El Señor "Después" durante mucho tiempo tuvo una vida bastante aliviada.
Tuvo una esposa amorosa y paciente. Ella soportó durante unos cuantos años sus ausencias en todos las áreas de la relación; lo amó y lo aguantó. Él minimizaba o se reía de las necesidades que ella le iba planteando. Repetía a quien se le cruzara en el camino: “Es una santa. No sé cómo me soporta todavía”. Le prometía que en algún momento iba a mejorar. Como las consecuencias de su indiferencia no le alcanzaban, seguía haciendo uso y abuso de sus descuidos.
Con su negocio, el Señor Después, hacía lo mismo,
Con el cuidado de su cuerpo,
Con la alimentación de su vida espiritual,
Con sus hijos,
Con sus amigos…
Después, después, después. Ni siquiera era consciente de su estilo postergador. Se había hecho un experto en excusas. Los problemas no habían crecido lo suficiente como para que él sufriera (el padecimiento sólo era para los demás).
Pero un día la realidad lo alcanzó con contundencia. Y cuando la realidad le alcanzó, lo hizo por todos los wines. La mujer, los hijos, los amigos y los clientes se agotaron, se fueron y lo dejaron solo. Su vida espiritual estaba tan seca que no tuvo capacidad de reacción. El cuerpo manifestó todos los síntomas por tantos años de dejadez.
Primero el Señor Después amagó con la victimización y nuevas excusas. Pero finalmente tuvo que caer rendido ante la realidad y reconocer que él había hecho todo lo suficiente y necesario para llegar a ese punto. Quiso volver el tiempo atrás, pero el tiempo no vuelve para atrás. También quiso hacer de golpe todo lo que había dejado de lado. En algunas áreas recuperó bastante; en otras el cambio llegó demasiado tarde.
Me pidió que les escriba esta reflexión diciéndome algo parecido a esto: “Que la gente sepa esto cuanto antes, que reaccione a tiempo, que no caiga en la trampa del Después, que aprenda que el cambio es Hoy, que la paciencia de los demás tiene un límite, que los descuidos sostenidos en el tiempo se pagan caro, que un pequeño cambio hecho a tiempo puede cambiar la tendencia y movilizar hacia grandes cambios”.
Aquí estamos entonces con el Señor Después. Hemos cumplido nuestra misión. Teníamos que avisarte. Estás avisado. El tiempo se acorta. El cambio es hoy. Las decisiones sanas hay que tomarlas ahora. La gente se cansa de las promesas. El cuerpo se cansa de las promesas. Todo llega. No pierdas tiempo. No es broma. Estás avisado. El cambio es hoy. Dios puede ayudarte para que tanto el QUERER como el HACER se activen y consoliden en tu vida. No estás solo.
GUSTAVO BEDROSSIAN