Parte 39
De repente, la situación económica del país, empezó a cambiar drásticamente, pues empezaba a faltar el dinero circulante y a soltarse una devaluación galopante de nuestra moneda que hizo que las necesidades de la gente empezaran a tomar otro rumbo, por lo que empezamos a tener devoluciones que no nos esperábamos, aunado a esto, pasó que en los lugares donde se seguía vendiendo bien, no tenían dinero para comprar, y eso motivó que empezáramos a dejar las botanas a consignación, es decir, que cobraríamos el producto que se vendiera en nuestra próxima visita que era aproximadamente cada 15 días, por lo que regresábamos a casa apenas con lo suficiente para comer, esto sucedía en todos los clientes de todas las rutas, es decir más o menos 1750 clientes cada quincena o sea, 3,500 clientes que se visitaban al mes. Al visitar nuevamente a los clientes, el que no nos devolvía el producto, no tenía dinero para pagarnos lo que ya les habíamos surtído, lo que nos obligaba, pensando inocentemente, en que las cosas cambiarían, a volver a dejarles el producto a consignación y cobrarlo en nuestra siguiente visita, lo cual no sucedió, y empezamos a ver, que todos nuestros esfuerzos, que todos nuestros sacrificios, se los estaba llevando la trampa por la difícil situación económica tan tremenda por la que estaba pasando el país, llevándose entre las patas, a miles o hasta millones de personas, que como nosotros habíamos invertido todo lo que teníamos en aras de un futuro mejor anunciado por las autoridades presidenciales, lo que no resultó cierto y que motivó, que sólo aquellas personas dueñas del dinero y por lógica con acceso privilegiado a la información, fueran las beneficiadas enormemente, porque tuvieron tiempo de hacer los movimientos pertinentes para no resultar afectados con esta terrible falta de circulante que se dio en forma rápida y constante, por lo que, a la gran mayoría de inversionistas pequeños que como yo, esperábamos la realización de nuestros sueños con trabajo y sacrificio que nos llevó a empeñar hasta los calzones, prácticamente muchos quedamos en la ruina total, es decir, sin dinero ni propiedades y con un pié en la cárcel por haber hecho compromisos que ahora más que nunca, era menos que imposible de cumplir.
El dinero que se supone íbamos a cobrar a cada uno de nuestros clientes por la consignación de nuestro producto, no se dio porque a las personas que les dejamos el producto a consignación no tenían dinero para pagarnos, y muchos tuvieron que cerrar sus tienditas y hacerse ojos de hormiga para evitar los pagos, no sólo de nuestra botana, sino de infinidad de deudas por mercancía que tenían con otros proveedores, esos los más, por que los otros, que iban aguantando la crisis, se hicieron patos para pagarnos, porque en el colmo de la excesiva confianza, nuestras notas no tenían la suficiente información legal que comprometiera mercantilmente a nuestros clientes para pagarnos.
Esto se inició poquito a poquito, a finales del año de mil novecientos noventa y tres, siguió en mil novecientos noventa y cuatro y noventa y cinco, poco después de haberme echado a cuestas el último compromiso al solicitar un socio, y ahí empezó mi caída en serio. Para empezar, ya se me había vencido el préstamo que me hicieron por la casa y ya se me estaba requiriendo el pago, para mi fortuna Don Santiago se mostró accesible y conciliador y logramos el acuerdo de que me esperaría más tiempo.
Mi hijo y yo seguimos trabajando escasamente la botana, por lo poquísimo que logramos rescatar, y que nos daba para solventar medianamente las necesidades más apremiantes de nuestra familia.
En ese tiempo, sufrí de una fuerte infección en un ganglio de la ingle derecha que me mantuvo mucho tiempo inactivo en el que la venta de botanas disminuyó de tal manera, que tuvimos que dar por finiquitado el negocio.
Déjenme decirles, que por la crisis económica que se presentó en nuestro país, miles y miles de personas como yo, nos quedamos prácticamente sin nada, con una mano por adelante y otra por detrás, puedo decirles que si no hubiera sido por la misericordia de Dios, tal vez nos hubiéramos sumido, como a miles de familias les sucedió, en la más espantosa pobreza, en una tremenda desesperación y frustración, que los condujo a una incontrolable depresión que a algunos los llevó hasta el suicidio.
A Dios gracias repito, pues El nos fortaleció de tal manera, para que pudiéramos soportar, mi familia y yo, todo lo que mas adelante vendría, primero, el requerimiento del pago de la deuda contraída por mi casa con el resultado antes expuesto, segundo, el embargo de la camionetita Ichi vam por la falta de pago de varios documentos vencidos, tercero, el requerimiento de pago de una deuda familiar, y cuarto, la denuncia por fraude que presentó mi socio por no haber cumplido con las estipulaciones del contrato que firmamos de común acuerdo. Como para suicidarse ¿no creen?
Para esto, mi socio al presentar la denuncia, permitió que el licenciado que le llevaría el asunto le diera acceso a un reportero del Diario de Xalapa a esa información, y que me tira un periodicazo como vulgarmente se dice, y que lo publica; yo, al verlo, sentí que la tierra se abría a mis pies, y que era bañado a cubetazos de agua helada, y me entro un pánico que no les sabría explicar, por lo que no deseo por ningún motivo que alguien pueda pasar por lo mismo.
Sentí, por un lado, la terrible vergûenza de que toda la familia se enterara y por el otro, la tremenda quemada que me llevaría con mis amigos y conocidos que no sabrían que pensar. ¿Se pueden imaginar eso?
Así que decidí, primero, permitir sin ningún problema que se llevaran la camioneta para después ver que haría con este asunto. Segundo, exigí que fuera cancelada mi deuda familiar ya que por la enorme cantidad de intereses que ya había pagado, rebasaba hasta por 3 veces lo que se me había prestado, a lo cual, aunque no de muy buena gana, mi acreedor familiar aceptó. Tercero, después de permitir que alguien se aprovechara de mi miedo para aceptar cosas que no debía aceptar, tomé la decisión de presentarme ante el ministerio público para conocer y declarar con respecto a mi situación legal.