Es malo ponerse máscaras?
Siempre aprendimos a utilizar máscaras para todo momento, para toda circunstancia. Cada momento pareciera que nos reclama ocupar un rol distinto. Cambiar de máscara no es tan malo ya que permite ocupar un nuevo rol para la nueva circunstancia. Los actores estudian permanentemente estos cambios de personajes y aunque no lo creas, cada uno de nosotros también cambia de personaje y eso es muy bueno.
Que tiene que ver cambiar las máscaras con los negocios? Muchísimo. Mira lo que sucede en una Empresa. Sea que entres a trabajar como recepcionista o portero, quien atiende los reclamos o el que está detrás de una máquina, el vendedor – promotor o el que hace mantenimiento o logística o cualquier otro lugar, lo primero que recibes es el libreto, las instrucciones de la tarea a realizar, ése es tu nuevo rol, ésa es tu participación en el clima laboral de esa empresa, y te instruyen para cuidar las relaciones interpersonales, el amor por la empresa, el compañerismo, el compromiso, etc. etc. Quien te contrata pretende que te coloques todas esas máscaras, te vistas todas esas ropas, actúes de ese nuevo personaje y para eso te pagarán.
Llegas al trabajo con tus problemas y antes de entrar te instruyeron que debes dejarlos afuera, porque los problemas personales no se traen al trabajo. Es decir, la máscara que traías, debes cambiártela por la del trabajo, ahora debes sonreír, tus miradas deben ser brillantes, tus acciones deben marcar las diferencias, esa es tu nueva tarea, tu nueva máscara, tu nuevo personaje. Y cuando termines de trabajar, si quieres, puedes volver a colocarte la máscara que trajiste y encima te dan la posibilidad de elegir: “si quieres”.
El Apóstol Pablo cambiaba sus máscaras, su personaje acorde a los objetivos que perseguía. De no ser esclavo a serlo, de hacerse judío cuando estaba con judíos a hacerse griego cuando estaba con los griegos, débil con los débiles, se acercaba a cada uno con la máscara adecuada, con ese nuevo rol, ese nuevo personaje siempre detrás de sus objetivos. Acaso no es lo mismo que te sucede en el trabajo?
Yo he decidido colocarme nuevas máscaras, aprender a ser clown. Si: payaso! Ya sé que tengo 75 años, que soy grande, que es realmente una locura, pero tengo objetivos muy importantes que deseo alcanzar y estas nuevas máscaras, este nuevo personaje me las brinda y decidí aceptarlas. Ser clown es muy divertido, el clown es revolucionario, tiene un alto sentido del humor y de autocrítica, por eso se ríe de sus propias torpezas o defectos y nunca se ríe de los demás, cautiva las sonrisas y atención del público, nunca está solo, respeta a todos, ama a los chicos, aparentemente es inocente, transparente y primario aunque sabe no serlo, es travieso, creativo, se siente seguro de sí mismo, es flexible y tiene el coraje de enfrentar instantáneamente todas las nuevas circunstancias, es improvisador de nuevos escenarios pero no es ningún improvisado. Acaso las Empresas no buscan todas estas cosas?
Puedo colocarme las ropas del personaje que me alegre y desde allí convertirme en un actor frente a los espectadores (público). De repente soy conferencista o consultor, en otro momento escritor, en otro músico o esposo, papá, amigo o abuelo, reparador de los enseres hogareños y así interpretar infinidad de distintos roles. Cuando me pongo dentro de estas nuevas ropas, me siento bien, feliz y lleno de sueños, puedo inspirar a muchos a soltar sus estructuras rígidas que los paralizan.
Pregunto, cuál de todas las máscaras te conviene vestir? Que personaje quieres ser? Ten cuidado de no utilizar máscaras inadecuadas equivocando los escenarios o los roles, seguramente te va a ir mal. Rompe con tus estructuras rígidas del “no puedo” y deja que el Espíritu Santo te lleve a utilizar las máscaras de felicidad, de amor, permítete cambiar, hoy estás a tiempo. Ábrete a las posibilidades, soy testigo que SE PUEDE!
Elias Bajer (elias @ businessandswing.com)