Hay personas que se entusiasman cuando están rodeadas de personas entusiasmadas. Por ejemplo, en un partido de futbol, el entusiasmo de las tribunas es tremendamente contagioso. Es como si uno adquiere una energía externa que terminado el partido, esa efervescencia tiende a decaer. Lo mismo le sucede a los equipos de trabajo, los vendedores, los partidos políticos, etc., etc.
Podemos emocionarnos cuando algo nos sale bien, cuando recibimos un aumento de sueldo, cuando concretamos un negocio. Pero cuando aparecen las dificultades, cuando las cosas no salen conforme a nuestros anhelos, esas emociones se convierten en trastornos negativos y pasamos rápidamente de la euforia, de la exaltación, al extremo contrario: la dejadez, la depresión, la pasividad. Las reacciones humanas son muy variadas y variables. Un trabajador redoblará sus esfuerzos si sabe que puede acceder a un aumento de salario gracias a un buen desempeño; pero si descubre que cualquier esfuerzo es en vano, es probable que pierda el entusiasmo.
Los cristianos tienen grandes motivos para estar entusiasmados: es que DIOS está con ellos. La palabra entusiasmo proviene de dos raíces: 'en' y 'theos'. Theos viene del griego 'Dios'. Cuando alguien está lleno de Dios, está lleno de entusiasmo. Estar lleno de Dios significa estar lleno de esperanza, donde el problema actual no es el fin del mundo, que lo ocurrido no es nada comparado con aquello que va a suceder, que el pasado es muy limitado y el futuro no tiene fin. El compromiso de Jesús de estar siempre con nosotros, es lo que hace la gran diferencia. Las personas verdaderamente entusiasmadas son guiadas por la fuerza y la sabiduría de Dios, entonces son capaces de hacer que ocurran cosas impensadas.
El entusiasmo verdadero proviene de Dios y las personas con Dios dentro del corazón, son mucho más estables y confiables. Su entusiasmo es profundo y supera las circunstancias externas. Por ello, Jesús decía que somos la luz del mundo y si estamos iluminados, nuestras vidas iluminarán, entusiasmarán, motivarán e inspirarán a otros. Somos luz en las tinieblas.
Cristo es el motor que afecta el comportamiento, ÉL es el verbo de Dios, el verbo es acción. Esa presencia divina es la que nos está entusiasmando.
Observar el “estado de ánimo” de una persona es como mirar en qué nivel de realidad tiene esa persona a su dios y cuál es ese dios. Por eso, los ánimos de las personas fluctúan siempre acorde a las circunstancias externas. Hoy está de una manera, mañana estará de otra. Aunque la vida moderna nos sumerge dentro de esta sociedad consumista, no ignoremos que el inconformismo y la decepción están a la vuelta de la esquina. Por ello, debemos evaluar el estado de nuestro ánimo, esa fuerza interna que todos poseemos y descubrir cuál es nuestro dios y si es beneficioso obedecerle. El entusiasmo comienza en el interior, usted hace la elección de su dios.
Oración: Señor, gracias por tu fidelidad a tu palabra, vos sos nuestra fortaleza y seguridad. Por Cristo. Amén.