MAESTRO Y SEÑOR
"Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy." Juan 13:13 "
El capitulo 13 del Evangelio de Juan es totalmente impactante. Tiene perlas gloriosas que nos muestran detalles magníficos de Cristo. Este es uno de ellos. Estaban celebrando la pascua, la ultima pascua juntos. Eran 13 hombres. Jesucristo y sus doce discípulos selectos. Ya era de noche y la cena había comenzado. Pero todos tenían los pies sucios. Caminaban por las calles de tierra y no había zapatos. Usaban sandalias, con lo cual el barro, la tierra y la transpiración hacían que los pies de todos estuvieran sucios.
En familias acomodadas, había un esclavo que cuando los invitados entraban a la casa, les lavaba los pies con agua, por comodidad y limpieza. Pero en la comitiva de Jesús, no había esclavos, no había posiciones acomodadas, todos eran iguales.
Sin decir nada una palabra, Jesucristo se saca la túnica, y comienza a lavar los pies de sus discípulos. Barro, mal olor, alguna lastimadura, callos eran acariciados por las tiernas pero firmes manos de Cristo. Lava y seca los pies de todos y vuelve a su lugar en la mesa.
Algunos piensan que esa costumbre de lavar los pies la iban turnando para que no sea siempre el mismo en hacer esa tarea denigrante, y que en esa noche de fiesta, ninguno quiso ser el esclavito del resto. Ninguno quería ser menos que el otro. Ninguno quería hacer esa tarea tan sucia.
Ninguno excepto Cristo. A El no le importo humillarse. A El no le preocupaba el que dirán, ni su imagen. No tenía que aparentar, no tenia que impresionar a nadie, no tenia que fingir su importancia. El sabía muy bien quien era. Jesucristo sabia que era Maestro y Señor, y por eso, no tenía vergüenza de hacer esa tarea tan sucia y despreciable. Estaba muy seguro de lo que era y de quien era.
Si te preocupa el que dirán, la opinión de los demás, si por vergüenza dejas de hacer cosas que Dios te pide, es tiempo de mirar al Maestro.. El mejor tributo que podemos darle es imitar su persona y su manera de ser.
La sublime grandeza de Cristo no se opacó por lavar los pies de sus discípulos. Al contrario, eso lo hizo aun más grande y excelso. El glorioso Dios eterno del universo, estaba lavando los pies barrosos de unos simples mortales.
Que ejemplo nos dejó Jesucristo para imitar. La imagen no es nada, el ser lo es todo.
Imita al Gran Maestro.
GRACIAS A LA HNA. SILVIA RODRIGUEZ POR EL FONDO
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