Lectura del Cantar de los cantares
(Ct 2, 8-10.14.16a; 8, 6-7a)
La voz de mi Amado.
Mirad: ya viene, saltando por los montes, brincando por las colinas; mi Amado es una gacela, es como un cervatillo.
Mirad: se ha parado detrás de mi tapia; atisba por las ventanas, observa por las rejas.
Mi Amado me habla así:
«Levántate, Amada mía, hermosa mía, ven a mí.
Paloma mía que anidas
en los huecos de la peña,
en las grietas del barranco,
déjame con tu figura.»
Mi amado es para mí y yo para él.
Ponme como sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo.
Porque el amor es fuerte como la muerte; el celo, obstinado como el infierno.
Sus saetas son saetas de fuego.
Las grandes aguas no pueden apagar el amor ni los ríos arrastrarlo