Bienaventurado el hombre que puso en el Señor su confianza y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. (Salmos 40:4)
Interesante es esta frase que figura en google con cerca de 1,5 millones de citas, que es el lema nacional oficial de los Estados Unidos, que se ha utilizado para millones de conversaciones, libros y películas y que aún viene impresa en los billetes y monedas de dólares.
Confiar en Dios es bueno, es necesario. Dice la sabiduría milenaria que quien confía en Dios es “bienaventurado”, otra traducción dice “dichoso”, “felíz”, como si nos dijeran: “qué suerte que tienen!”.
Colocar nuestra confianza en Dios que sabemos que jamás nos fallará, es para gente sabia, los que construyen su futuro sobre lugares sólidos. Dice Jesús: “Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca”. No nos evita los problemas, nos garantiza que nuestras cosas no se caen, resisten.
Pero muchos confían en el dólar, o en las palabras de personas soberbias y las creen, o detrás de mentiras sobre las cuales edifican el futuro. Y así terminan…
Debemos entender que dirigir una empresa, un equipo de trabajo, una familia, o nuestras propias vidas, no es un juego. Jugar es una cosa, vivir responsablemente es otra. Hemos visto pasar gobiernos y gobiernos, empresas y empresas, soberbios y soberbios y mentiras tras mentiras, y hoy nos enfrentamos claramente a tener que definirnos a quien o a qué le daremos nuestra “fianza”.
Wikipedia define “fianza” como una garantía judicial que busca asegurar el cumplimiento de una obligación. Asumiríamos esta fianza judicial con los soberbios, o con los que se desvían tras la mentira?
Cuando colocamos nuestra con-fianza en lugares inmutables, en palabras sencillas, en verdades eternas, seguramente seremos “bienaventurados”, “dichosos”, “felices”, entonces otros nos dirán: “que suerte que tienen”. Cuídate de tomar decisiones serias y responsables.
Oración: Señor Jesús, te ruego por mi nuevo amigo, que ahora está leyendo este mensaje, para que cuides de él y de todas sus cosas. Gracias Señor. Amén.
Elías Bajer, Conferencista Cristiano, Consultor Empresarial y Músico