Parte 56
Sorpresivamente me preguntó si estaba yo asegurado, a lo que respondí que no, entonces el me dijo que si permitía que él me asegurara para poder hacerle frente a las necesidades a las que ahora estaba expuesto, y yo le contesté que si, pero que yo me iba a ser cargo del gasto mensual que eso representaba. Quedamos de acuerdo agradeciéndole su gesto y agradeciéndole infinitamente al Señor por poner en mi camino a esta clase de personas.
Esto me motivó más para seguir atendiendo con más disposición esos pensamientos que se presentaban en mi mente, con la certeza de que lo que estaba recibiendo venía del mundo espiritual de Dios.
Debo decir, antes de seguir adelante, que a lo largo de mis 53 años, tuve trabajos en los que había sido asegurado desde 1965, aunque en los registros del IMSS por causas que desconozco aparece mi registro a partir de 1969, lo que ha hecho que hasta la fecha haya cotizado unos 20 años más o menos, durante los cuales yo hice muy poco uso de esa prestación porque mi condición física siempre había sido excelente, sin embargo mi esposa siempre fue muy bien atendida en el transcurso de sus tres embarazos y alumbramiento de mis hijos, al igual que la atención posterior a todos ellos.
Unos dos años antes del evento vascular cerebral que me privó del movimiento del lado derecho de mi cuerpo, fuimos invitados por el hermano Santiago a asistir a la congregación en donde él recibía la Palabra del Señor y cuyo pastor era el hermano Marcos de la Cruz, en la cual empezamos a tratar de conocer del Señor creyendo, en nuestros corazones, aunque sin estar plenamente convencidos de ello, que la alimentación que estábamos recibiendo de su Palabra, era lo que estábamos buscando, ya que nuestra fe estaba siendo movida tan profundamente que nos hacía sentir, y eso es un hecho innegable, estar cada vez más cerca del Señor, lo que nos empezó a hacer sentir la necesidad de asistir regularmente a ese servicio.
Bueno, retomando un poco acerca de lo que, según yo, estaba recibiendo en mi mente, del mundo espiritual de Dios a través del estudio y meditación del Antiguo y Nuevo Testamento, se me fue revelando poco a poco lo siguiente para ver la semejanza que guarda lo que vimos acerca de la energía lograda y producida por la sabiduría humana, con la energía sin principio ni fin que mana de la Sabiduría de Dios.
Esta energía única sin principio ni fin, y la responsable del principio y fin de todas las cosas visibles e invisibles, proviene del Único Dios, como quiera que el hombre esté acostumbrado a llamarlo, para el creyente de Jesús es Jehová, Rey de los Ejércitos Celestiales, el Único y verdadero Yo-Soy en su Trinidad Santa y Perfecta, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Así, que Dios dispuso, que para recibir su poderosa energía para entender y comprender su orden y propósito para el hombre, ésta empezara a fluir a su pueblo a través de sus profetas, tiempos en los que Dios administraba esa energía como si ésta fuera conducida por cables y transformadores para poder llegar a un distribuidor adecuado, para que esa energía fuera suministrada convenientemente en la mente del ser humano. Éste distribuidor y medidor de esa energía, es el mundo del alma, contenedor de la mente humana.
En ese tiempo de Dios, el hombre no pudo sustraerse a su condición materialista y no supo entender, y aún no lo acabamos de comprender, el orden y propósito de Dios en nuestras vidas, por eso Jesús dice en su Palabra a los maestros de la Ley, y sin duda a muchos de nosotros lo que el Señor puso en boca del profeta Isaías:
¡Qué bien salvan las apariencias! Con justa razón hablaba de ustedes el profeta Isaías cuando escribía: Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden no sirve de nada, y sus enseñanzas no son más que mandatos de hombre. (San Marcos cap. 6: versículos 6 y 7)
Después, Dios envió a su Hijo Jesucristo, para que por medio de su Doctrina, se empezara a construir, a partir de ese distribuidor y medidor de energía, la segunda parte de ese conducto por el cual fluiría esa poderosa energía siguiendo fielmente las instrucciones contenidas en el Nuevo Testamento, las cuales se deberán estudiar y meditar profundamente para que sea recibida en la mente del hombre, según lo permita su libre albedrío, para reconocer a Jesús como el contacto que Dios nos regala para encender o tomar su energía que nos iluminará conforme el hombre vaya aumentando su capacidad para recibirla, teniendo en cuenta, y obedeciendo el mandato de Jesús cuando en su Palabra dice en clara referencia al mundo material en donde vive el hombre y su sabiduría, y el mundo espiritual de la Sabiduría Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente y Eterna:
Todo poder se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos de la tierra sean mis discípulos. Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine el mundo. (San Marcos cap. 28: versículos del 18 al 20)