! que me los presta y que me echo encima dos deudas más en forma por demás inconsciente, una con mi papá, y otra con la agencia vendedora de vehículos.
Como íbamos reinvirtiendo el dinero en nuevos clientes, descuidé el pago de las mensualidades de la camioneta, aparte de los pagos que tenía que solventar por los créditos contraídos con mis proveedores, y esto me sumió de nueva cuenta en la desorganización que veníamos padeciendo desde mucho tiempo atrás, por lo que pensé en lo que les dije antes, buscar socios capitalistas.
Para esto ya teníamos una buena cartera de clientes pues ya estábamos surtiendo toda la ciudad de Xalapa y sus alrededores como Coatepec, Zimpizahua, San Marcos, Xico, Teocelo, Monte Blanco, Llano Grande y Cosautlán, y seguíamos creciendo como la enredadera, a lo tonto, sin querer darme cuenta de ello por lo que nuevamente buscaba soluciones inadecuadas.
Fue entonces que conseguí quien se quisiera asociar conmigo, firmamos un contrato y que me suelta la lana; inmediatamente me puse a pagar ciertas deudas y dos mensualidades vencidas de la camioneta, así como los créditos que tenía con mis proveedores, así como mandar a hacer mas exhibidores para el producto, y vuelta a lo mismo, seguir invirtiendo en el crecimiento del negocio sin guardar nada de las utilidades, y en ese caminar, que empiezo a hacer las bebidas preparadas que aprendí a hacer en mis años juveniles en la ciudad de México, ¿ lo recuerdan?, y para esto tuve que invertir en la materia prima, envases con tapa, etiquetas, y charolas de plástico para surtir esta nuevo producto, esto lo pude realizar, porque mi hermano Juan me facilitó un purificador de agua por medio de carbón mineral y rayos de ozono, que me proporcionó la forma adecuada para empezar a envasar el ¡juguín! nombre comercial de la bebida en sabores limón, uva, piña y naranja; una verdadera delicia, porque mas que una bebida tradicional, era como si se estuvieran tomando un auténtico jugo de fruta.
Para esos tiempos, ya nos habíamos expandido a muchos lugares, con la consabida inversión sin un "colchoncito" aunque fuera pequeño, que me hubiera podido servir para resolver cualquier situación difícil que pudiera presentarse, y en el cual nunca pensé, porque las cosas estaban resultando más bien de lo que esperaba.
Todo iba viento en popa en las ventas y ya teníamos clientes en muchas localidades cercanas a Xalapa como: Las Trancas, El Chico, Chavarrillo, La Estanzuela, Roma, Pacho Viejo, Alborada, Mahuixtlán, Las Lomas, Tuzamapan, Jalcomulco, Apazapan, El Lencero, Dos Ríos, Miradores, Cerro Gordo, Plan del Río, Carrizal, Palo Gacho, Rinconada, Tamarindo, Chichicaxtle, Cardel, La gloria, Zempoala, y el Jobo.
Por otro lado surtíamos El Castillo, Col. 6 de Enero, El Ranchito, Chicuasen, Almolonga, Alto Tío Diego y Alto Lucero, luego Banderilla, Piedra de Agua, Jilotepec, La Concha, El Espinal, Paso San Juan, Coacoatzintla, La Loma, Naolinco, Tepetlán, Miahuatlán, Acatlán Tonayán y Chiconquiaco, y para terminar surtíamos también Piletas, San Miguel, Acajete, La Joya, Las Vigas, Los Molinos, Perote, Cerro de León, Villa Aldama, Altotonga, Jalacingo, Xiutetelco, Xoloco y Teziutlán. Como ven, teníamos un buen de territorio y por supuesto un buen número de clientes, imagínense toda la labor que se tuvo que desarrollar y todos los sacrificios que tuvimos que pasar para lograr todo lo anterior, eso sin contar otra vez, los ajustes económicos que tuvimos volver a sufrir, y la cantidad de producto que teníamos que preparar, así como la cantidad de exhibidores que se tuvieron que mandar a hacer para surtir a todos los clientes. Había invertido en este negocio más o menos cuatrocientos mil pesos, contando con la existencia de producto en clientes.